IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Un pabellón para toda una ciudad

La capitalidad cultural europea inaugurada por Donostia en 2016 es un reto colectivo que busca implicar a toda la ciudadanía y promover un cambio en lo colectivo, en lo público. Dentro del programa promovido por DSS2016 y buscando una visibilización del evento, se convocó un concurso de arquitectura para la realización de un pabellón de información situado en el epicentro de la ciudad que debía ser efímero y adaptarse a los valores promovidos por la capitalidad. La propuesta ganadora fue la realizada por el equipo Zuloark, que, con el lema “Ayer dijiste mañana”, ya anticipaba una de las claves de la propuesta: la necesidad de pensar desde hoy en el futuro, en 2017.

La idea sería, por tanto, intentar resolver qué será el pabellón en el futuro y con esa premisa, concretarlo ahora en una forma que será efímera y que tendrá como vigencia el año 2016. En este sentido, la propuesta planteaba una línea de mobiliario urbano que, a partir de enero de 2017, invadirá las calles y plazas de todos los barrios de la ciudad, dejando un rastro de la capitalidad y de su trascendencia como motor de urbanidad. Podría decirse que, casi de forma circunstancial, ese mobiliario, apilado y ensamblado de una manera particular, adopta momentáneamente la forma de pabellón informativo.

El pabellón es, por tanto, el resultado de ensamblar 278 piezas de bancos «Pajarita», con estructura metálica y asientos de madera, que pueden combinarse de múltiples formas. Todos los asientos quedan hacia el interior, que se convierte en un plano plegado y continuo de madera. Las estructuras y las patas de los bancos se proyectan hacia el exterior y se convierten, mientras dura la capitalidad cultural de Donostia, en los soportes de una lona que impermeabiliza el pabellón en su conjunto.

De alguna manera, esa crítica que a menudo no queda resuelta en este tipo de macro-eventos centrada en el ¿y mañana qué?, queda abordada y resuelta desde el inicio por el proyecto. A futuro, cuando el evento cultural DSS2016 quede concluido, dejará su legado como motor directo de cambio físico para la ciudad. Donostia ya no será igual y, en 2017, todas las partes del pabellón serán los muebles urbanos que compondrán el paisaje de la ciudad, como un pabellón diseminado. Que una estructura así pueda afectar a toda una ciudad es en cierto modo un sueño, una utopía, pero en este caso se produce esa paradoja. Aunque como ciudadano nunca hayas llegado a usar los servicios de este pabellón, o tan siquiera hayas participado de las actividades de la capitalidad cultural que desde él se informan, su construcción podrá darte un servicio algún día en forma de mobiliario urbano al transformarse en el banco de la plaza de tu barrio.

La estrategia de diseñar una estructura hecha de bancos responde, también en cierto modo, a una cuestión ecológica. Tradicionalmente, la arquitectura se construye para responder a un determinado lugar y no suele concebirse para su traslado. Sin embargo, la forma en la que la materia está ensamblada, como en este caso, puede permitir una reutilización del material. La materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma. El artista Simon Starling fue requerido para realizar una instalación en el Kunstmuseum de Basilea al borde del Rin. Decidió recorrer la ribera del río hasta encontrar un cobertizo, un pequeño pabellón de madera que compró y desmontó. Con aquel material, construyó una barca, la cargó con la madera sobrante y navegó con ella a lo largo del río hasta llegar al museo, donde desmontó la barca y volvió a reconstruir el cobertizo para realizar su intervención.

El pabellón ideado por Zuloark ejemplifica bien estas cuestiones, pero, además, en su caso desmontarlo será un evento colectivo. Gestionar su reparto y decidir su uso requerirá obligatoriamente de un esfuerzo compartido de la ciudadanía para recolocarlo en porciones por la ciudad. Trabajo similar al que ha requerido su materialización y que el pabellón deja por escrito al visibilizar esta autoría compartida en un banco «Pajarita» transformado en títulos de crédito, que da cuenta del valor del trabajo de mucha gente y sin el cual, la arquitectura sería imposible de llevar a cabo.

Si se pasea por los jardines de Alderdi Eder de la capital guipuzcoana, el pabellón aparecerá caracterizado por su envolvente impermeable, resuelto por una lona tensada con los colores azul y blanco representativos de Donostia. La arquitectura no camufla su presencia, pero sí su forma, tamaño y dirección. Su epidermis festiva es un guiño estético y conceptual que se sirve del camuflaje Dazzle, desarrollado por la Marina Británica para despistar a los temibles U-boots, los submarinos alemanes de la Segunda Guerra Mundial, para jugar con el visitante y con el paisaje de la bahía de la Kontxa.

Si las arquitecturas se hacen más «sostenibles» cuantos más agentes se puedan sentir afectados de alguna forma por ellas, este pabellón es una buena arquitectura sostenible que, durante 2016, será un exponente cotidiano de la capitalidad y que después seguirá sirviendo a la ciudad en un día a día más íntimo en las plazas y calles de todos sus barrios.