Sergio Iglesias
Interview
Fernando Velázquez
Compositor y director de orquesta

«La naturaleza del arte es el cambio y la evolución»

Fernando Velázquez acaba de publicar ‘Viento’, un disco compuesto por tres obras en el que el compositor getxoztarra colabora con la Orquesta Sinfónica de Euskadi, el violonchelista Johannes Moser y el coro KUP Taldea.

Fernando Velázquez, en un momento de la grabación de ‘Viento’.
Fernando Velázquez, en un momento de la grabación de ‘Viento’. (David HERRANZ)

Después de tantos trabajos para otros, ¿qué tal lleva esto de hacer promoción para uno mismo?

A veces ya me ha tocado estar ahí con alguna banda sonora, cuando la música es importante en la película, o cuando vienen los medios por alguna grabación. Es parte de nuestro trabajo y a mí me gusta, todo sea por la causa (risas).

¿Cree que la música cada vez tiene más importancia en el cine y la televisión?

Siempre la ha tenido, pero ahora, mediáticamente, se ve más. Y entiendo que las orquestas hayan estado alejadas de ese mundo durante un tiempo, porque es cierto que, más o menos desde los 60, la música de cine se separó de la música orquestal, sobre todo porque con el pop se podía hacer de todo para el cine.
Se perdió ese vínculo que venía de atrás con Steiner, Rota, Tiomkin y que, de repente, va a Korngold y Mahler… todos son hijos unos de otros, pero ese hilo, prácticamente, se rompe, porque el que quedó ahí colgado fue John Williams y, entonces, algunos admiradores intentamos mantener lo que él hacía, obviamente no a su nivel; pero creo que es una música que pertenece a la orquesta y que la orquesta pertenece a esta música.

¿Podríamos señalar a Hans Zimmer como uno de los nombres clave en esa recuperación de la música orquestal para el cine?  

Lo bonito es que ha traído una evolución en la música de orquesta, con otro tipo de sonidos muy procesados, apropiados para hacer cosas muy espectaculares. Zimmer ha sabido crear un sonido propio que, además, mucha gente copia y que está muy ligado a las posibilidades tecnológicas. Me parece estupendo cómo crea un nuevo lenguaje viniendo de otra manera de pensar. Le ha dado una nueva forma de hacer a las orquestas que, además, convive con el lenguaje de las orquestas tradicionales. Todo eso es importantísimo, porque lo que la creación contemporánea busca son nuevas maneras o expresiones de lo que vamos siendo y, como vamos cambiando, todo eso también cambia.

También son cada vez más habituales las colaboraciones entre orquestas y bandas o artistas de pop o rock, ¿a qué se debe este interés mutuo?

Yo creo que es algo natural. Por ejemplo, ‘El barbero de Sevilla’ era una comedia con una música excelsa de Rossini, pero era un musical, igual que ‘La flauta mágica’… hemos mitificado todo eso porque era inmenso, y hemos pensado que todo tenía que ser igual, pero la música evoluciona y esa colaboración entre diferentes formas de hacer es lo natural. Otra cosa es que, durante años, parece que las orquestas tenían que hacer un repertorio escrito hace dos siglos para tocar los viernes por la noche en auditorios con la luz baja y vestidos de frac… que está muy bien, pero es solo una posibilidad. Que un cantante rock cante con una orquesta es lo más natural, y lo raro es no haberlo hecho antes… yo creo mucho en estas cosas porque en esta vida todo es mezcla.

¿Son los puristas de cualquier género lo más peligroso para la música?

La ortodoxia tiene su parte buena para conservar, valorar y aprender de otros, pero la naturaleza del arte, como es algo humano, es el cambio y la evolución. No sé si todo esto evoluciona o involuciona, pero sé que está vivo y, como yo quiero vivir de interpretar y de estar ahí, necesito lío, necesito mezcla, gente, ideas nuevas…

En su caso, ¿cómo afronta estos proyectos con artistas de otros géneros?

Como te digo, exactamente igual. La mayoría de las obras que han quedado en la historia tenían esta naturaleza, ‘La consagración de la primavera’ era un ballet que Stravinski hizo con unos locos en París para llamar la atención de la gente, y ahora es la obra cumbre de un montón de cuestiones sinfónicas, rítmicas y creativas. Yo hago esto para tocar con Eñaut (Elorrieta) o con Aitor Gorosabel de Su Ta Gar, y de hecho, hay un montón de conexiones entre lo que hacemos, porque la intención de estos artistas cuando crearon estas canciones que ahora versionamos, seguro que también era muy grande y muy épica, querían contar muchas cosas y eso se hace muy bien con una orquesta.

