Iñaki IRIONDO
GASTEIZ

Urkullu insta a ETA a culminar su desarme y desaparecer en doce meses

El lehendakari instó ayer a ETA a «culminar el desarme» y desaparecer «en un plazo máximo de doce meses», mientras que llama al Gobierno español a compartir y colaborar con la agenda de Lakua. Iñigo Urkullu intervino en un curso de verano que patrocina su gobierno.

El lehendakari, Iñigo Urkullu, inauguró ayer el curso de verano de la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) que, con el título «Propuestas de futuro para la convivencia en una Euskadi sin ETA», patrocina el Gobierno de Lakua. Urkullu quiso aprovechar su estancia en Madrid para decir que «me dirijo a ETA y le insto a que culmine su desarme y desaparición en el plazo máximo de doce meses». También criticó al Gobierno español porque «no ha querido dar ni un solo paso que permitiera culminar este proceso», por lo que le hizo un llamamiento a «compartir y colaborar» con la agenda diseñada por Lehendakaritza.

La propuesta del Gobierno de Lakua pasa por «una nueva política penitenciaria» sobre la que no profundizó, limitándose a apuntar que «la propuesta Zuzen Bidean contiene veinte medidas concretas para recomponer, tras el fin de ETA, el estado de normalidad penal y penitenciaria. Las diez primeras no requieren modificación legal, tan sólo el cumplimiento de la ley». Destacó «la transferencia de la competencia de centros penitenciarios que contempla el Estatuto o el acercamiento de las personas presas a cárceles próximas a su domicilio familiar».

Cuestión «envejecida»

El lehendakari esbozó un nuevo elemento de análisis. Señaló que «el proceso de pacificación llegó tarde y avanza más despacio de lo que sociedad querría. Una de las consecuencias de este retraso es que la reivindicación de la paz, asociada al fin de la violencia, ha sufrido en la sociedad vasca un proceso de ‘envejecimiento’ rápido».

Avanzó que el eje de «paz y convivencia» forma parte de la «agenda pendiente del siglo XX», mientras que la «agenda emergente del siglo XXI» se mueve hacia el nuevo eje de «convivencia y derechos humanos», que tendrá más que ver con la «convivencia entre diferentes identidades»..

Son desafíos de «realidades como las migraciones y las personas refugiadas, la pluralidad religiosa o cultural, las nuevas formas de exclusión, xenofobia y racismo, o en la respuesta a la amenaza de la guerra y el terrorismo internacional».

Ni autocrítica propia ni mención a las torturas

Iñigo Urkullu suele hacer constantes apelaciones a la «autocrítica». Ayer, en Madrid, volvió a decir que «la autocrítica no debe quedar encerrada en la esfera de la conciencia personal y moral. Es una actitud eminentemente política, sus efectos y objetivos son también políticos».

Sin embargo, en el discurso del lehendakari no hubo ninguna «autocrítica» sino una visión muy autocomplaciente de su propia actividad. Pese a que «desde 2013, o en su caso inicio de 2014, ETA y el Gobierno español no han dado los pasos que cabía esperar, esto –se jactó– no ha impedido que el Gobierno Vasco haya seguido actuando y que la sociedad vasca haya seguido avanzando». Y, ojo, «el Plan de Paz y Convivencia ha sido una referencia para la sociedad y una influencia positiva para avanzar pese al enquistamiento y la parálisis».

Sin embargo, lo cierto es que no se han conseguido ni los «microacuerdos» entre partidos ni ha funcionado la Ponencia de Paz y Convivencia. Pero tampoco en esto tiene culpa alguna Lehendakaritza. Se debe a que «la necesidad en algunos sectores políticos de mantener un alto nivel de teatralización mediática de las pugnas partidarias, junto al bloqueo de la Ponencia de Paz y Convivencia en el Parlamento Vasco, han neutralizado las posibilidades de construir consensos políticos transversales en este ámbito estratégico de país».

El lehendakari no hizo ninguna mención ante la prensa española del informe oficial avalado por su Ejecutivo que certifica cerca de 5.000 casos de torturas. II.I.