Gloria LATASA
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La luna y el tiempo

Algunas señales que el cielo acostumbra a desplegar (nubes, colores, arco iris, parhelios, coronas) nos ayudan a deducir las condiciones meteorológicas que pueden producirse en las horas siguientes. Señales que también podemos apreciar –aunque con menor nitidez– por la noche, gracias a la luz de la luna. Pero, además de enviar información, ¿es capaz de influir nuestro satélite en el tiempo?

Desde un punto de vista científico, la primera idea es que no. O por lo menos no de un modo directo. Aunque sí se sabe que la luna influye en las mareas y estas a su vez alteran el tiempo. Sin embargo, allá por 1847 ya se detectó que la posición de la luna podía tener un cierto efecto sobre la presión del aire y en 1932 que podría influir en las temperaturas del mismo. Se sabe también que el jesuita y astrónomo Luis Rodés a principios del siglo XX encontró –sin poder llegar a probarlos– pequeños aumentos en la cantidad de precipitación cuando la luna se encontraba más próxima a la Tierra.

Más recientemente, los investigadores de la Universidad de Washington Tsubasa Kohyama y John M. Wallace, en un artículo publicado en “Geophysical Research Letters”, han afirmado que la luna sí es capaz de alterar el tiempo. Aseguran que nuestro satélite –gracias a su fuerza de gravedad– consigue abultar la atmósfera de la Tierra hacia ella aumentando la presión del aire y, con ello, su temperatura. Como consecuencia, ese aire puede contener más humedad, le cuesta más saturarse y, por tanto, disminuyen ligeramente las precipitaciones.

Utilizando datos recogidos por un satélite de la NASA y de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial desde 1998 hasta 2012, han podido demostrar que estos cambios en la precipitación, aunque imperceptibles para nosotros, son cuantificables. Y que no afectan ni a la agricultura ni a la forma de hacer las previsiones. Sin embargo, son muy importantes de cara a futuras investigaciones. Su próxima meta es saber si la luna influye –y de qué modo– en las tormentas.