TERESA MOLERES
SORBURUA

La savia sube en primavera

Las flores de San José de un amarillo pálido, las belloritas o pequeñas margaritas y los ranúnculos de flores azafranadas ya están aquí cubriendo las praderas bajo los árboles. Los campos parecen así imitar los jardines de placer de los tapices medievales. La vegetación despierta de su letargo invernal. La savia sube hasta alimentar las ramas, muchas veces alejadas a decenas de metros del suelo. Y la pregunta que nos hacemos en esta época del año es ¿de qué manera sube la savia? La savia puede ser de dos clases: la “bruta” es la que sube desde las raíces y se compone de agua, minerales, azúcares y sustancias necesarias para regular el crecimiento, entre otras funciones. Esta savia bruta, por medio de la fotosíntesis, se convierte en savia “elaborada” que se traslada por todo el sistema. Los azúcares convertidos en sacarosa, además de aminoácidos y sales, van hasta los tejidos de crecimiento, de almacenaje, frutos, semillas y raíces.

La naturaleza se vale de cuatro fuerzas para realizar este proceso. Una es el agua que tienen sus moléculas, unidas por enlaces de hidrógeno, lo cual le permite una cohesión elevada y hace que pueda soportar la columna de agua hacia arriba sin romperse; además, se adhiere a las paredes leñosas de los tallos. Otra de esas fuerzas es la capilaridad. Lo entendemos con un ejemplo simple: si metemos un tubo muy fino en agua esta sube por el tubo sola hasta una altura dependiendo del diámetro del recipiente. Este fenómeno permite que por los vasos vegetales inferiores a 1 milímetro suba el agua.

El empuje de las raíces es otra de las fuerzas, porque el agua del suelo está menos concentrada en sustancias nutritivas que el agua que tienen las células absorbentes de las raíces. Para compensar esta diferencia, penetra en las células de las raíces y crea presión para subir desde la parte baja de la columna de la savia.

Asimismo, la savia cuenta para subir con la aspiración de las hojas. En la epidermis de las hojas existen unas células, llamadas estomas, que se abren o cierran. Cuando se abren, las hojas transpiran y pierden agua y se crea un vacío que hace ascender la savia para que las hojas vuelvan a tener agua y continúe el proceso de elaboración de los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas.