Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «Gru 3. Mi villano favorito»

Mis monadas y pedorretas favoritas

Si tuviera que rescatar solo una virtud del estudio Illumination Entertainment, me quedaría claramente con la sinceridad. Los títulos amparados por su sello se van sucediendo; las propuestas, en apariencia, hacen gala de una diversidad riquísima de personajes y situaciones, pero en realidad, el catálogo está regido por la homogeneidad más absoluta. No importa si hablamos de mascotas parlanchinas, de seres del Dr. Seuss o de villanos y esbirros en miniatura. Cada uno de estos bichos se comporta de la misma manera, persigue los mismos objetivos y se sirve de las mismas herramientas.

En el caso de “Gru 3. Mi villano favorito”, cuando el logo de Illumination Entertainment aparece al principio de la proyección, lo hace acompañado de tres minions, los cuales nos deleitan con algunas de las mejores jugadas en su repertorio: Cuatro balbuceos incomprensibles y una fuerte ventosidad que les deja a todos fuera de juego. La inteligencia requerida para comprender lo que ha pasado es la misma que la de cualquier chaval que no se asuste ante las imágenes gigantes proyectadas en una pantalla gigante.

Desde incluso antes de que empiece la película, se deja bien claro un tono que se va a mantener hasta el ultimísimo fotograma. Es el efecto minion: Ante nosotros, una criatura surgida de la mezcla alquímica entre lo “cute” y lo “cool”. Lo mono y lo guay se juntan por obra y gracia de una animación vistosa, y se aderezan con unas gotas de gamberrismo inofensivo, y otras de cine de género de espías, para un producto cuya fortaleza se debe al convencimiento con el que se luce la pose. Más allá de esto, no hay nada. Se ve claro cuando la película funciona mejor (cuando se divide en varios frentes, a lo sit-com, para agilizar así la descarga de gags)... y cuando se ve incapaz de ocultar sus carencias. Véase la forma despreocupada de rematar la historia, descarado y simpático adelanto de lo que va a ser la cuarta entrega. Puro gozo industrial.