Victor ESQUIROL
TEMPLOS CINÉFILOS

Lo cotidiano, dulce agonía

La distancia más corta entre A y B es la línea recta. Es la frialdad de la geometría, ideal para optimizar los números, pero miope a la hora de darles profundidad. Por ejemplo, para huir de África y refugiarse en Europa, trazamos una línea en el mapa... y nos topamos con Lampedusa (¿notan el escalofrío?), donde se calcula que a lo largo de los últimos 20 años, 400.000 personas han pasado por sus costas. De estas, unas 15.000 han perdido la vida ahí. Vale, pero ¿y el contexto? Este no cabe en ningún informe de la ONU, pero quizás sí en una película.

Gianfranco Rosi, sin emplear palabras, da fe de ello. Es el poder de la imagen. Tan puro como la mirada de los grandes observadores. El cine documental renuncia en “Fuocoammare” a la “no-ficción”, mostrándose tan poético como la más sugerente de las ensoñaciones... sin renunciar tampoco a ese carácter pornográfico que exige la cruda realidad.

Y la cotidianidad como metáfora. En el día a día tanto de los que llegan como de los que reciben, Rosi articula un discurso encaminado a preparar los ojos y el estómago contra los impulsos de las lágrimas y los vómitos frente a un infierno que por cercanía (humana), no debe ser ignorado.

A falta de solución para la crisis de los refugiados (menudo eufemismo) despertar la conciencia del público, sin trampas ni atajos, parece el mejor de los principios. Mil gracias.

Con Mia Hansen-Løve (otra candidata de peso al Oso de Oro) lo cotidiano se vuelve a erigir en elemento fundamental de la función. No de la película, porque “L'avenir” tiene poco de esto. Va sobrada, esto sí, de esto a lo que los filósofos llaman existencia y los mortales, simplemente, vida. La acción fluye, y el celuloide respira. Como suena. Apoyándose en una técnica exquisita y en el salto como elemento narrativo innegociable, la directora.