Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
Interview
HOVIK KEUCHKERIAN
ACTOR EN «ASSASSINS CREED»

«“Assassins Creed” invita al espectador a ser partícipe de un viaje fantástico»

Excampeón del Estado español de boxeo en el peso pesado, poeta y autor teatral, el intérprete de origen armenio Hovik Keuchkerian incluye en su filmografía películas como «Alacrán enamorado» . Recientemente ha participado en la serie de la BBC «El infiltrado» junto a Hugh Laurie y Tom Hiddleston. En su última película –“Assassins Creed”– comparte reparto con Michael Fassbender y Marion Cotillard.

Sus casi dos metros de altura, su voz rota y un rostro que parece cincelado en roca, otorgan a Hovik Keuchkerian una apariencia temible que contrasta con su afabilidad. Antes de adentrarnos en su último proyecto –”Assassins Creed”–, la andadura de este actor polifacético comenzó antes de subir a un ring como boxeador profesional «fui camarero en Alpedrete –señala Keuchkerian–. Mis padres se instalaron aquí en 1975. Mi padre es armenio y mi madre nació en una localidad de Navarra llamada Villafranca. Yo por entonces tenía tres años. Nací en Beirut y el detonante de toda mi ruta vital fue una cruenta guerra civil que nos obligó a marchar. Por parte de mi padre tengo familiares que han tenido que abandonar ese rincón masacrado llamado Alepo. Cuando me preguntan por mi carrera como boxeador y la deriva hacia la interpretación y la escritura, yo siempre suelo responder que una cosa es consecuencia de la otra. En cada una de estas facetas pretendo que quede plasmada mi propia personalidad y honestidad ante lo que hago».

 

¿Y cómo afronta el tránsito a la interpretación?

En realidad, no me considero un actor sino una especie de conducto que me permite vivir vidas ajenas y contar historias. He participado en “Toro” de Kike Maíllo; “Re-Evolution” de David Sousa y “El club de los buenos infieles”, una comedia de Lluís Segura. Anteriormente coprotagonicé junto con Alex Angulo “Justi&Cía” de Ignacio Estaregui y fui nominado a los Goya por “Alacrán enamorado” de Santiago Zannou. También he participado en series como “El Ministerio del Tiempo”, “Hispania, la leyenda” o “Isabel”. Pues bien, a pesar de todo ello, sigo sin considerarme actor. Es más, nunca he sido un cinéfilo. Me gusta más participar que ver cine.

 

En su filmografía asoman  producciones de calado internacional como la serie «The Night Manager» («El infiltrado»), dirigida por Susanne Bier y basada en una novela de John LeCarré.

Fue una gran experiencia y pude ver de primera mano cómo de en serio se toma la BBC sus producciones. En esta ficción encarné al guardaespaldas del personaje interpretado por Hugh Laurie. Son proyectos que te ayudan a crecer y, en este caso en particular, ha dado como fruto una nueva etapa que me está obligando a aprender inglés a tope (sonríe).

 

Y ahora  «Assassins Creed».

Recuerdo la primera noche en el hotel y a punto de iniciar mi participación en esta película. Me decía ‘¡Joder, que grande es todo esto!’. Sentía cierto vértigo que se acabó de inmediato. Nunca he sido mitómano y cuando asumo mi trabajo no me importa estar junto a intérpretes como Tom Hiddleston, Hugh Laurie, Jeremy Irons, Marion Cotillard o Michael Fassbender que es uno de los mejores actores del momento y un tipo muy cercano. Para mí son compañeros de trabajo y cada cual hace lo suyo. Me ilusiona haber participado en este proyecto y que el director Justin Kurzel y la gente de la 20th Century Fox hayan confiado en mis posibilidades.

 

¿Qué encontramos en «Assassins Creed»?

Reconozco que no he jugado a este videojuego, soy muy patoso para estas cosas, pero lo que la película pretende es invitar al espectador a ser partícipe de un viaje a través del tiempo. Es un filme dotado de un gran vigor, muy dinámico en la coreografía de los personajes y cuenta con un diseño visual que, en su parte histórica, es de un gran empaque. La recreación de esa España sacudida por la Inquisición es muy oscura, temible. Justin Kurzel le ha inculcado ese toque que utilizó en “Macbeth”. Interpreto a Ojeda, el jefe de la milicia templaria y el brazo armado del inquisidor que encarna Javier Gutiérrez. Mientras los asesinos defienden el libre albedrío de la historia de la humanidad, a los templarios nos corresponde dictar las futuras normas sirviéndose de un misterioso artefacto.