El valor de la palabra
Hace pocos días las ONG de desarrollo vascas nos hemos concentrado en el Parlamento vasco con el lema “ParlaMIENTO: promesas incumplidas en cooperación. Murrizketarik ez y con narices de Pinocho”.
El Gobierno vasco, con el apoyo del PSE-EE, incumple de nuevo un acuerdo derivado del Parlamento, máxima representación de la ciudadanía. En este caso las Orientaciones Generales de la política de cooperación 2014-2017, aprobadas el 8 de abril de 2014.
Euskadi, al igual que la sociedad mundial en su conjunto, vive una situación económica compleja y, según estas Orientaciones, «el Gobierno vasco renueva su apuesta por la política de cooperación para el desarrollo y por su compromiso ético y político en la lucha contra la pobreza estructural y la desigualdad en el mundo».
A pesar de que esta hoja de ruta se aprobó en 2014 con un amplio respaldo parlamentario, la previsión presupuestaria solo se ha cumplido el primer año. Para 2016 el Gobierno plantea destinar a cooperación 43.026.830 euros, el 0,39 % del presupuesto total de la institución, muy alejado de los 50 millones previstos en las Orientaciones. Esto supone un nuevo recorte en cooperación en relación a lo aprobado... y unos centímetros más de nariz a quienes los apoyan.
Tampoco podemos olvidar que esta decisión supone –nuevamente– el incumplimiento de la Ley Vasca de Cooperación, aprobada también por el Parlamento en 2007. Esta establece que el Gobierno vasco debía destinar a cooperación en 2012 el 0,7 % del presupuesto total, «asumiendo, en el marco de Naciones Unidas, la voluntad de cumplir el compromiso de encauzar al desarrollo de los países empobrecidos el 0,7 % del Producto Nacional Bruto de los países desarrollados». Fue aprobada por unanimidad y recogía la demanda de la sociedad para que nuestras instituciones adquirieran compromisos claros y firmes en la lucha contra la pobreza en aras de avanzar en la construcción de un mundo más justo y solidario. Pero del dicho al hecho hay un trecho; y por cada año de incumplimiento, un poco más de nariz.
Llueve sobre mojado. Por ello, nos sigue inquietando que el frenazo histórico en las políticas de cooperación no haya sido puntual ni ocasional y que debido a estos recortes no se vayan a cumplir los objetivos planteados en las Orientaciones. También nos angustian los efectos que los recortes en las políticas sociales (la cooperación entre ellas) puedan tener sobre las personas. Nos inquieta e indigna porque sabemos que el avance o retroceso en los derechos, independientemente del lugar del mundo en el que se produzcan, nos afectan al resto. Esta es una de las consecuencias de vivir en un mundo globalizado.
Las políticas públicas de cooperación llevadas a cabo gracias al esfuerzo de una sociedad vasca comprometida y preocupada por la pobreza y las desigualdades son un legado de sus habitantes cuyo liderazgo solidario han ejercido con orgullo durante mucho tiempo. En 2014 Euskadi destinó a cooperación en torno al 0,15% con respecto a su Producto Interior Bruto, nivel similar a los del Estado español y Grecia. Además, atendiendo a los mensajes que constantemente nos trasladan desde las instituciones, 2016 se considera el año de la recuperación de la crisis, cuestión que no se ver reflejada en las previsiones presupuestarias. El compromiso institucional no está a la altura.
No se puede arrebatar a la sociedad lo que se ha logrado fruto del consenso y del acuerdo entre ciudadanía, partidos políticos, organizaciones sociales e instituciones públicas. Es en estos momentos de crisis cuando hay que demostrar los verdaderos valores que nos mueven como sociedad. Exigimos que se cumplan la palabra dada y los compromisos asumidos.
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