MIKEL INSAUSTI
CINE

«Brawl in Cell Block 99»

Hay quien considera que S. Craig Zahler es el último cineasta de raza, perteneciente a la estirpe de los Sam Peckinpah, Don Siegel o Samuel Fuller. Una mala bestia, una fuerza de la naturaleza que se resiste a entrar dentro de la corrección política de Hollywood, lo que de momento está penalizando a su carrera y sus películas no se estrenan en salas de cine. Pero ya tiene tras de sí una legión de admiradores, aquellos que ven en él a un creador mucho más radical e irreductible que Tarantino, con el que se le compara porque también pertenece a la última generación que se ha formado en los videoclubs, añorando los viejos programas dobles del cine grindhouse. Son muchos los cineastas que a la hora de definir su estilo se refieren a la serie B de los años 70, pero S. Craig Zahler parece haber nacido entonces, justo en la época en que Tobe Hooper hacía “La matanza de Texas” (1974), por lo que nunca falta la estética gore en sus escenas de acción violenta, que no están ahí por estar, sino porque forman parte de la esencia misma de su convulso e impactante realismo.

S. Craig Zahler ya nos puso firmes con su sorprendente ópera prima “Bone Tomahawk” (2015), un original western terrorífico protagonizado por un actor tan icónico de la serie B como Kurt Russell, quien se daba de bruces en medio del desierto con una tribu nativa que se había quedado en el paleolítico, y que permanecía aislada del mundo practicando el canibalismo. Recibió en Sitges el premio a la Mejor Dirección, iniciando el culto a su excepcional autor. Iba a regresar al festival catalán con su segundo largometraje “Brawl in Cell Block 99” (2017), todavía más auténtico, si cabe, desde el punto de vista genérico, porque se trata de un brutal drama carcelario como hace ya tiempo que no se veía. Y atención a su nuevo proyecto, que será un thriller policial en forma de buddy movie, titulado “Dragged Across Concrete” (2018). La pareja policial de rigor del agente veterano y el agente más inexperto la forman nada menos que Mel Gibson y Vince Vaughn.

El culpable de que Vince Vaughn se haya pasado al lado oscuro es S. Craig Zahler, tras romper en mil pedazos su imagen de actor de comedia de Hollywood. Ha entendido que su corpulencia y dos metros de altura estaban siendo desaprovechados, así que le ha dado un papel completamente físico de superviviente en un medio hostil. Interpreta a un antiguo boxeador que es despedido de su trabajo en un taller mecánico por culpa de la crisis económica, lo que le lleva a una mala racha que se complica con una infidelidad matrimonial y la perdida del bebé que espera su mujer, a la que encarna Jennifer Carpenter. Para intentar rehacerse económicamente y recuperar la estabilidad comienza a traficar con droga, sobre todo con cristal, hasta que se ve envuelto en un tiroteo con la policía y acaba en la cárcel.

Una vez en prisión, el atribulado protagonista se encuentra en el bloque del título, destinado a los presos más peligrosos dentro de lo que ya es en sí un centro de máxima seguridad. Para seguir con vida deberá luchar a muerte y sacar el animal que lleva en su interior, nada parecido al hombre de familia que quería una existencia tranquila y próspera. En su particular descenso a los infiernos es antológica la pelea que mantiene con un característico de presencia tan intimidatoria como la de Geno Segers, por no hablar del alcaide que interpreta un Don Johnson cada vez más alejado de sus tiempos televisivos, un perverso Udo Kier y demás torvos secundarios entre los que figuran Marc Blucas y Rob Morgan. El turbio ambiente marginal se completa con una banda sonora de puro blaxploitation compuesta por el propio cineasta junto a Jeff Herriott, y con voces eternas de la música negra como las de Butch Tavares, Adi Armour y el grupo The O’Jays.