Paradigma artificial

En los últimos años ha irrumpido en nuestro mundo un avance tecnológico que está cambiando el paradigma de nuestro tiempo. Su presencia, de la que aún solo hemos experimentado una mínima parte, marcará sin duda una nueva era e influirá en cómo entendemos nuestra relación con la tecnología y todos aquellos campos en los que esta tiene un papel protagonista. Nos referimos, cómo no, a la omnipresente Inteligencia Artificial (IA). Una disciplina perteneciente al mundo de la computación cuyo objetivo es la creación de sistemas que puedan ejecutar procesos y razonamientos similares a la mente humana.
Desde hace unos años, la IA ha aparecido para integrarse en nuestros dispositivos, buscadores y redes sociales, siendo capaces de procesar grandes cantidades de información que dan respuesta a nuestras preguntas. En un desarrollo mucho más profundo, se está integrando en campos como la investigación médica o la ingeniería, algo que evidencia que la Inteligencia Artificial ha venido para quedarse. Por otro lado, el uso de la IA ha desatado una serie de preocupaciones a nivel medioambiental. La ONU ya ha advertido del gran gasto energético que supone el uso de esta tecnología, así como el flujo de agua que conlleva el enfriamiento de los servidores que alojan todos estos datos.
El ámbito que nos ocupa, la cultura en general y el arte contemporáneo en particular, se ha visto directamente implicado en el nuevo escenario que la IA ha venido a plantear. Las posibilidades para crear cualquier contenido se han visto multiplicadas mientras los debates sobre derechos de autor, la práctica del extractivismo cultural y la precarización del sector, son centrales en el análisis de la cultura actual. Para el artículo de hoy, reseñamos dos exposiciones que han sido creadas mediante el uso de IA. Hasta mediados de octubre, el Museo Guggenheim alberga “in situ: Refik Anadol”. El Refik Anadol Studio está detrás de esta propuesta que reinterpreta, en varias fases, la arquitectura del creador del museo bilbaino Frank Ghery. El resultado es una formalización efectista y que busca sin complejos una pirotécnica espectacularidad de la que quizás podríamos echar de menos un análisis crítico sobre la propia metodología.
Desde otro lugar, el Espacio Marzana acoge hasta el próximo día 30 a Martín López (Bilbo, 1993) y una propuesta fotográfica en la que el autor recrea mediante IA espacios en blanco y negro de un mundo a medio camino entre lo real y lo onírico.
Debemos aceptar cuanto antes que la IA ha venido para quedarse. Aún no sabemos cuál será el papel que el arte asumirá ante este nuevo modo de crear, ni cuáles son las posturas que, como público, deberemos adoptar. Quizás lo único que podemos hacer es no perder de vista todo lo que está sucediendo y seguir pensando que la única manera de estar alerta es trabajar nuestra mirada crítica.
No mirar arriba

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