Janina Pérez Arias
Interview
M.I.A.

«Las estrellas pop son más creadoras de contenido visual que de música»

No oculta su incomodidad. Está sentada con su plumífero aún puesto con la cremallera a medio camino, escurriéndosele por los hombros. Lo lleva a pesar de que en la sala donde se desarrolla este intento de conversación el invierno berlinés parece más bien una calurosa y agradable primavera. El café con leche tamaño XL que tiene al alcance de la mano permanece intacto, con una espuma de diseño que más bien parece pensada para una sesión fotográfica. Con la mirada, M.I.A (Mathangi Maya Arulpragasam, nacida en Londres en 1975) recorre la sala, quizás buscando la puerta más cercana. Pone fin a su “rastreo de reconocimiento” cuando se da cuenta de que la grabadora ya está en marcha. Pero es evidente que la cantante, rapera, productora musical, compositora y activista no quiere estar allí, ni mucho menos junto a Steve Loveridge, el director del documental “Matangi / Maya / M.I.A”, en el cual se narra su evolución como artista hasta llegar a ese nombre que le identifica y se lee deletreándolo (Em, ai, ei), y que viene a ser Missing in Action (desaparecida en combate). Se estrena en los cines este mes de noviembre.

Después de su primer álbum, “Arular” (lanzado en 2005), M.I.A consiguió colocarse entre las artistas más destacadas del ámbito musical internacional al incursionar en el hip hop, el dance alternativo, la música electrónica y el world music. Aunque aún se encuentra de gira con “AIM” (2016), su quinto álbum de estudio, tiene toda la intención de pulsarse el botón de “reiniciar”. ¿Cuál será el resultado? Está por verse. Por de pronto, la artista opta por quedarse con su plumífero puesto entre los hombres congregados en esta sala, ubicada en un hotel ultramoderno de la capital alemana, el día posterior del estreno europeo de “Matangi / Maya / M.I.A” en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Esta vez su profesionalidad prevalece ante su deseo de escapar.

¿Ver el documental «Matangi / Maya / M.I.A», donde se expone su vida y su evolución como artista, le ha hecho pensar en aquello que hubiera hecho de otra manera?

Soy muy impulsiva y actúo de forma impulsiva ante las reacciones de los demás. Creo que sería mejor no reaccionar ante nada, cosa que no he podido hacer hasta ahora, y créeme que lo he estado intentando (se ríe). Hasta dejé de twittear durante un buen tiempo. Sin embargo, la gente se molesta cuando no digo nada, algo así como: ‘¿Cómo se atreve a no abrir la boca? ¿Cómo puede tener Twitter y no decir nada?’. Es muy extraño, porque tiendo a caer en los extremos. Como cuando vivía en Los Ángeles y de un día para otro decidí regresar a Inglaterra, rechacé el dinero que me ofrecían. Me odiaron por rechazar la oportunidad de que me convirtiera en una “marca del sistema” como esas que venden ropa, comida o con una línea de productos para el pelo bautizados con su nombre. Siempre he sido muy criticada, no importa lo que haya hecho o dejado de hacer, por lo que no me arrepiento de nada en mi vida.

¿Cree usted que por ser mujer las críticas hacia su carrera y su compromiso político han sido más fuertes?

Más que un problema de género, creo que es algo cultural. Ha habido momentos en los que me han recordado que no soy una “estrella pop” al uso, de las que baila maravillosamente bien, irradia alegría y adora ser el centro de atención y que la mimen. De hecho, ni sé bailar ni he estado constantemente intentando llamar la atención. Me siento más cercana a las cantantes punk que de lo que vemos actualmente en Internet, en lo que se supone que es la forma en la que tiene que ser una estrella pop: lista para la foto en Instagram, fotografiándose desde todos los ángulos, posteando a diario sobre lo bien que te sientes… Ahora son más creadoras de contenido visual que de música.

¿Cómo fue el proceso por el que descubrió su talento para la música?

Fue muy adictivo. Trabajaba en tiendas y trabajillos del estilo porque no tenía dinero. Tenía un micrófono, que por cierto aún uso, y lo conectaba a esa caja (se refiere a un secuenciador Roland MC-505) y me maravillaba cada vez que lograba sacar de allí sonidos tan diferentes. Una y otra vez me decía: ‘¡Dios mío, no me ha costado nada!’ (se ríe). La sensación de creación me empoderó, porque para mí significaba que no dependía de nada exterior, sino de mí misma. De manera que durante tres meses no salí de casa. Hablaba con la gente por la ventana y me dejaban la compra en la puerta. Tampoco llamé a nadie por teléfono; literalmente desaparecí en un agujero para dedicarme a hacer sonidos.

Desde su punto de vista, ¿existe una brecha entre Maya y M.I.A?

Sí. Conocí a Peaches (artista de Neo electro) cuando yo era aún Maya. Eso fue en el 2000 y hasta el año 2003 no escribí ninguna canción. Con eso no quiero decir que, de repente, me convirtiese en una experta después de ver cómo funcionaba el secuenciador Roland MC-505 o que de siempre quisiera ser músico. Tuve una fase con Peaches y Justine (de la banda de rock alternativo Elastica), a través de la cual me di cuenta de lo que no quería ser y luego decidí marcharme a Sri Lanka. Una vez alguien me dijo que siempre tenía que tener presente que M.I.A y Maya son dos cosas diferentes, que yo iba a estar bien y que no me preocupara por el peligro de volverme loca (se ríe). Qué extraño, ¿no? Años más tarde veo que aún me enfrento a ese dilema.


