MIKEL INSAUSTI
CINE

«Biseuteo»

Aunque la distribuidora Alfa Pictures anunció el estreno de este violento thriller surcoreano de acción, bajo el título internacional de “The Beast” (2019), para el pasado día 24 de julio, lo cierto es que no llegó a las salas locales. Por lo que sería interesante que alguno de nuestros exhibidores lo recuperara, ya que merece la pena poder disfrutarlo en la gran pantalla, sin esperar a su programación en las plataformas digitales y las televisiones. Demanda plena atención al tratarse de la ópera prima de Lee Jeong-ho, quien muestra unas buenas maneras para el cine de género, y a nada que prospere se unirá sin duda al club selecto de los maestros de su país que tanto han aportado al “asian noir”, como Bong Joon-ho con “Memories of Murder” (2003), Park Chan-wook con “Old Boy” (2003) o Na Hong-jin con “The Yellow Sea” (2011). Sería un error pretender que el debutante alcanzara ese nivel a las primeras de cambio, y es más justo apreciar que está en el buen camino y disfrutar desprejuiciadamente con su enérgica propuesta, siempre y cuando seamos amantes de un tipo de cine que nos llega de Corea del Sur en su expresión más genuina.

Una de las corrientes características del cine surcoreano es la realización de remakes, si bien en la mayoría de los casos resulta difícil reconocer el rastro argumental o estilístico de la película original, porque saben hacer su propia versión adaptada a la cultura oriental. Razón por la que en el viaje creativo de Occidente a Oriente salen airosos frente al itinerario contrario, sin que los remakes anglosajones de sus películas hayan convencido tanto. Un claro ejemplo de todo ello es “Biseuteo” (2019), en teoría basada en el polar francófono de Oliver Marchal “Asuntos pendientes” (2004), que presentaba un pulso interpretativo entre nada menos que Gérard Depardieu y Daniel Auteuil. En la traslación han desaparecido muchos elementos, sin rastro de la trama romántica o del móvil de los robos de joyas. Bien mirado, la versión coreana tendría más puntos de contacto con el clásico literario de Joseph Conrad “El duelo”, que fue adaptado por Ridley Scott en su magistral y nunca superada ópera prima.

La de Lee Jeong-ho es una obra mucho más oscura, mucho más tensa y desencantada. La rivalidad entre los policías Min-tae (Yoo Jae-myung) y Han-soo (Lee Sung-min) es totalmente visceral y no atiende a causas lógicas. Se atacan mutuamente casi por instinto, sin que el relato aclare nunca el origen de su enemistad, o si realmente llegaron a ser colegas alguna vez y algo torció o truncó su relación. Lo que importa es el caso que en el tiempo presente les tiene tan cruzados, y la lucha por el ascenso policial mediante la posible resolución del caso y hallazgo del asesino en serie es la llama que ha terminado por encender la mecha del odio irracional.

Todo empieza con la aparición del cadáver de una joven estudiante, al que han amputado salvajemente sus miembros. Al principio las pesquisas se cierran en falso con la detención de un sacerdote que estaba obsesionado con la chica. Pero no podía ser tan fácil ni tan obvio, así que en cuanto empiezan a sumarse a la lista otras víctimas las sospechas sobre un psicópata o asesino ritual van en aumento.

La atmósfera malsana que rodea a esas muertes está muy conseguida, con una tensión narrativa que crece a través de escenas climáticas, sobre todo de cara al desenlace. Las dos horas y diez minutos de duración dan para muchas subtramas, que amenazan con distraer al espectador del asunto central. La textura visual es densa y las escenas de comisaría tienen la fisicidad del cine negro nórdico.

Otro aspecto que comparte con las películas surgidas del frío es el de la observación crítica de la corrupción policial y humana a todos los niveles, planteando el dilema moral entre los métodos supuestamente legales y los delictivos, sin que al final se sepa muy bien si son más peligrosos los servidores del orden o quienes están del otro lado de la ley.