«El año pasado rechacé una oferta importante de la ACB, porque me necesitaba mi equipo –en referencia al Valladolid–, en el que no cobraba ni un duro y en el que trabajaba todos los días. Ahora, ¿quién me necesita más: Palencia, líder de la LEB, o Gipuzkoa Basket? Es un reto importante y es mi equipo. Yo tengo dos clubes en mi vida: Valladolid y Gipuzkoa Basket; debo pelear por el que me queda».

Así de contundente fue la reentrada de Porfi Fisac al frente del banquillo de Gipuzkoa Basket, ocho años después de su salida. Acompañado por la presidenta Nekane Arzallus, quien confesó que fue «muy duro» tener que destituir a Jaume Ponsarnau, el técnico segoviano reconocía que, para él, «este no es un club cualquiera».

«Es algo especial para mí poder estar sentado en este banquillo, porque este club me ayudó en su momento a ser entrenador y ser persona, y tenía que devolvérselo como fuera. No es la mejor situación, pero no he dudado para intentar salvar al club para que continúe donde creo que debe estar, que es en la Liga ACB», explicaba el preparador segoviano.

Plantilla «dolida», no «rota»

Fisac reconocía que «he visto a la plantilla dolida, pero no rota». De cara al futuro, ni él ni Nekane Arzallus anunciaron más cambios de inmediato. Eso sí, el técnico se dio un plazo de siete a diez días para ver si precisa algún cambio en el plantel. La presidenta apostilló que cualquier cambio se hará «sin hipotecar el futuro del club».

«Todo el mundo merece una oportunidad», dijo. Por eso, su idea es «mirarnos a nosotros mismos porque el revulsivo está ahí». Así, dejó un mensaje de cara al duelo de mañana en Andorra. «Quien crea que no podemos ganar, mejor que se quede en Gipuzkoa».

Fisac anunció «retoques en algunos detalles», como por ejemplo «que en defensa estemos juntos y ejecutemos los ataques más cortos y rápidos».