La destrucción paulatina del DoCoMoMo en Euskal Herria
Con motivo de la inauguración hoy en Donostia del IX Congreso DoCoMoMo Ibérico: Patrimonio cultural y Sociedad nuestro habitual colaborador el arquitecto Iñaki Uriarte hace algunas reflexiones en torno a este reciente y notable estilo arquitectónico muy implantado en Euskal Herria.

DoCoMoMo es un acrónimo de Documentación y Conservación de edificios, lugares y entornos, del Movimiento Moderno. Una organización internacional constituida por arquitectos, historiadores y críticos que desde 1989 estableció criterios para el estudio, valoración y divulgación de la arquitectura moderna de un período cronológicamente próximo entre 1925 y 1965, recientemente ampliado hasta 1975, en los que se desarrolla una corriente estilística internacional conocida como el movimiento moderno. Supone el reconocimiento de un valioso patrimonio arquitectónico instando a su catalogación y apreciación para su defensa y adecuada transmisión a generaciones futuras.
Hace unos años por DoCoMoMo Ibérico, creado en 1992, se ha acometido el estudio correspondiente a la industria. Este registro publicado en 2005 recopila, entre otros, los ejemplos más significativos de Euskal Herria, que posee un valioso repertorio. Como coautor del mismo parece imprescindible alguna consideración.
Se trata de destacar las arquitecturas industriales proyectadas mayoritariamente en hormigón armado con la primacía de formas geométricas puras sobrias sin ornamentos, desarrolladas en grandes fachadas amenizadas por vanos que además de componer sus frentes aportan iluminación, con calidad arquitectónica y poseedoras de valores culturales por sus cualidades compositivas, belleza y simbolismo. Con frecuencia son hitos fabriles a la vez que iconos urbanos.
Patrimonio apreciado. En la selección del libro citado se incluían fábricas que por estar en plena producción garantizaban el mantenimiento de sus edificaciones, un reconocimiento cultural de relevancia que podría hacer a las empresas asumir su identidad arquitectónica como entidad culturalmente prestigiosa a la vez que una responsabilidad de conservación. Las más destacadas del período son: Vidrieras de Llodio en Laudio y Sapa en Andoain.
Algunas han modificado su uso como la embotelladora de Kas en Gasteiz transformada en tanatorio-crematorio, Esperanza y Cía. en Markina actualmente Lea Artibai Ikastetxea, almacenes Ruiz de Velasco actual Diseinu Zentrua en Bilbo, secadero de redes Bita de Pasaia convertido en comunidad de propietarios, Lambretta de Eibar reutilizada y desfigurada como comisaría de la Ertzaintza, Laborde Hnos. en Andoain con el extraordinario edificio de los comedores ocupada por Martin Ugalde Kultur Parkea y “Berria”, Aurrera en Eibar en edificio administrativo.
Transformadas en viviendas Talleres Muñoz Mendizábal conocidos por la escultura del tigre en su remate en Bilbo, Beistegui Hermanos en Eibar y lamentablemente deformada la antigua Harino Panadera hoy edificio Santa Ana en Getxo. Es preocupante la situación de incertidumbre de notables fábricas como Inquitex y Ziako en Andoain, Sacem en Villabona, Manufacturas Olaran en Beasain, alguna catalogada total o parcialmente.
Otras con incierto futuro, a pesar de su gran valor urbanístico y paisajístico y con algún tipo de protección cultural, por el desinterés de la propiedad o la administración, Nueva Cerámica de Orio, uno de los ejemplos más sobresalientes, Papelera Echezarreta en Legorreta, El Casco en Eibar, Estación de servicio Goya en Gasteiz, Garaje Ellacuria en Bilbo en proceso especulativo.
Demasiadas han sido demolidas sin consideración y sin que apenas nadie se haya pronunciado: Alfa en Eibar, Esmaltaciones San Ignacio, Gabilondo y Hofesa posterior Newell Iberic en Gasteiz, Savin Bodegas y Bebidas en el frente del Urumea en Donostia, Central Térmica de Burtzeña y Sefanitro una gran fabrica-ciudad junto a la ría en Barakaldo, Mécánica Olalde en Mungia, Metacal luego NorMelting, en Etxebarri y los grandes complejos de Babcock & Wilcok en Sestao y Trapagaran.
Reutilización. El objetivo del Registro es exponer un importante repertorio de excelente arquitectura industrial para su apreciación colectiva, su percepción patrimonial, la necesidad de una adecuada protección y en su caso una restauración culta para su conservación. Son notables creaciones con valores arquitectónicos, tipológicos y ambientales suficientes para ser considerados culturalmente, a pesar de que la falta de perspectiva histórica les impide una positiva valoración social.
Es necesaria una reflexión que permita salvarlas de su demolición o deformación contribuyendo al mantenimiento de un patrimonio que acentúe su valor arquitectónico. Su reutilización es factible por la diafanidad estructural con nuevas distribuciones para equipamientos, centros de educación, talleres artesanales o la reconversión en lofts.
Es ya hora de que el Colegio de Arquitectos, lo mismo que han hecho otros en el Estado colaboradores de DoCoMoMo, asuma su responsabilidad cultural ante este legado, junto con ingenieros, historiadores, universidades, instituciones vinculadas al país y al patrimonio solicitando la declaración como Bienes Culturales Calificados de los más sobresalientes.
El congreso, como es habitual será una celebración de poses, intenciones, felicitaciones e intervenciones teóricas conceptuales brillantes, galanterías formales, ensalzamiento de las instituciones patrocinadoras, las verdaderas culpables de esta debacle arquitectónica en una ciudad que celebra este año su contradicción cultural. Pero las aportaciones de voces críticas ya han sido preventivamente apartadas, como esta. No interesa oír y ver la discrepancia. Hoy en día la sociedad es la única garante para la defensa del patrimonio arquitectónico.

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