Pedigrí de activista. Tal vez su madre la siga llamando Matangi, pero a nuestra interlocutora le quedan dudas sobre qué parte de esa mujer dividida en tres continúa hoy en activo, y sobre cómo conviven hoy en día la apasionada artista con la aguerrida activista. Steve Loveridge, quien conoce a Maya desde sus años de estudiante en el Central Saint Martins College of Arts and Design en Londres, le prohibió intervenir en el proceso de edición de “Matangi / Maya / M.I.A.”, por lo que el resultado final fue una verdadera sorpresa... sobre todo para M.I.A. Esta es la génesis de la “incomodidad” de M.I.A durante esta entrevista.

«No quería que fuera una influencia en el proceso», aclara Loveridge mientras M.I.A mira hacia el vacío. La amistad y la objetividad estaban en medio, argumenta quien fue testigo cercano de la transición no solamente artística sino también del despertar y desarrollo en el activismo político de Maya.

Siendo hija de uno de los fundadores del grupo político tamil Eelam Revolutionary Organisers, sus viajes a Sri Lanka le abrieron los ojos aún más a Maya, fortaleciendo su compromiso con los tamiles al asumir que era representante de esa minoría y convirtiéndose, además, en icono de los refugiados en Gran Bretaña. «Aunque Maya tiene la reputación de ser provocadora y problemática, es una activista muy comprometida», describe Steve Loveridge con conocimiento de causa. «Nunca va a decir: ‘Tú eres un hombre blanco privilegiado”, porque critica el sistema pero, sin embargo, no suele entablar una lucha a nivel personal». No obstante, M.I.A es una activista tan incómoda, tanto de palabra como a través de sus canciones, que EEUU le ha negado varias veces el visado para entrar en ese país.

¿Le hubiera gustado tener voz y voto en el proceso de edición de «Matangi / Maya / M.I.A»?

Sí. Todavía sigo teniendo la intención de hacer una reedición (sonríe con sorna).

¿Qué quitaría usted del documental?

¿Qué quitaría? Pues cosas que están de más (hace una pausa), como toda esa parte después de la Super Bowl, cuando estoy comiendo garbanzos y hablando de cosas sin ninguna trascendencia. Podría incluir alguna otra parte que mereciera más la pena.

«Ah sí, esa parte, cuando te sentías miserable metida en la cama», interviene Loveridge. Esta es parte de la historia: Junto a Madonna y Nicki Minaj, M.I.A escribió la canción “Give Me All Your Luvin” para “MDNA”, el álbum de estudio número doce de Madonna. En una fastuosa puesta en escena durante el descanso de laSuper Bowl de 2012, M.I.A saltó la barrera de la censura y, en lugar de la palabra “mierda” (tal como figura en la letra de la canción), mostró a la cámara su dedo medio. Más de 114 millones de televidentes fueron testigos de ese momento. Las consecuencias no se hicieron esperar: M.I.A fue demandada, con una cifra de muchos ceros a la derecha, por daños y perjuicios por la Liga Nacional de Fútbol Americano. Mientras que Madonna, quien reinventó la transgresión, desaprobó el gesto, dejando prácticamente sola a M.I.A.

Hace poco alguien me dijo que es mejor no conocer a tus ídolos porque pueden decepcionarte. Eso me hace pensar en Madonna, a quien siempre usted ha admirado. ¿Cómo fue trabajar con ella y cómo asumió que no le apoyase al ser demandada?

Cuando empecé con la música era bastante mayor. Tenía 27 años, por lo que ya había tenido el tiempo suficiente para crecer y desmarcarme de mi idolatría hacia las estrellas de la música pop. Cuando vi desde dentro el mundo de Madonna durante la organización del show de la Super Bowl, me di cuenta de que cuando eres una pop star estadounidense más bien eres un gran negocio. Si tienes ganas de hacer una mínima pregunta y osas formularla, o si quieres aportar algo, aunque sea algo mínimo, tiene que pasar por doscientas personas para que le den el visto bueno. ¿Sabes lo que significa eso? Pues que Madonna es una corporación con un CEO (siglas del inglés Chief Executive Officer o director ejecutivo). En realidad, lo que conocí fue la marca Madonna. Entonces, por esa razón y porque yo también me dedico a la música, conocía la gran diferencia que existe entre ser una música alternativa indie y la inmensa industria musical. Y, más aún, porque al entrar en el mundo de Madonna, entrabas en Madonna Corporation pero, a pesar de que estaba siempre rodeada de todo aquel aparataje, como persona ella es increíble.

Una vez dijo que el mejor trabajo del mundo es ser una «pop star». ¿Aún piensa así?

No. Lo hice fatal, era muy mala como tal. Y no es que todo sea por mi culpa o que estemos detenidos en el tiempo, porque las cosas cambian: hasta la industria musical ha cambiado. Un ejemplo es Jimmy Iovine, de Interscope, el sello disquero con quien firmé después del Coachella Festival (en 2005), que ahora está en Apple (Music).

¿Pero volverá a publicar un álbum?

Adoro la música y adoro bailar, y eso va a ser siempre parte de mí. Sin embargo, siento que necesito hacer algo diferente para recomenzar desde cero.