Isidro Esnaola
Director de Servicios y Educación Tributaria de Gipuzkoa
KOLABORAZIOA

«Campaña» sin IVA: engaño o fraude

Cada vez son más las grandes empresas que se suman a la moda de promocionar las rebajas en sus productos utilizando como reclamo el Impuesto sobre el Valor Añadido, el IVA. Por aquello de distinguir unas promociones de otras, cada compañía añade un matiz diferente al lema que utiliza. Así hemos visto “Días sin IVA” de Media Markt, “Ahórrate el IVA” de Carrefour, “Todo sin IVA” de Eroski, “Ahórrate el 21% de IVA” de El Corte Inglés, “Te descontamos el IVA” de Fnac y la última “Semana sin IVA” de Orange. Es posible que haya habido otras. Tanto hincapié que se hace en la innovación para mejorar las ventas y crear empleo y resulta que una empresa inventa algo y el resto de empresas se dedica a copiarlo.

Este tipo de campañas ha sido criticado en numerosos artículos y comentarios publicados en los medios de comunicación social. El enfoque que predomina es el de la crítica del punto de vista de la persona consumidora. Se censura que se trate de publicidad engañosa porque al contrario de lo que dice la publicidad, el IVA sí se paga en todos los casos. Apuntan, asimismo, que el descuento es menor al anunciado y que muchas veces hay que gastarlo en la misma tienda al recibirlo en forma de vales. Subrayan también que este tipo de campaña se utilice para acelerar la venta de productos que llevan mucho tiempo en stock y que están a punto de ser retirados para dar paso a novedades, etc. Todos estos comentarios pretenden despertar la conciencia crítica de la gente subrayando que no es oro todo lo que reluce.

Hay, sin embargo, en estas campañas publicitarias otro aspecto que no por menos tratado deja de ser importante. Nos referimos a la imagen que se proyecta de los impuestos, y en especial, del IVA. Este es un impuesto que se paga por consumir un producto o servicio, es decir, que lo pagan todas las personas en el momento de comprar algo o de recibir un servicio. Es un impuesto que directamente encarece el precio final de las cosas. Este encarecimiento además se percibe de una manera gráfica: normalmente en la factura aparece en una fila separada el porcentaje aplicado y la cantidad abonada.

Por otra parte, se trata de un impuesto que no discrimina en función de la situación económica particular de cada persona, y por tanto no goza de muy buena fama entre la gente en general, que no entiende por qué razón debe pagar el mismo IVA una persona con pocos ingresos que una persona con una gran capacidad económica. Y ese sentimiento de rechazo aumenta cuando además el tipo es elevado, como ocurre en la actualidad.

Aunque el IVA lo recaudan las haciendas forales, la norma que rige el impuesto y que fija, por ejemplo los tipos a aplicar, la determina el Estado. En caso de disponer de soberanía plena en esta materia es posible que los tipos de IVA fueran otros, pero ello no significa que se pueda pagar o no en función de nuestro acuerdo o desacuerdo con los tipos actuales. Es lícito no estar de acuerdo con los límites a la capacidad de decisión en temas tributarios o con las políticas fiscales en vigor, pero cambiarlas requiere articular mayorías, no fomentar actitudes individualistas que no hacen sino socavar aún más el estado de bienestar.

En este momento el tipo general que se aplica a la mayoría de productos y servicios es realmente elevado, lo que provoca una reacción negativa en las personas de la que se aprovechan las grandes empresas por medio de estas campañas para aumentar las ventas en un corto espacio de tiempo.

Y es que resulta que esta utilización del IVA en campañas de rebajas de precios lleva implícito un mensaje que tiene consecuencias fiscales, pero también económicas. Este tipo de publicidad afianza la idea falsa de que el IVA es un impuesto que se puede cobrar o no en función de la voluntad del empresario o comer ciante. Esta idea tiene efectos perversos en autónomos y pequeños empresarios que ven como sus presupuestos son rechazados cuando el consumidor pregunta, como si fuera posible elegir: ¿con IVA o sin IVA? De esta manera aquellos negocios que cumplen con sus obligaciones fiscales se encuentran en una posición competitiva peor que aquellos que actúan de manera fraudulenta. El daño de este tipo de prácticas va más allá del IVA que no se recauda, extendiéndose a los ingresos que no se declaran y a otro tipo de abusos y fraudes en las condiciones de trabajo.

Lo que está claro es que esas campañas hacen un flaco favor a un funcionamiento transparente de la economía, fomentan valores que poco tienen que ver con la solidaridad y la honradez, no aportan nada a la construcción de un potente sistema de protección social y no contribuyen al desarrollo de una sociedad más justa y más solidaria. Esas empresas representan la ausencia total de eso que llaman, y que algunas de ellas suelen justificar con costosos informes, Responsabilidad Social Corporativa.

Por todo ello utilizar el no pago del IVA como reclamo comercial fomenta actitudes arteras en la sociedad que además acaban volviéndose contra la sociedad misma. Las grandes empresas que usan este tipo de mensajes una de dos: o nos están engañando; o si de verdad no estuvieran pagando el IVA estarían defraudando.