Periodista / Kazetaria
LOS GUARDIANES DE LAS LENGUAS

La tierra de Babel de las lenguas minorizadas

Gasteiz se convirtió en la capital mundial de las lenguas minorizadas gracias a que activistas lingüísticos de Europa, África, América, Asia y Oceanía compartieron sus luchas por revitalizar sus idiomas y evitar su extinción. Porque la mitad de las hablas del planeta desaparecerán este siglo, aunque hay jóvenes que combaten desde sus comunidades para impedir su final. Perder su lengua supone arrancar sus raíces.

Encuentro en Gasteiz de jóvenes que hablan 68 lenguas minorizadas en el mundo. (Asier VERA)
Encuentro en Gasteiz de jóvenes que hablan 68 lenguas minorizadas en el mundo. (Asier VERA)

Pantatina lou niñeñe’ [«Orgullosa de mi lengua»]. Así lo expresa en garífuna Floren Santos (Trujillo Honduras), quien se ha transformado en el escenario en “Queen Kartel” para hacer bailar con sus enérgicos ritmos caribeños a jóvenes procedentes de los cinco continentes, que tratan de seguir sus intrincados pasos. Santos usa la danza y el canto para revitalizar su idioma, cuya continuidad peligra en un mundo cada vez más globalizado. Quienes están debajo del escenario tratando de imitar sus bailes comparten con ella la misma lucha por evitar que sus lenguas vayan desapareciendo. Todos ellos participaron en Gasteiz en el V Encuentro de Jóvenes Hablantes de Lenguas Minorizadas (HIGA), celebrado entre el 14 y el 18 de julio.

Se trata de una iniciativa que, desde el 2011, tiene lugar cada dos años en la capital vasca y en la que jóvenes activistas, de entre 18 y 35 años, comparten lo que están haciendo en sus respectivos países para impedir la muerte de las 68 lenguas que hablan: desde “nidos lingüísticos” para inculcar el idioma a niños y niñas, hasta wikipedias en lenguas indígenas o un Euskaraldia en sardo en la isla de Cerdeña. Nada es suficiente para luchar contra la discriminación que sufren muchas de estas lenguas, que en algunos países de África y Latinoamérica son vinculadas con pobreza y falta de educación, por lo que poco a poco se van perdiendo.

Según la Unesco, el 40 por ciento de las más de 6.700 lenguas que se hablan en el mundo están amenazadas de extinción a largo plazo, debido a la falta de hablantes. Según advierte, esto tendría «graves consecuencias para la diversidad cultural y pondría en peligro conocimientos y saberes centenarios que podrían ser decisivos en los esfuerzos de la humanidad por resolver los retos de este siglo, entre ellos el cambio climático y la pérdida de biodiversidad». En este contexto, la Unesco celebra el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (2022-2023), con el que pretende llamar la atención sobre la «pérdida dramática» de las lenguas indígenas y la urgente necesidad de revitalizarlas».

Arriba activistas lingüísticos de Guatemala, Ghana, Nigeria, Bolivia, México y Honduras. (Asier VERA)

‘Zaintzen dena hazi egiten da’ [«Lo que se cuida, crece»]. Durante el encuentro, el coordinador de Garabide, Jon Sarasua, fue el encargado de mostrar los pasos que ha dado el euskara para su revitalización en los últimos 60 años de resistencia, en los que ha habido un despertar tras un camino «tortuoso de luces y sombras». Recordó que la prohibición del euskara «no es tan vieja» y mostró la fotografía de un cuaderno en el que se obligó a un niño a escribir mil veces: «En la escuela no tengo que hablar vasco». Para llegar a la actual situación, Sarasua señaló que tuvo que haber una «reacción muy fuerte» por parte de la sociedad vasca y un «cambio en la mentalidad de la comunidad». Se pasó de un relato de víctimas, que mantenía que «nos han oprimido y discriminado», a un nuevo relato que sostiene que el euskara es una «lengua de futuro y de un pueblo más justo».

