Veracidad y engaño

En una entrevista del año 2017 publicada en este mismo medio, el artista y ensayista catalán Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) reflexionaba sobre el futuro de la imagen preguntándose «hasta qué punto la imagen será realmente algo volátil, pura alma sin cuerpo para una comunicación sin materia». Hace unos años, tecnologías como la generación de contenido mediante inteligencia artificial no habían cobrado aún protagonismo, pero ya éramos conscientes de las consecuencias de la revolución digital y la volatilidad de los nuevos formatos y maneras de consumo. Actualmente, como público, pareciera que hemos perdido la inocencia y la confianza ciega en lo que vemos pero, sin embargo, la imagen fotográfica o en movimiento sigue aportando un grado de autenticidad a nuestra percepción. Esto, unido a la velocidad de los procesos mediante los cuales las imágenes son creadas, consumidas, digeridas y olvidadas, deja nuestra capacidad analítica adormecida o con poca capacidad de reacción. El arte es capaz de producir análisis críticos sobre la construcción de verdad y la sobresaturación de contenidos visuales sin abandonar la potencia poética de la creación plástica.
Sobre todo esto, Fontcuberta lleva trabajando varios años. Parte de su labor como artista e investigador se presentó en la sala de exposiciones de Kutxa Fundazioa en Tabakalera de Donostia bajo la dirección comisarial de Sonia Berger. “Monstrorum historia”, que podrá visitarse hasta el próximo domingo, realiza un foco en varios de los proyectos que el autor catalán ha trabajado sobre naturaleza, fotografía y verdad. Para ello reúne cuatro trabajos que han sido creados con medios tanto analógicos como digitales. “Fauna” es uno de los trabajos más famosos del artista. El supuesto hallazgo del archivo de un naturalista desaparecido nos presenta animales disecados nunca vistos, así como anotaciones y estudios de estas especies que jamás habían sido descubiertas. En “What Darwin Missed”, el autor se pregunta sobre unos corales que Darwin nunca llegó a conocer y que podrían haber cambiado las teorías del científico inglés. “Herbarium” y “eHerbarium” se exponen como dos series que dialogan entre sí. La primera es un atlas botánico de especies inventadas y creadas con deshechos inspiradas en las fotografías de Karl Blossfeldt, mientras que para la segunda un algoritmo crea nuevas imágenes basadas en las imágenes originales. En “Dinousaur”, el autor se adentra en la ciencia ficción y el humor, proponiendo a los dinosaurios como los animales genéticamente modificados para la guerra por la civilización klingon (famosa por Star Trek), hasta que su plan fue combatido mediante el lanzamiento de un meteorito a la tierra.
¿Cuánto de esto es verdad o, mejor dicho, cuánto de esto podríamos haber creído que es cierto? Si el contexto de esta presentación hubiera sido un museo de antropología o una feria científica, posiblemente estaríamos entendiéndolo desde un lugar en el que no cabría la duda. Fontcuberta nos interpela directamente con el engaño y la manipulación como una característica inherente a la creación visual, pues la imagen nunca ha sido ni será inocente.

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