Trezeguet grita con Griezmann
El nuevo ídolo francés quiere seguir la estela de los Kopa, Platini o Zidane que auparon a su selección a lo más alto del fútbol.

«Tiene olfato goleador, un potente disparo con la zurda y se mueve muy bien en el área», se refirió a él Pep Guardiola en su primera temporada en la Real Sociedad. Hoy, Antonie Griezmann es «nuestro pequeño Monsieur Plus» como le definió tras el 0-2 a Alemania su compañero de armas en la delantera bleu Olivier Giroud. Es el nuevo héroe de Francia.
Raymond Kopa y Just Fontaine lideraron a un equipo que alcanzó las semifinales en el Mundial de Suecia en 1958 y fueron derrotados ni más ni menos que por la Brasil de Pelé, Didí, Vavá y Garrincha. Después apareció Michel Platini tras una larga travesía en el desierto de la selección del Gallo. En los años 80 hizo grandes exhibiciones junto a nombres como Tigana, Giresse o Amorós, líder que condujo a Francia a las semifinales de los Mundiales de España´82 y México´86 y al campeonato que consiguieron en la Eurocopa de 1984. El primer título de la selección, algo que solo conseguiría después la generación liderada por Zinedine Zidane, que superó a su predecesor con el título mundial de 1998 y el primer puesto en la Eurocopa de 2000, cerrando su carrera con una final en Alemania 2006, que no pudo ganar. Griezmann ahora recoge un testigo histórico.
El ‘Principito’ no llega a tanto como esos grandes nombres del fútbol de salón francés, pero cuando todos esperaban a Paul Pogba, se enamoraron de Payet o volvieron a aplaudir a Giroud, apareció él, Griezmann, el chico bajito al que ningún club francés quiso por su estatura y acabó con 14 años en Zubieta fichado en un torneo juvenil. El chaval que con apenas 9 años vibró, gritó y saltó en su casa con el gol de oro de David Trezeguet en la final de la Euro 2000, la última vez que Francia fue campeona.
«Cuando marcó el gol de oro y se quitó la camiseta. Fue un gran momento. Recuerdo que estaba en casa con mi familia y mis amigos y todos estábamos gritando de alegría», rememoraba el hoy protagonista. Uno de los últimos grandes del fútbol bleu, Thierry Henry, tras la exhibición del colchonero ante los alemanes no pudo sino exclamar: «De nuevo tenemos un héroe. ¡Qué jugador!». Y es que los aficionados se han rendido a sus pies, y eso que su inicio en esta Eurocopa no fue el deseado. Retirado a los 66 minutos del partido ante Rumanía e iniciando desde el banquillo contra Albania, el jugador de 25 años pareció sentir o bien los efectos de una dura temporada tras 54 partidos a nivel de clubes o bien la presión de quien juega en casa.
Lo cierto es que el Griezmann que se vio encarar desde los onces metros a Neuer o el que ponía pausa y concierto cuando peor lo pasaba Francia, el que aleteaba sus alas ante la envergadura germana, el que asiste, el que marca, el que lidera, el que asume el protagonismo, se ha aupado por méritos propios al ‘top’ mundial de mejores jugadores del momento y un alentador futuro. Ahora es él quien deslumbra en Europa. El domingo, en un escenario inmejorable, el estadio de Saint Denis, en su país, ante su público, con millones de telespectadores, tiene la oportunidad de completar el desafío, de devolver a Francia a la cima de la Eurocopa, dieciséis años después de aquel gol de oro de David Trezeguet en Rotterdam contra Italia.
En la Real Sociedad se forjó, en el Atlético de Simeone creció y en esta Eurocopa ha emergido. Ya no colorea su cabeza para que su hija aún bebé, dice, no le vea con esos pelos, y queda lejana aquella desafortunada salida nocturna no autorizada durante una concentración antes de un partido crucial de los sub´21, y que le valió una suspensión de todos los combinados desde noviembre de 2012 hasta diciembre de 2013. Ante Alemania apareció afeitado, sin cresta ni bigotillo, cara de querubín, antes de poner a rodar la pelota se fundió en un abrazo con Payet, para luego por dos veces escenificar esa coreografía ‘‘Hotline Bling’’ del rapero canadiense Drake que acompaña con cada gol suyo. El ‘7’ a la espalda y manga larga en honor a su ídolo David Beckham. Quizá mañana sea el nuevo ídolo de masas y hasta Trezeguet grite con él.
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