IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Poso

El arte, en tanto en cuanto se transforma en objeto, parece asumir un anhelo de trascendencia. Una supervivencia frente al paso del tiempo que lo sitúa en un baremo diferente al transcurrir de la vida. Por supuesto, el papel del mercado, la necesidad de la documentación total y la objetualización de la creación inmaterial responden a una serie de necesidades marcadas por el propio sistema, en las que lo expositivo resiste como manera hegemónica de compartir el relato. Pero aún y todo, la producción artística es capaz de funcionar como un legado en el que conviven las subjetividades y las propuestas poéticas testigos de una visión propia e irrepetible. Es por esto por lo que, tal y como reivindicamos desde estas líneas, el papel de la mirada del público debe entenderse como un posicionamiento activo que completa desde la experiencia propia, el sentido propio de cada pieza. Entran en juego percepciones y codificaciones que nos atraviesan, siendo desde nuestros cuerpos un tamiz que conecta con lo esencial y que retiene el poso de aquello que acaba por mover algún engranaje de nuestro interior.

El año 1989 marca el punto de inicio de este lugar de encuentros para el trabajo de Zbynel Baladrán (Praga, 1973) y Anna Dauciková (Bratislava, 1950) que habita y se entremezcla en la bilbaína Carreras Múgica. Una colección formada por cuatro series fotográficas de Dauciková reflejan parte de su experiencia en Moscú, mostrando la fatal situación económica a la que las mujeres se veían sometidas. Conviviendo con todas ellas, un collage de Baladrán que abraza el espacio expositivo reúne fragmentos de dos periódicos checos que vaticinan el devenir económico que supuso la explosión de la burbuja financiera del 2008. El diálogo entre las artistas se extiende hasta su trabajo en vídeo, que propone nuevos puntos comunes desde los que articular esta propuesta comisariada por Beatriz Herráez. Serpentea sobre nuestras cabezas “Automated Subject”, en la que la propia Baladrán cuestiona desde lo textual (mostrado de forma escultórica) los procesos de construcción de subjetividad que marcan la percepción de nuestro mundo. Una muestra, por tanto, que, si bien requerirá de cierta parte de nuestra entrega, será capaz de proporcionarnos la completa experiencia que supone la conjunción de ambas trayectorias.

Sin movernos de ciudad, el pasado 21 de junio la Galería Juan Manuel Lumbreras celebraba la vuelta a su espacio expositivo de Cristina Ferrández (Alicante, 1974), cuya última visita tuvo lugar en 2009. “Naturalezas sin retorno” es un trabajo compuesto principalmente por impresiones fotográficas y vídeo, que reflexiona sobre la alteración del paisaje a manos del ser humano. A destacar la serie de fotografías en la que varios cuerpos envueltos en plásticos de colores parecen vagar por una playa de arena volcánica. La orografía de escenario permite una deslocalización de las formas corpóreas y las convierte en seres anónimos informes que se trasladan en grupo. Su traje (¿o es su piel?) intenta extraerles de cualquier vínculo con el espacio que los rodea y los hace interactuar como una invasión lenta pero irremediable. Desde una posición mucho más íntima, los marcos dorados que inician el recorrido nos invitan a acercarnos a piezas como “Pluralidades del ser” o “Deméter”. En este tramo, una niebla húmeda domina cada una de las imágenes y nos emplaza a parapetarnos desde la quietud del bosque. Las sombras, el agua o los elementos textiles aportan información para la construcción narrativa de cada una de ellas. Encontramos también dos creaciones audiovisuales, “Eternal mirror” y “Natura/contranatura”, que terminan por culminar el recorrido.