Javi Rivero
Cocinero
GASTROTEKA

Manual de supervivencia, el esfuerzo sabe rico

El reciente apagón, sobre todo en los lugares en los que la electricidad tardó horas en llegar, también influyó en las cocinas. Para el chef de 7K no hay excusa que valga a la hora de comer y cocinar, así que ha preparado un práctico manual de supervivencia con consejos gastronómicos.

(Getty)

Amigos, familia, todo es relativo en esta vida. Y no es que esté pasando por una crisis existencial, que podría ser, es tan solo que con lo ocurrido hace un par de semanas, lo del día aquel que pasamos sin luz, no paro de darle vueltas al hecho de lo vulnerables que somos, también en cuanto a las cosas del comer se refiere. Y así de tajante y firme me presento este domingo, queridos.

Cómo puede ser que teniendo el que ha sido hasta ahora el mejor día de “pre” verano, 25 grados, cielo azul y totalmente despejado, no fuéramos capaces de organizarnos una salida al monte con un bocata o lo poco frío que tuviéramos en la nevera. Si es que sobraba luz y no estábamos mirando donde había que mirar. Parece que nos alimenta e ilumina más la pantalla y estar conectados con la otra punta del mundo que la conexión real y natural que tenemos, la mayoría a máximo 10 minutos de casa. Todo es cuestión de perspectiva, amigos, que, para lo que queremos, bien que nos organizamos y esquivamos imprevistos a golpe de argumentos que se sostienen peor que un árbol de kiwis (se sostienen, por lo general, mal).

Llevo dándole vueltas a la idea de lo mucho que nos cuesta ser resolutivos en situaciones como esa, en las que nos quedamos “parcialmente” -que no totalmente- vendidos frente a la acción de cocinar. Puede que la dependencia eléctrica de las cocinas de hoy en día se traduzca en vulnerabilidad culinaria, pero que esto no sea un problema está en nuestras manos. Os he hablado sobre el aumento del consumo de la quinta gama (platos precocinados), de la que sí es buena, estoy muy a favor, pero también os digo que esto no puede sustituir por completo dentro del sistema alimentario de uno mismo el acto de cocinar. Thermomix, Air Fryers, Taurus… son mil los cachivaches con los que la gente deja de pensar para alimentarse lo más rápido posible, haciendo alarde y convenciéndose a uno mismo de que lo que ha preparado esta rico “para lo poco que le ha costado”. Es decir, ¿estamos empezando a valorar si algo está rico o no en función del esfuerzo que nos ha costado? Me llevo las manos a la cabeza. Esto es real, es imparable y es un problema que ha llegado para quedarse. Bueno… imparable no, que con lo del corte de luz, ya veía a más de uno tirando la freidora de aire por la ventana o dándole fuego para calentar la cena.

Ha hecho falta un susto de este calibre para darnos cuenta de lo mucho que nos hace falta saber cocinar y tener recursos. Además, parece que se nos olvida que existen las ensaladas, las conservas, los embutidos, los quesos… Un sinfín de productos con los que matar el hambre y terminar viendo con otros ojos la ausencia de fuegos para cocinar.

Tan solo hay que practicar de vez en cuando para que, cuando se dé la ocasión de un día muy caluroso, un día en el monte, en una borda, en la playa o se vaya la luz y no tengamos carbón ni gas, estar preparados para enfrentarnos al hambre con un bocado digno de servirse en la comida del cumpleaños de cualquiera de nuestras amonas. Tomaos las líneas que quedan como un manual de supervivencia con gusto, sabor y un poco de vicio.

Sandwich de tartar: Todos tenemos algún filete de vaca o ternera en el congelador. Se trata de sacar a descongelar la pieza y, estando todavía un poco congelada, picarla lo más fina posible, descartando grasas y nervios. Quedaos solo con la parte magra del filete. Picadlo con el cuchillo lo más fino que podáis y lo pasáis a un bol. En el bol, añadís una cucharada de la mayonesa que tenéis en una balda de la nevera desde estas navidades. La que era para los langostinos… esa. Si tenéis mostaza, añadid una pequeña parte, al gusto. Unas piparras, alcaparras, pepinillos o aceitunas, lo que tengáis, también al gusto, muy muy picaditas. Un golpe de pimienta negra, sal, una cucharada de aceite de oliva virgen extra y un chorrito del pedazo de limón olvidado en el cajón de las verduras. Lo mezcláis todo bien y os preparáis un bocata o un sandwich. Si sois fans del picante, por favor, dadle caña a ver si se calienta solo…

Anchoa, mantequilla y nueces: Valen las tostas secas que tenemos para el café de la mañana, pan de molde o pan clásico. Con las manos, dadle calor a la mantequilla para que adquiera la textura pomada, extendedla bien por el pan y aderezadla con un golpe de pimienta blanca. Por encima, los lomos de anchoa en salazón que queráis y mucha nuez rallada, como si se fueran a acabar las nueces en todo el mundo. Que quede un montículo. Una gotita de aceite y pedazo de tosta de anchoa con mantequilla y nueces que hemos tardado en preparar 5 minutos.

Mixto de jamón y queso: Vale cualquier queso. Desde los quesitos de queso fresco y hasta el queso viejo, viejísimo, que tenemos olvidado al lado de la mayonesa olvidada para los langostinos navideños. Picáis el queso lo más fino posible y, en un bol, salpimentad y añadid unas gotas de aceite de oliva. Picad el jamón, el chorizo, el pavo, choped o salchichón en daditos pequeños o, simplemente, os picáis las lonchas y las mezcláis a partes iguales con el queso aliñado. De esta forma, le dais la vuelta al mixto de toda la vida y, además, si os quedáis sin luz, no os moriréis de hambre y aburrimiento culinario (ojo, que no tengo nada en contra del mixto, que luego caen etiquetas).

Jamón con tomate y pimientos: Se trata de una versión low fire (sin fuego) de las magras con tomate de toda la vida. Picad lo más fino posible un par de pimientos del piquillo en conserva y mezcladlos con 4-5 cucharadas soperas de tomate frito, aceite de oliva, pimienta y sal. Tiene que quedar una salsa ligeramente pastosa. Si hace falta, podéis machacar contra la tabla, con un tenedor, los pimientos antes de mezclarlos. Añadid a la mezcla las lonchas de jamón que queráis meter después entre pan, esperad media horita y preparaos el bocata.

Atún con vinagreta de limón, naranja o lima: Tal como os lo imagináis. Picáis una cebolla, puerro o el vegetal del estilo que tengáis, lo aderezáis con aceite, vinagre y sal. Lo reposáis 5 minutos y, seguido, añadís la cantidad de atún en conserva que queráis. Añadid mayonesa para que quede todo bien emulsionadito (esa misma mayonesa que teníais olvidada en la balda para los langostinos de Navidad, pero que habéis utilizado dos veces para estos bocatas). Justo antes de meter la mezcla entre pan, añadid un chorro de limón, lima o naranja y la ralladura de la fruta entera. Mezcladlo bien, rellenad el pan y a gozar (con un par de piparras en vinagre, mejora considerablemente).

Hala familia, bajad el automático de casa sin que nadie se entere y ¡todos a practicar!