La idea, según remarcó, era convencerse de que «nuestros hijos e hijas podrían ser ingenieros o periodistas en euskara». Para eso, «necesitábamos un sistema educativo que enseñase nuestra lengua y empezar un corpus para extenderla al ámbito cultural, a los medios de comunicación, a la Administración, al ámbito laboral y a las nuevas tecnologías. Pese a que todo ello se ha conseguido, el euskara, según reconoció, tiene nuevos retos, como crear nuevos hablantes y darle más funciones. Sin embargo, Sarasua indicó que, pese a que la situación de cada pueblo es particular, estos problemas son compartidos, razón por la cual aboga por crear una Federación Mundial de Lenguas Minorizadas, con el fin de «organizarnos de mejor manera para lograr una voz ante la ONU y la Unesco».

Por su parte, Viviana González, del pueblo Nasa de Colombia, coincide en que los pueblos con lenguas minorizadas «no estamos en una lucha aislada, sino que hemos establecido una red solidaria». No obstante, recalca que «no hay una forma única de hacer una revitalización, sino que cada pueblo encuentra su camino». Advierte de que «no hay revitalización si los hablantes no estamos en unas condiciones dignas para hablarla, ni nos sentimos orgullosos».

Activistas lingüísticos del norte de África. (Asier VERA)

Albert Badosa, coordinador de HIGA, detalla que, en el encuentro de este año, se han juntado hablantes de lenguas minorizadas de Ghana, Egipto, Nigeria, Marruecos, Argelia, Canadá, EEUU, México, Guatemala, Perú, Colombia, Ecuador, El Salvador, Vietnam, Bangladesh, Turquía, Tíbet, Australia, Rusia, Ucrania, Croacia, Irlanda, Italia y Estado francés. Asimismo, han participado hablantes del euskara, catalán, gallego y asturiano. Una de las actividades que puso de manifiesto la “tierra de Babel” en la que se convirtió Gasteiz durante una semana fue la lectura radiofónica de un mismo cuento en distintas lenguas.

Badosa apunta que el punto en común que comparten todas las lenguas minorizadas es la discriminación que sufren y que pueden ser de raíz económica, racista o patriarcal. «Lo bueno de este encuentro es que la gente puede ver que no está sola y que los problemas que sufre su comunidad los padece otra de manera un poco diferente», explica, al tiempo que recuerda que «el 99 por ciento de las lenguas que han muerto ha sido por razones extralingüísticas; es decir, por políticas económicas, sociales y militares».

«NUNCA HAN MUERTO TANTAS LENGUAS COMO AHORA»

De acuerdo a la Unesco, de los 6.000 idiomas existentes en el mundo, más de 200 se han extinguido en el curso de las tres últimas generaciones, 538 están en situación crítica, 502 seriamente en peligro, 632 en peligro y 607 en situación vulnerable. «Nunca han muerto tantas lenguas como ahora. Desde la llegada a América de los europeos, el número se ha reducido de 12.000 a 6.000 y se estima que la mitad de ellas se morirán en el 2100», lamenta el coordinador de HIGA. Por ello, June Telletxea, subcoordinadora del Encuentro, censura que hay una «estrategia» para exterminar las lenguas, por lo que este tipo de eventos son un «espacio de resistencia». Actualmente, lamenta que el ‘linguicidio’ está «socialmente aceptado», debido a la involución actual con el regreso de «la derecha y el fascismo». No obstante, aboga por «salir del rol de víctima que no nos lleva a ningún lado» y pensar que hay personas que luchan por «sobrevivir cuando las necesidades básicas no están cubiertas» y, por tanto, defender su lengua no es su prioridad.

