Jone Buruzko
IRUDITAN

Calores de récord

Mientras medio mundo se congela, la otra mitad se asfixia. Los chavales de esta hermosa imagen pasándolo bien y refrescándose en un juego de agua del Parque de los Niños, en Buenos Aires, son la prueba. Aunque en Argentina, especialmente en el populoso cinturón urbano de la capital, están molestos por los cortes masivos en el suministro eléctrico que en algunos casos llegan hasta las doce horas sin electricidad. Los argentinos, como cada verano, acaban de afrontar una fuerte ola de calor y tras rondar los 42 grados andan mirando el récord de 43,3 °C registrado en Buenos Aires en 1957. Quizás, cuando este número de 7K vea la luz, ya se haya producido o no. En otros sitios todavía es peor. Hace diez días el mercurio alcanzó una temperatura máxima de 50,7 °C en una remota ciudad de Australia Occidental llamada Onslow, igualando exactamente esta «plusmarca aussi» cuando hace 62 años, concretamente el 2 de enero de 1960, el termómetro del aeropuerto de Oodnadatta, en el sur de Australia, constató la misma cifra. Lo peor de todo es que aseguran que estos calores podrían volverse habituales debido al calentamiento global y calculan que para 2030 en ciudades como Sydney o Melbourne habrá soporíferas jornadas de verano de hasta 50 grados. Desde el Consejo climático del país advierten que las olas de calor son «asesinas silenciosas» en Australia y causan más muertes que cualquier otro evento climático extremo.