«Ahora» transmite el melódico y reposado reggae de Green Valley
Green Valley nace en Gasteiz gracias al cruce casual entre un joven y un casete de Bob Marley. Años después del encuentro, el sexteto cuenta ya con cinco discos. «Ahora» es su sociable quinto trabajo.

«Bob Marley cambió mi vida. Los estudios no eran mi fuerte por lo que empecé a trabajar bastante pronto. Llevaba una temporada triste y decepcionado buscando el sentido de la vida. En uno de los trabajos, con unos 16-17 años, teníamos que vaciar la casa de un hombre con síndrome de diógenes que había fallecido. La casa era un mar de papeles, revistas y objetos, entre los cuales encontré un casete de Bob Marley, esa cinta marcaría un punto de inflexión fuerte en mi vida», describe desnudo Ander Valverde, vocal y principal gestor de Green Valley, banda gasteiztarra situada entre Barcelona y Zaramaga y Aranbizkarra, los barrios en los que creció el notable vocalista y compositor del sexteto que actuará este sábado en la sala Stage Live de Bilbo, con aforo completado ayer para infortunio de su amplia “hermandad”.
«Llegó la primavera –continúa Valverde–, encontré trabajo en una farmacia llevando medicamentos a personas mayores, trabajo que me permitía algo de libertad y, de paso, hacía algo que me gustaba: ayudar a los ancianos. Todo dio la vuelta mientras escuchaba esas canciones mágicas que me devolvieron la esperanza. Encontré el sentido de mi vida, quería hacer canciones e intentar llenar de esperanza las vidas de otras personas a través de la música».
Con el inicio del nuevo siglo Valverde graba su primera demo en solitario, “El sueño perdido”, donde ya muestra conciencia solidaria a pesar de su juventud. Una canción como “Bulevard” se expande con fuerza por todos los sectores más concienciados de la ciudad. «En esta primera maqueta mostraba una visión local, la propia de un cachorro que empieza a ver las injusticias de la vida después de una adolescencia centrada mayormente en pasarlo bien y disfrutar a todas horas. Recuerdo que en esa época se construía el Boulevard, un monstruoso centro comercial a las afueras de Gasteiz con mirada amenazante. Al poco tiempo pude observar como todos los ‘pez-queños’ comerciantes bajaban las persianas de sus tiendecitas casi al unísono para ir a pedir trabajo a las puertas de aquel tiburón blanco y hambriento. Esto me inspiró para escribir ‘El Boulevard’ un tema que se esparció como la espuma por la actualidad de los versos y porque la ciudad se estaba viendo afectada en ese momento por aquel monstruo gigante. ‘La santa planta’, y otras canciones, aún hoy siguen sonando en el repertorio de la banda».
Alrededor de 2006 Green Valley decide probar fortuna en Barcelona. De aquel traslado surge la segunda demo “Inmigrantes”, después el cedé “La voz del pueblo”, que filtraba buena parte de las dos demos previas.
«Nuestro viaje a Barcelona tuvo por objeto vivir una experiencia personal. Era un momento en el que queríamos vivir cosas nuevas e intentar pasar al siguiente curso en la universidad de la vida. Estábamos en un momento de pocas ataduras a nivel profesional y nos fuimos a la aventura. Nos embarcamos unos cuantos músicos, algunos fueron volviendo a casa por razones personales y otros siguieron su viaje a otros rincones del planeta. Mientras tanto el libro de la vida de Green Valley se sigue escribiendo solo con gente que vuela y otra gente que permanece, pero siempre con el mismo espíritu familiar del principio y con las ganas de mover el mensaje de esperanza y positividad».
De aquella primera cruzada se mantienen en el barco Ander Valverde y Ander Larrea, a quienes acompañan cuatro músicos catalanes. «Ha habido músicos que han tenido que partir. Con todos ellos mantenemos amistad y una relación musical. Las puertas siempre están abiertas y seguiremos siendo hermanos para toda la vida. Hemos compartido muchísimas cosas juntos», apunta con semblante relajo Ander Valverde.
“Ahora” es un disco de armonía por música y textos, letras solidarias, con el amor y sus caras como eje, más invitados: «Nos encanta juntarnos con otras propuestas musicales para empaparnos de las energías y compartir nuestra manera de ver el arte. Normalmente contamos con colaboradores con los que hemos compartido giras o con los que hay un vínculo especial y en el caso de ‘Ahora’ así ha sido. En cuanto a la fusión musical, creo firmemente que la música, lejos de etiquetas, es el lenguaje universal que permite que dos personas con idiomas y culturas totalmente diferentes puedan comunicarse y sentir emociones semejantes. A la hora de crear no pienso en estilos musicales, pienso en los sentimientos que quiero transmitir, por supuesto que el reggae es nuestro vehículo prioritario, pero si de repente brota una canción que pide un ritmo que no sea reggae y creo que puede llegar más profundo con otro tipo de ritmo lo haré sin duda porque creo en la belleza de los ritmos y en la música con alma».
En este aspecto, un invitado especial es el rapero Rapsusklei (Diego), con el que tuvieron un tema de pegada “Alas rotas”. La unión continúa y funciona. «Ya es de la familia, siempre que uno de los dos hacemos una cena en casa, nos invitamos mutuamente para disfrutar de la presencia del otro y en la música pasa exactamente igual, nos gusta compartir y eso se ve claramente reflejado en los platos y los temas que cocinamos juntos».
Valverde suele concluir los discos con una canción acústica, siguiendo también la serie “Los lunes también molan”. «Sí, nos encanta hacer temas en ese formato, casi todos nuestro temas nacen de pasar horas pegados a una guitarra acústica en los viajes, nos encanta hacer música acústica porque para nosotros en una manera de mostrarnos al natural a través del cristal de la ley de la verdad».
Green Valley ya es una formación veterana. Guían sus canciones por la pureza del reggae roots, pero con un sentido abierto donde el dance hall o el rap colorean las letras solidarias de Valverde. Son ya cinco discos honestos y un set list que no para de crecer generoso: «Buscamos llegar a los corazones y conectar con el público a través del mensaje y que disfruten de un rato agradable a través de la música. Intentamos limpiar la energía negativa y convertirla en positiva. Hacer un repertorio lo más completo posible en el que haya momentos para todo: instantes para saltar, para bailar, para cantar. Hay espacio para el roots más clásico, guiños al ska, el dub, arreglos musicales cuidados, momentos también para jugar con la improvisación...».
Ander Valverde vive su sueño. Ha conseguido situar Green Valley entre las bandas más grandes del reggae y prueba de ello es agotar entradas en Bilbo.

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