Ramón SOLA
DONOSTIA
LAKUA INICIA EL CURSO

Urkullu espera cambios en Madrid y no mueve ficha en Euskal Herria

El primer Consejo de Gobierno de Lakua no despejó ninguna incógnita sobre el último curso de la legislatura. El mayor titular fue que Iñigo Urkullu da por segura una apertura en Madrid, aunque desconoce el resultado electoral y descarta una reforma constitucional. Por su parte, no aclaró ni si llevará una propuesta a la ponencia de Gasteiz.

Hace ya un montón de años que Lakua abre el curso de modo espectacular: todavía bajo el calor de fin de agosto, en el espléndido marco del Palacio Miramar donostiarra, con una tropa de autoridades en la escalinata y mediante una rueda de prensa larguísima del lehendakari ante muchos periodistas, buena parte ansiosos por arrancar alguna noticia que acabe con el tedio vacacional. El celofán suele acabar siendo mucho más goloso que el caramelo. Ayer, el lehendakari no traía iniciativas nuevas en la carpeta, salvo la ya conocida reunión de alcaldes para hablar de homenajes a víctimas, así que durante más de una hora hizo más de comentarista de actualidad que de líder político.

El titular, casi unánime, fue la afirmación de que espera cambios en la relación CAV-Estado tras las elecciones de otoño a las Cortes de Madrid. No sabe quién las ganará, pero sí tiene claro que no habrá mayorías absolutas y que a partir de ahí se abren opciones, más aún cuando «España sabe que tiene un problema». En su intervención, escrita, dio por seguro que arranca «un periodo de asunción de la realidad plurinacional».

Daba la impresión de que con ello anticipaba una reforma constitucional, pero paradójicamente, a preguntas de los periodistas, la descartó: «Siendo realistas, eso no va a ser posible si previamente no están de acuerdo PP y PSOE, y hoy en día no es posible».

¿Cómo se materializaría entonces esa «asunción de la realidad plurinacional»? En varios momentos Urkullu dejó caer que está pensando más bien en una reforma estatutaria, es decir, en que una nueva relación de fuerzas en Madrid haga posible lo que no fue en 2005, cuando Juan José Ibarretxe recibió el portazo del Congreso. Ello remite a su vez, por tanto, a la ponencia de autogobierno que encara su final en el Parlamento de Gasteiz. Sin embargo, Urkullu mantiene su posición pasiva ante la misma. Cuando se le preguntó si va a hacer alguna propuesta, dijo no saberlo. Lakua sí tiene encomendado trasladar algunos informes, pero no alberga por ahora intención alguna de lanzar un plan al estilo de aquel de Ibarretxe.

Urkullu no aludió al derecho a decidir y centró su horizonte en ganar autogobierno o conseguir al menos que se complete el actual Estatuto. Para ello cuenta con el PSE, punto en el que elogió repetidamente el «compromiso» con la autonomía del fallecido Txiki Benegas.

Sobre Catalunya tampoco se mojó, y cuando lo hizo marcó alguna distancia. Por ejemplo, le «da qué pensar» que se plantee una mayoría mínima como suficiente para abrir camino a la independencia cuando para aprobar estatutos y otras leyes cualificadas «son necesarios dos tercios o tres quintos». Al preguntársele luego si reconocería un Estado catalán independiente, Urkullu volvió a echar balones fuera.

Homenajes y convivencia

Por lo que respecta al otro gran bloque, la pacificación, el Consejo de Gobierno de Lakua saludó la «consolidación» de todos los ejes del llamado Plan de Paz y ofreció porcentajes del grado de cumplimiento. Sin embargo, en la concreción subraya más las iniciativas que miran al pasado (víctimas) que las enfocadas a resolver problemas pendientes todavía (presos).

La iniciativa que más eco mediático está teniendo es la reunión, el próximo viernes, con 128 alcaldes de localidades que tienen víctimas mortales por el conflicto. El PSE ya ha expresado sus recelos y puesto sus condiciones. Urkullu intentó tranquilizarle afirmando que Lakua solo pretende facilitarles la información de que dispone sobre esas muertes y animarles a preparar homenajes consensuados en el Día de la Memoria (10 de noviembre), cada uno en el formato que desee. Argumentó Urkullu que «sería más fácil quedarse en una zona de confort en el espinoso debate sobre la memoria de las víctimas, pero estamos dando los pasos y haciendo gestos para avanzar, en un aspecto que es sustancial para la convivencia vasca».

Se refirió también a la persistencia de la violencia de género, que observa como una «sombra de gran importancia» dentro un verano «positivo» por lo demás. «Es un tema de preocupación. Debemos seguir trabajando en educación, concienciación y prevención», resumió.

Egibar pone el contrapunto: «Hay que levantar este pueblo»

Es habitual que el PNV complemente sus discursos tibios con otros encendidos, casi contraprogramándose a sí mismo. Ocurrió el 31 de julio, cuando por la mañana Itxaso Atutxa en Sabin Etxea puso la cara blanda de la moneda y por la tarde Joseba Egibar en Mutriku, la dura. Ayer ocurrió otro tanto. Horas después de la rueda de prensa de Urkullu en Donostia, Andoni Ortuzar y Joseba Egibar, presidentes del EBB y GBB, dijeron básicamente lo contrario en Zarautz. Así, mientras el lehendakari descartó la reforma constitucional Ortuzar dedicó gran parte de su discurso al asunto, afirmando que «el PNV está dispuesto a participar en ella», «deben aprender los errores de 1978» y «no puede haber temas tabú».

Y mientras Urkullu eludió citar el derecho a decidir, incluso cuando fue preguntado por ello, Egibar lo reivindicó sin tapujos. «El derecho a decidir no va a venir del PP, ni el PSOE, ni Podemos. Nadie nos va a regalar nada. Así que tenemos que poner en pie a este pueblo y renovar la ilusión», aseguró.