Activistas lingüísticos de Cerdeña. (Asier VERA)

‘Jantape' tiqach'ab'ej ri qach'ab'äl, richin nikotz'ijan pa qak'u'x rik'in kikotem’ [«Hablemos nuestro idioma, que florezca en nuestros corazones con alegría»]. Son palabras de Cecilia Tuyuc, activista en lenguas indígenas. Desde el municipio guatemalteco de Comalapa,ha constatado que ha habido un «retroceso muy grande» en su lengua, el kaqchikel, dado que las personas que lo hablan desde siempre «tienen más de 40 años, mientras que los que tienen menos no lo están transmitiendo y cada vez hay menos niños que lo usan». Por ello, en su comunidad impulsó lo que denomina como “nido lingüístico”, para enseñar a hablar su idioma a 15 niños y niñas.

Tuyuc precisa que no se trata solo de que aprendan la gramática o memoricen el Kaqchikel, sino que lo relacionen con las prácticas de la vida cotidiana, como la siembra, la gastronomía, el arte o las ceremonias de la cosmovisión maya. En 2017, se sumó a la primera incubadora en Wikipedia de kaqchikel, una de las 22 lenguas mayas que se emplean en el país centroamericano. Desde que se pusiera en marcha esta iniciativa en el 2011, ya se han escrito 236 artículos de los 800 que se requieren para que salgan de la incubadora y se cree la Wikipedia kaqchikel.

La activista guatemalteca revela que las escuelas de Guatemala están impartiendo su lengua, si bien los niños y niñas ven su aprendizaje como una obligación y esto ha generado que «no les apetezca» hablarlo. Lamenta que los abuelos y abuelas, que son los nativos en kaqchikel, no están transmitiendo la lengua, tal como sí hicieron con ella. «Estamos haciendo muchos esfuerzos para que no desaparezca, pero está en riesgo si no hay un cambio en la estructura educativa para que los niños y niñas aprendan el idioma con amor y alegría», avisa Tuyuc.

En ese sentido, advierte de que la desaparición de su lengua supondría la desaparición de todo el conocimiento ancestral y de la cultura kaqchikel, porque «hay muchas cosas que no se pueden traducir y que solo se pueden decir en esa lengua, como pedir permiso a la madre tierra cuando se empieza a sembrar porque la vas a herir o pedir permiso cuando se corta un árbol porque es una vida».

Tuyuc compara la situación actual del kaqchikel con la que había hace 50 años con el euskera, «cuando se empezaron a hacer festivales culturales, se unió la comunidad y se empezaron a construir ikastolas». Por ello, reconoce que es inspirador para ella conocer la experiencia de revitalización lingüística en Euskal Herria porque sería «ideal para nuestro idioma que, por ejemplo, fuera obligatorio saber el idioma maya de la comunidad para lograr un puesto en una institución pública».

Sin embargo, recuerda que las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales de Guatemala no son las mismas, teniendo en cuenta que en su país hay «mucho racismo y desigualdades» y, por tanto, cree que no se puede hablar de revitalización lingüística cuando «hay otros problemas más graves y urgentes por resolver, como el extractivismo, los derechos de la mujer o la violencia sexual». Ello provoca que la lengua quede en un «segundo o tercer plano y eso está haciendo que nuestros pasos sean muy lentos todavía».

Pese a ello, sueña con un futuro en el que pueda vivir en su lengua y, «sobre todo, pienso en mi hija de 10 años para que pueda hablar en su idioma con orgullo en todos lados, tanto en la escuela, como en la calle, con sus amigas y en el trabajo». Así, considera que eso no será posible para la gente de su generación, pero es «necesario que hagamos el trabajo ahora para que mañana sea posible».

Cecilia Tuyuc (Guatemala), Eberechukwu Bernard (Nigeria) y Floren Santos (Honduras) hablan el kaqchikel, el etche y el garífuna. (Asier VERA)

‘Etche Chika!’ [«Larga vida al etche!»]. La misma situación padece a miles de kilómetros Eberechukwu Divine Bernard, quien habla el etche, una lengua al sur de Nigeria con 25.000 hablantes. «El relato es que hablar esta lengua en particular significa tener un bajo nivel educativo y no tener cultura», señala, al tiempo que remarca que ella demuestra que eso no es así, dado que «yo la hablo y soy una de las personas con mayor educación de mi comunidad». Por ello, lucha para que la gente joven se sienta orgullosa de emplear el etche, teniendo en cuenta que, actualmente, «nos enfrentamos a la pérdida de la lengua porque no se transmite».

