Milkel CHAMIZO
MÚSICA

Versión poco empolvada

Desde su estreno en 1995, “Powder her face” no ha dejado de estar presente en los circuitos líricos internacionales. La maravilla de juventud de Thomas Adès -terminó de componerla con 23 años- ha encontrado su hueco por múltiples razones: lo provocativo de un libreto que huye del melodrama para observar, con infinito sarcasmo, la vida de la Duquesa de Argyll, cuyo divorcio por infidelidades fue un gran escándalo en los 60 y alimentó durante meses los tabloides británicos; un acercamiento teatral brillante y extremadamente efectivo, que la música nunca entorpece; y, por supuesto, la propia partitura, un prodigio técnico en su forma de integrar la música ligera en un contexto de vanguardia y salpicada de guiños que, bien expuestos, resultan muy divertidos. Y aquí estuvo el problema de esta producción. Aunque había grandes músicos en el foso la versión se notó hilvanada, imprecisa en las sutiles combinaciones rítmicas entre instrumentos y voces, a menudo con poca calidad tímbrica e insuficiente intención expresiva. La primera mitad del primer acto fue ruidoso, aunque luego la ejecución mejoró. Los cuatro cantantes, buenos conocedores de la obra, salvaron la parte musical y además resultaron excelentes actores en su tránsito constante entre lo histriónico y la doble intención. Pero si algo resultó casi perfecto en este “Power her face” bilbaíno, que se repite hoy domingo, fue la propuesta escénica de Carlos Wagner, preciosa, intensa, inteligente.