¿Y se atrevería a dar una opinión sobre el «fenómeno Rosalía», una artista que, más allá de opiniones, ha revolucionado la música?

No es que no quiera, pero es que no he tenido ocasión de escucharlo. Pero, cuando a la gente le gusta mucho una cosa, es porque hay algo interesante detrás. Lo importante es hacer las cosas bien y con corazón. De todas formas, más allá de las canciones, lo que me maravilla es la sofisticación de la tecnología que hay en determinadas grabaciones, que consiguen reproducir fenómenos acústicos impresionantes, es maravilloso cómo se crean nuevas maneras de pensar; relacionado con esto, el segundo movimiento de chelo de mi disco, por ejemplo, es como una traslación de ese metal pesado de Steve Vai, Joe Satriani, o Rage Against The Machine a la orquesta.

¿Cree que hay hueco para la música orquestal en un momento en el que nadie se para a escuchar un disco entero?

Pero es que eso ha cambiado y seguirá cambiando. El cambio es la naturaleza de las cosas, otra cosa es que podamos pensar que se deteriora y que ya no hay tanta atención como antes… Sin embargo, el otro día, la Orquesta de Bilbao hizo una sinfonía que dura unos 80 minutos, y te aseguro que la gente estaba al borde de la silla en todo momento sin perder el interés. Lo que hay que hacer es hacerlo bien, y ahí está la responsabilidad de las orquestas para agarrar al público con las emociones y sacudirlo, porque eso, si se hace bien, es imbatible y ahí no hay atención que se disperse.

Centrándonos en ‘Viento’, ¿cómo se plantea este proyecto personal?

Tenía estas tres obras que me habían encargado la Orquesta de la Comunidad de Madrid, la Orquesta de Bilbao y la Orquesta de Navarra y quería tenerlas grabadas; tuvimos la fortuna de contar con la Euskadiko Orkestra, con el coro KUP Taldea y con Johannes Moser, que es un solista maravilloso y lo grabamos y aprovechamos para sacarlo. Creo que son obras muy emocionantes que pueden decir mucho al público y que lo van a disfrutar.

Además, ha tenido la oportunidad de grabar con el prestigioso sello Pentatone…

Hoy en día, como discográfica tiene mucho prestigio y también están haciendo cosas más arriesgadas y actuales, así que es un lujo haber podido contar con ellos y saber que van a estar ahí, porque la misma semana que se publicó, ya me llamaron de una orquesta de Canadá que la habían escuchado y querían programarla, lo que significa que la obra ha tenido difusión.

KUP taldea, Euskadiko Orkestra… Kilómetro cero totalmente, ¿no?

Absolutamente… además, el concierto de chelo, implícita y explícitamente, es muy vasco porque el último movimiento es un zortziko. Aparte de que tiene su intrahistoria, que es la mía propia de por qué es vasco y por qué lo siento así, el que lo oye nota esa identidad, incluso sin saber lo que es un zortziko.

¿Se nota una presión mayor al afrontar un proyecto propio?

Noto más presión porque todo lo que se diga, se va a decir de mí, pero a la vez, estoy tan contento de poder sacarlo, que me da igual lo que digan (risas). Además, en este caso, sé que a mucha gente le va a gustar porque cuando se estrenaron estas tres obras, funcionaron muy bien; si hubiera tenido dudas respecto a esto, no habría perdido tanto tiempo en hacerlo.

Sí, porque ser músico hoy en día es casi una profesión de riesgo, ¿verdad?

Ser artista es algo que llevas en el corazón y, si hicieras cálculos de pequeño, no lo harías (risas). Tiene sus cosas buenas, pero en este oficio no se presupone la dignidad de las cosas. En ese sentido, muchas veces, los responsables políticos de cultura son gente entusiasta, el problema lo tienen con los recursos a los que pueden acceder, que son escasos… lo mismo pasa con la educación artística, tanto para formar nuevos artistas, como para educar a los ciudadanos para que tengamos sensibilidad y podamos apreciar todo eso.