Detalla que hay dos factores que influyen: «los ancianos han perdido la necesidad de enseñar la lengua y la juventud tampoco necesita hablarla». Bernard asegura que las lenguas mayoritarias en su país están «eclipsando y apoderándose totalmente de las minoritarias como la mía», sobre todo, teniendo en cuenta que su idioma no forma parte del currículum de educación a diferencia de otros, como el igbo, yoruba o el hausa. Por este motivo, resalta que su trabajo consiste en intentar convencer al Gobierno para que incluya su lengua en el sistema educativo, al menos, en la zona en la que ella vive, porque «es muy triste que la gente joven de mi edad sepa otras lenguas, pero no el etche».

Momen Talosh ha emprendido un camino similar creando hace cinco años una aplicación en internet para enseñar la lengua nubio a los niños y niñas de Egipto y Sudán. Su objetivo es evitar que desaparezca este idioma, que hablan aproximadamente 20.000 personas. Sin embargo, lamenta que en Egipto no hay ninguna escuela ni universidad que la enseñe, a pesar de lo cual sí cree que el nubio tiene futuro. «Estaría muy bien aprender de lo que se ha hecho en Euskal Herria para proteger el euskara, porque yo escucho esta lengua en la calle, en la radio y la televisión, por lo que ojalá un día el nubio sea igual», desea.

UN EUSKARALDIA EN SARDO

‘Sardu, si ses Sardu, semper sa limba tua apas presenta’. [«Sardo, si eres sardo, siempre tengas presente tu lengua»]. Marco Piras y Ricardo Pisu son hablantes del sardo, que lo emplean 1,5 millones de personas en la isla de Cerdeña. Lamentan que el problema más grande de su idioma es que «se ha bloqueado la transmisión intergeneracional», dado que, al igual que ocurre con el resto de lenguas minorizadas en el mundo, «la han pintado como que solo se usa para cosas no importantes».

Para evitar esta estigmatización, han comenzado a hacer iniciativas como impulsar un Euskaraldia en versión sardo, «no de forma tan grande, porque no tenemos recursos, pero lo hicimos durante dos días en un festival organizado por la Asamblea Nacional Sarda y algunas personas se pusieron la chapa que ilustraba una boca libre y una oreja atenta». Gracias a ello, Piras relata que empezó a hablar sardo con un amigo con el que siempre se había comunicado en italiano, al comprobar que ambos dominaban esta lengua.

Otros proyectos para potenciar el idioma han sido realizar excursiones a la naturaleza y visitas guiadas a museos en sardo, algo que «antes no lo hacía nadie y así la gente tiene la posibilidad de escuchar esta lengua, porque a lo mejor vive en una ciudad en la que no se habla mucho». Al igual que sucedió en su día con el euskara, recuerdan que su lengua también estuvo prohibida en la escuela «y nuestros padres sufrieron, porque si alguien la hablaba, se tenía que sentar bajo garbanzos como castigo».

‘Lu gaddurésu ci conta l’istória di ca semu stati e di cosa facíami, ma è ancóra la linga chi ci dici cosa semu óggji e aremu a esse dumani’. [«El gallures nos cuenta la historia de lo que hemos sido y de lo que hacíamos, pero también es la lengua que nos cuenta lo que somos y lo que vamos a ser mañana»]. Quien dice esta frase es Caterina Vittoria Roselli, quien, al igual que 70.000 personas, habla el gallurese, uno de los cinco idiomas que hay en Cerdeña. Critica que sigue habiendo estigma social en el caso de las mujeres que usan este idioma para comunicarse, porque se considera que es una lengua «un poco ruda». Agrega que la percepción social es que solo es hablada por la gente de una clase «muy baja», de modo que se utiliza en la agricultura, pero «el médico o el abogado no hablan esta lengua en público».

