Joseba VIVANCO
PRIMERA DIVISIÓN

Hace veinte años había 7 porteros vascos titulares, este año solo 2

El territorio de Bizkaia, seguido del de Gipuzkoa, han sido los dos que a nivel estatal más guardametas han aportado a lo largo de la historia de la máxima categoría del fútbol. A partir de mediados de la década de los noventa su presencia ha ido en clara decadencia.

Son 790 los porteros que han sido titulares en alguna de las jornadas disputadas hasta la fecha en la historia de la Primera División. Que Andoni Zubizarreta sea el que más partidos ha disputado, con 662 titularidades desde sus inicios en el Athletic hasta finalizar su carrera deportiva en el Valencia, 17 temporadas seguidas, solo habiéndose perdido 18 encuentros, no deja de ser sino el reflejo del peso que campos y clubes vascos han supuesto en una posición tan singular y decisiva como es la de portero. Según los datos estadísticos del Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE), el territorio que más guardametas ha aportado a la máxima división del fútbol estatal desde sus comienzos al día de hoy ha sido Bizkaia, con 68, siendo el segundo Gipuzkoa, con 58; de Nafarroa, más atrás, fueron 22 y de Araba tan solo han sido 5.

Queda patente que el fútbol vasco ha sido la fábrica por excelencia de la portería de tantos y tantos equipos. Baste un dato significativo: todo un icono futbolístico como el Barcelona disfrutó durante más de 20 años de porteros vascos: Peio Artola estuvo en el Camp Nou entre 1975 y 1984, Javier Urrutikoetxea permaneció entre 1981 y 1987, Andoni Zubizarreta defendió los palos entre 1986 y 1994 y el actual técnico del Porto Julen Lopetegi cerró la era con dos temporadas (1994-96), aunque en su caso sin llegar a ser titular.

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, y aquí no es una excepción. Ni siquiera un club como la Real Sociedad, portería de grandes nombres bajo palos –en un momento hasta cinco forjados como txuriurdin jugaban en otros tantos clubes de Primera–, ha permanecido fiel a la tradición. Esa que se truncó con la irrupción –y fracaso– del sueco Mattias Asper (2001-03) a petición de Javier Clemente y en detrimento de Alberto López, a quien sucedió el holandés Sander Westerveld (2002-2005), dos años después aterrizó en Anoeta el chileno Claudio Bravo, y hoy el héroe es el joven argentino Gerónimo Rulli. Quién lo diría recordando casos únicos como la otrora factoría de la SD Lengokoak –donde incluso Jokin Aperribay se puso los guantes en las categorías inferiores–, de la que llegaron a salir hasta tres arqueros que luego estarían en una misma Eurocopa defendiendo los colores de la selección española, como Arkonada, Urruti y Artola, en la de Francia 1980.

En la pasada campaña en Primera, ocho guardametas vascos se repartían en cinco equipos, a saber: Iraizoz, Herrerín (Athletic) Zubikarai, Bardají (Real) Irureta, Irazusta (Eibar), Oier (Barcelona) y Saizar (Córdoba), pero tan sólo dos, Iraizoz e Irureta eran titulares. No es una excepción sino una regla que viene desde hace más de una década.

En la 2000-01, solo Lafuente en el Athletic y Lopetegi en el Rayo eran titulares y en la 1998-99 lo eran Etxeberria (Athletic), Kike (Alavés) y Alberto (Real). Si nos remontamos algo más atrás, observamos a partir de cuándo comienza esa visible decadencia. En la 1995-96, es decir, hace ahora casi veinte años, eran 7 los arqueros vascos titulares en Primera, los mismos que en la 94-95 y 93-94. En la campaña 96-97 bajaron ya a cuatro –Zubizarreta, Valencia, Aizkorretra y Alberto– y a partir de ahí la cifra se ha ido situando en números anecdóticos.

Nada que ver lo de hoy con épocas más lejanas. En la temporada 1970-71, por ejemplo, jugaban Iribar (Athletic), Araquistain (Elche), Izkoa (Zaragoza), Zubiarrain (Atlético) y tres equipos alternaban hasta dos guardametas: Real Sociedad (Esnaola y Artola) y, curiosamente, Málaga (Deusto y Goicoechea) y Las Palmas, donde Oregi era de Bergara, y Ulacia, de Mutriku.

A modo de comparativa con los tiempos actuales, nos puede servir también la campaña 1983-84, hace treinta años, donde 10 de los 18 equipos tenían portero vasco. Formaban bajo palos Zubizarreta y Meléndez (Athletic), Urruti y Artola (Barça), Esnaola (Betis), Arkonada, Elduaien y Otxotorena (Real), Burgueña (Málaga), Cervantes (Murcia), Biurrun y Basauri (Osasuna), Cedrún (Cádiz), Zubeldia (Mallorca) y Cendoia (Valladolid).

Eran tiempos en los que gente como Jorge d’Alessandro, en el Salamanca de los años setenta, el camerunés Thommy N’Kono en el Espanyol tras el Mundial´82, la esporádica presencia del gran polaco Jan Tomasewski en el Hércules, o el marroquí Ezaki Badou en el Mallorca tiempo después, eran raras avis. Hoy, fichar a Keylor Navas, Ter Stegen, Jan Oblak o Przemyslaw Tyton para la portería entra dentro de lo normal, tanto como traer un delantero foráneo. «El mito del portero vasco ha desaparecido», sentenciaba hace unos meses otro mito como Peio Artola, casi diez temporadas en el Barcelona. ¿Será verdad? Kepa, Remiro, Unai Simón, Bardaji... parecen hoy por hoy los únicos empeñados en querer contradecirlo.