Hará más de un año, desde el Festival de Sundance llegaron voces de que un par de gamberros habían obrado el milagro, consiguiendo lo que todo el mundo, tanto expertos como profanos en la materia, pensaba que era imposible. Esto es, desencasillar al actor más encasillado de la historia cinematográfica reciente: Daniel “Harry Potter” Radcliffe. Ahí estaba la pregunta: ¿Cómo demonios hacer que la gente deje de pensar en el mago de Hogwarts cada vez que vea a dicho actor en pantalla? La respuesta era facilísima para Dan Kwan y Daniel Scheinert... o como ellos mismos se hacen llamar, “los Daniel”.

La jugada consistiría, grosso modo, en convertir al ojito derecho de Albus Dumbledore en una especie de muerto-viviente con cierta predilección por la flatulencia como salida definitiva a casi cualquier tipo de situación. Y funcionó. Desde Park City nos llegó el rumor de unas risas que tuvieron su eco en la última edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges, plaza donde dicho film se coronó con el Premio a la Mejor Película. Ya no hay vuelta atrás: el mundo va a conocer a “los Daniel”, a su desternillante concepto de un indie que parece ir mucho más allá de la posmodernidad... y olvidará, por siempre jamás, al rival número uno de Lord Voldemort. Palabra –pedorra– de zombie. Amén.