V.E.
SEñOR, DAME PACIENCIA

Ocho (mil quinientos) apellidos españoles

Una vez más, la comedia española se erige en gran tragedia nacional. No por méritos que bien podríamos adjudicar a la escuela de Berlanga, sino por motivos que, desgraciadamente, tienen mucho más que ver con la vergüenza ajena. La nueva película del director y guionista Álvaro Díaz Lorenzo se apoya principalmente en dos taquillazos. Dos propuestas cuyo éxito en taquilla es inversamente proporcional a las alegrías brindadas desde un plano estrictamente artístico. Tenemos, por una parte, la francesa “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?”; por otra, la españolísima “Ocho apellidos catalanes” (la “segunda”, sí; la mala, sí).

Con semejantes puntos de partida, solo queda confiar en una carambola de auténtico alquimista para encontrar, al final del proceso, ni que sea un mínimo atisbo de brillo dorado. Pues va a ser que no. Díaz Lorenzo se contenta con tirar de ranciedad. El choque que plantea entre la juventud y la caspa (en el seno del país más casposo del mundo) se resuelve a favor de lo segundo. Del chiste de bar, del apunte cuñadil y de todos esos motivos por los que a veces preferimos ocultar nuestros apellidos.