Sergio Iglesias
Bilbo

Una noche de grandes éxitos en familia

Más de 45 años de carrera contemplan al músico Gordon Matthew Thomas Summer, conocido por todo el mundo como Sting, el cantante que, junto al batería Stewart Copeland y el guitarrista Henry Padovani, fundó a finales de los 70 The Police.

Sting deleitó durante su concierto en Miribilla.
Sting deleitó durante su concierto en Miribilla. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

La gira ‘My songs’, con la que el músico inglés está recorriendo el mundo entero, hacía escala en Bilbo (el próximo 17 de diciembre estará en Iruñea) y, obviamente, no nos lo podíamos perder. Así que ahí nos encontrábamos unos cuantos veteranos y veteranas, llenando el Bilbao Arena de Miribilla para disfrutar de uno de los primeros grandes conciertos que podremos vivir en Euskal Herria, a lo largo de un mes de junio que no nos va a dar tregua, y en el que pisarán nuestro suelo artistas y bandas del nivel de Iggy Pop, Pretenders, Lucinda Williams, Chris Isaak, Waterboys, The Cult, Rancid, Incubus, Jim Jones, Bob Dylan, Nikki Hill… uff! impresiona sólo nombrarlos. 

Mucho más que «el hijo de…»

Pero vamos a lo que nos interesa hoy, que es el concierto de Sting que quería vivir una noche en familia, y para la ocasión se había traído a su hijo Joe Summer como telonero. Un músico que supo aprovechar con creces, la media hora de concierto de la que dispuso para demostrar que no estaba ahí sólo por ser «el hijo de…», y dejando muy claro que es un artista notable. Con canciones que se mueven entre el rock de raíces americano, el folk y el pop, Summer supo mantener el tipo ante una audiencia que, a esas horas, ya empezaba a ser importante, armado tan sólo con su guitarra, y con una voz prodigiosa, de la que hizo gala en temas como ‘Don´t change the love’, donde se lució en el falsete final, y ‘Jelly Bean’, con dedicatoria especial, y donde, incluso, nos recordó al añorado Jeff Buckley. Interactuó con el público en ‘Live life’, se puso rockero en ‘Two sisters’, y durante todo el bolo disfrutó demostrando también sus habilidades a las seis cuerdas, sobre todo en los arpegios folk de ‘You you you’. Terminó con ‘Hope’, dejando un muy buen sabor de boca entre los asistentes y confirmando que, efectivamente, no estaba aquí sólo por el apellido… pero qué orgulloso tiene que estar su aita.

A continuación llegaba el momento de disfrutar de la leyenda de Sting, que entró en el escenario al ritmo de ‘Message in a bottle’, uno de esos temas inmortales de la banda inglesa con la que alcanzó la fama, y de la que en este primer bloque también repasó ‘Every Little thing she does is magic’. El músico inglés se paseaba por el escenario y se lucía al bajo ante una audiencia entregada, un «público de grandes eventos», que parece tener la necesidad enfermiza de inmortalizarlo todo con sus teléfonos móviles, para disfrutar mañana de mil videos con una imagen y un sonido horribles, que no volverán a mirar nunca jamás… pero bueno, esa es otra historia de la que podríamos estar hablando y debatiendo durante horas, y no es este el momento de hacerlo. 

De menos a más

Así que, continuando con el concierto, confieso que con el primer tema tuve miedo de que la voz de Sting no estuviera en condiciones óptimas para aguantar todo el bolo… pero por suerte, en el aspecto vocal, fue de menos a más y, aunque se escuchara algún «gallito», el músico dio la talla a lo largo de la hora y tres cuartos que duró el show. Un concierto en el que repasó sus grandes éxitos de todas las épocas, pasando por imprescindibles como ‘Englishman in New York’, cercana al swing, y en la que aprovechó para saludar y empezar a interactuar con el público que coreaba cada una de las frases de las canciones; tampoco faltó ‘If I ever lose my faith in you’, otro de sus temas más conocidos, y en el que notamos esas carencias vocales que mencionábamos antes, pero que sin embargo, no restaron ni un ápice de emoción a un concierto en el que todo está más que estudiado, para no dar un momento de tregua a los fans.

Ni siquiera bajó el entusiasmo de la gente con los temas más intimistas y las baladas, como ‘Why should I cry for you’, o ‘Loving you’, cercana al soul, y donde destacó el trabajo en los coros, así como las guitarras oscuras, que daban un toque especial a una canción incluida en su último trabajo hasta el momento, ‘The Bridge’, publicado en 2021, y de la que también sonó ‘Rushing water’, un pop juguetón y efectivo, pero que quizá hizo perder la atención a unos fans que estaban como locos por corear los grandes hits.

Muy bien rodeado

Otro de los puntos fuertes de Sting es saber rodearse siempre muy bien, por músicos y músicas sobresalientes, como el armonicista, omnipresente durante todo el concierto (muy bueno el reto de Sting de que, en el góspel ‘Brand new day’, emulara a Stevie Wonder, quien le acompañó en este tema cuando la interpretó en el concierto de su 60 cumpleaños), un teclista que adornaba los temas de siempre de manera magistral, un baterista infalible en el ritmo, con una mayor presencia en los temas de The Police (y mira que es difícil intentar sonar como Stewart Copeland, uno de los baterías con más personalidad de la historia del rock), y un guitarrista que tuvo momentos extraordinarios, como el solo de acústica en ‘Fields of gold’ o el momentazo épico en ‘What could have been’, el tema que el inglés ha hecho para la banda sonora de la serie ‘Arcane’, basada en los videojuegos de ‘League of legends’.

Pero si todos estos músicos estuvieron impecables, ¿qué decir de las dos personas encargadas de los coros?... si él estuvo increíble y desbordante de flow en ‘Shape of my heart’, ella nos dejó con la boca abierta en ‘Heavy cloud no rain’, esa maravilla blues rock que, posiblemente fuera uno de los grandes momentos de la noche, junto a la última parte del concierto.

La carta ganadora

Una recta final para la que Sting se había guardado la carta ganadora, que no era, ni más ni menos, que los grandes temas de The Police, enlazando los sonidos reggae ska de ‘Walking on the moon’ con el rock trepidante de ‘So lonely’, donde incluyó un pasaje del inmortal ‘No woman no cry’ de Bob Marley. Coló en esta parte final uno de sus mejores temas en solitario, el ‘Desert Rose’, con ritmos africanos, y que en el original interpretaba junto a Cheb Mama, que sonó justo antes de que subiera al escenario Joe Summer para acompañar a su aita y al resto de la banda en ‘King of pain’ y en ‘Every breath you take’, con la que se despedían por primera vez.

Sin embargo todavía quedaban un par de alegrías para la traca final: una versión que parecía interminable de ‘Roxanne’, con una especie de jam session final que sirvió para el lucimiento de todos y todas las componentes de la banda, incluyendo al propio líder de la banda, que no olvidemos que es un gran bajista; y tras esta demostración de habilidades musicales, el concierto tocaba a su fin, esta vez de verdad, con la bellísima ‘Fragile’, en la que Sting demostró su pericia también con la guitarra clásica.

Y así, mecidos por los acordes de esta hermosísima composición, abandonábamos el recinto de Miribilla, con la sensación de que habíamos vivido un momento único, en el que volvimos a disfrutar de los temas de un tipo hecho a sí mismo, y que ha sabido llevar una carrera más que digna, a pesar de lo complicado que debe de ser continuar en solitario, después de hacer algo tan grande como lo que hizo con The Police, sin duda, una de las bandas de referencia en el rock de los últimos 40 años.