BERTA GARCIA
CONSUMO

La cuesta de setiembre

Quienes tienen hijos e hijas en edad escolar, a estas alturas ya pueden hacer el balance de lo que ha supuesto para la economía familiar la vuelta a clase. El problema es que los desembolsos especiales han venido para quedarse todo el curso, con el añadido de los gastos domésticos destinados a mantener a raya al virus, léase uso de lavadoras, geles y desinfectantes varios, así como equipos de vestuario escolar dobles y aumento del uso de duchas. Es lo que tiene vivir con un extraño en casa sin fecha fija para que se marche.

En una familia el gasto extra en mascarillas para el curso escolar alcanzaría los 324 euros anuales por vástago, que para colmo no gozan de un IVA reducido, y suma y sigue con el resto de lo enunciado anteriormente. Material que difícilmente entra en las partidas para becas o en un reparto gratuito desde el sistema público de salud. En definitiva, un lastre económico (además de emocional) que, como siempre, toca de lleno a las economías más endebles.

Material de uso personal. Por justicia habría que tomar medidas al respecto, que deberían llegar también a las personas mayores con bajos ingresos, porque las mascarillas son de uso obligatorio a partir de los seis años, y con escasez de recursos pasa como con las comidas que uno estira hasta donde se puede. Y es que las recomendaciones apuntan a «al menos dos comidas sustanciosas al día y cambio de mascarillas cada cuatro horas, acompañadas con higiene personal frecuente y lavado de ropas a una temperatura de 60 °».

Bueno, el curso no ha hecho más que empezar y con los txikis todo va relativamente bien, habrá que cruzar dedos para que siga de forma presencial porque, como se pase a una nueva fase virtual, la tenencia o carencia de ordenadores y su correspondiente gasto de conexión doméstica va a ahondar la tan temida brecha digital. Y no es porque no se haya dotado a los centros de material informático, no, es porque de momento no hay acceso a ese material salvo que sea de uso personal, como los bolígrafos y los botellines de agua.