Salma Halifa Elidrissi nació en Melilla y habla el tarifit, una lengua del norte de África que está en peligro por la arabización. (Asier VERA)

Vittoria reconoce que, hasta hace poco, siempre hablaba en italiano debido a esos prejuicios, si bien ahora ya tiene «conciencia lingüística y política» de la utilidad de esta lengua. Incluso se ha convertido en una activista para convencer a su comunidad de que el gallures «se puede hablar en cualquier situación, porque uno de los problemas que tenemos es que solamente se usa en contextos informales y de amistad». Para ello, usa su cuenta de Instagram para abordar en su lengua temas más profundos como el feminismo, la ecología y el respeto a la naturaleza. Asimismo, ha aprovechado que vivió varios años en Rusia para traducir del ruso al gallures el libro “Las noches blancas”, de Dostoevsky.

‘Tutlayit ino d ameqqran’. [«Mi lengua es grande»]. Salma Halifa Elidrissi nació en Melilla y habla el tarifit (tamazight), una lengua conocida como el bereber, aunque puntualiza que los hablantes intentan eliminar ese término porque significa «‘bárbaro’ y es como nos han denominado los otros pueblos». Se calcula que tres millones de personas lo hablan en el norte de África, sobre todo en la zona del Rif, si bien «estamos en peligro por la arabización». Aunque en el caso de Melilla, el peligro es que la gente lo ha dejado de hablar para cambiar el idioma por el español y, por tanto, «la gente joven lo habla cada vez menos».

«El problema fue cuando instalaron las parabólicas, porque nos llegaba mucha influencia de los canales árabes y se ha vinculado mucho la religión musulmana con el sentimiento de identidad, de modo que te dicen que es mejor que hables árabe antes que tarifit, porque es la lengua del Corán y del islam y es la que te va a llevar al paraíso», indica. En este contexto, censura que su idioma «no tiene ningún tipo de reconocimiento en el sistema educativo». Todo ello ha provocado que los mismos hablantes, como su padre, siempre le transmitieran que no era la «lengua del pan» y que prefieren que aprendan un idioma que «les va a servir para su futuro». Por ello, Salma decidió estudiarlo para acabar con la idea de que las personas que hablan esta lengua deben dejar de usarla en Melilla para demostrar lo «españoles» que son.

UN DICCIONARIO DE NÁHUATL

‘Timumachtikan nawat pal te Miki’ [«Aprendamos náhuatl para que no muera»]. Este es el lema del salvadoreño Héctor Josué Matínez, quien creó un canal de Youtube y una cuenta de Tik Tok para preservar la última lengua indígena de las siete que hubo en su país. En el 2007, según recuerda, solo la usaban 197 personas, que eran hablantes originarios y, el último censo de 2024 eleva la cifra a 1.137. Martínez se ha dedicado los últimos años a crear en una página web la biblioteca virtual más grande de El Salvador en náhuatl, con la que aprender la lengua en nueve meses.

En 2021, creó una escuela virtual para impartir clases a más de mil personas de forma gratuita, teniendo en cuenta que la enseñanza de este idioma solo se imparte en universidades privadas o instituciones donde hay que pagar, en un país donde la mayoría de la población no tiene acceso a la educación. Al mismo tiempo, lleva tres años intentando crear la wikipedia en lengua náhuatl, mientras que ha escrito, junto a una hablante originaria de esta lengua, el primer diccionario con 6.500 palabras, del cual ya se han imprimido 2.000 ejemplares. «Estamos haciendo todo lo humano para que esta lengua no desaparezca, aunque de aquí a diez años probablemente podamos decir que ya no hay hablantes nativos», advierte.

Este es el objetivo común de los últimos guardianes de las lenguas minorizadas en el mundo, quienes no se rinden pese a las dificultades y al escaso apoyo institucional. «Cuando hablo garífuna siento felicidad, alegría y orgullo», resume Floren Santos. ‘Ñawpaqllamanpuni!’ [«Siempre hacia adelante!», en quechua].