Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

legado de las mujeres

Hay mujeres que desaparecen y parece, solo parece, que no dejan huella. Muchas de las mujeres que tenemos alrededor, grandes y pequeñas, pasan inadvertidas por aquellos que no las conocen, pero su legado perdura, de algún modo, siempre. A veces recuerdo cuando mi madre hablaba, rememoro cómo lo hacía de forma pausada, rara vez en cólera, ahora me conformo con oír su voz registrada por mi grabadora. No quiero olvidarla. Tampoco deseo olvidar la voz, la palabra y la actitud de aquellas que enfocaron su rebeldía hacia algún objetivo, concreto, menos íntimo en apariencia, pero que después salvaguardará algunos de nuestros tesoros. A Berta Cáceres la asesinaron, como a otras muchas mujeres, por tener voz, por no temer expresarse y por luchar por aquello que creía justo. Hay verdades incómodas y personas despiadadas. Hoy sus palabras se convierten en la corriente río arriba o abajo, adquieren vigencia: «De los ríos somos los custodios ancestrales el pueblo lenca, resguardados además por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la vida por la humanidad y por este planeta». Sucedió una noche, seguramente, una noche como otra cualquiera, hombres armados entraron en la casa de Berta Cáceres, al oeste de Tegucigalpa, y la mataron. Ella sabía que podía suceder, pero siguió viviendo, luchando por los derechos de los pueblos indígenas, por el agua, por la vida. Su legado perdurará, como el de otras muchas mujeres, a pesar de haberse apagado su voz.