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Un paseo por Sherwood Content, siguiendo la pista de Usain Bolt

Un remoto pueblo, alejado en el polvoriento y montañoso norte de Kingston: ahí es donde se encuentra la bruta y apenas hospitalaria localidad de Sherwood Content, donde nació hace 30 años el jamaicano Usain Bolt. La leyenda del sprint pondrá punto final a su meteórica carrera tras los Mundiales de atletismo de Londres, que arrancan el próximo viernes y se prolongarán hasta el domingo día 13. Un paisaje más bien austero que ha moldeado el carácter del probablemente mejor atleta de todos los tiempos.

Para llegar a donde todo comenzó para “El Rayo”, el visitante tiene que tomar una carretera de nueva construcción al norte de Kingston, bordeada por el océano, y luego recorrer un largo camino adentrándose a través de colinas y la selva tropical. Después de unos 110 kilómetros de recorrido sinuoso y un tanto caótico, sin riesgo de equivocarse, el visitante es recibido por una inscripción en una piedra blanca en honor del héroe local, el hombre que revolucionó el atletismo por su velocidad supersónica, su carácter siempre sonriente y su incontestable gusto por el espectáculo.

No hay señales de tráfico, y tanto cabras como vacas deambulan libremente por las calles. De hecho, los habitantes de Sherwood Content están convencidos de que las hazañas de su más ilustre embajador necesariamente tienen sus raíces en este ambiente áspero y duro. «Ya se le veía siempre repleto de energía cuando era un niño, y siempre ha sido muy alto para su edad», recuerda a AFP Sheron Seivwright, un antiguo maestro que todavía recuerda los primeros pasos del ocho veces campeón olímpico en las aulas del Piedmont Basic School.

«Organizábamos carreras en la escuela y Usain terminaba llorando cada vez que no ganaba», recuerda todavía el viejo maestro cuando se le pregunta por el pasado de Bolt, poseedor del récord mundial tanto en los 100 metros lisos (9.58) como en los 200 metros (19.19). Un Bolt que se despedía de Jamaica como atleta profesional hace mes y medio en una reunión celebrada en la capital, Kingston, dándose un baño de masas entre cientos de chavales dispuestos a coger el relevo y convertirse en los nuevos “Bolt”.

«Mercurio en la cabeza»

Wellesley, su padre, era dueño de una tienda de comestibles en el pueblo junto a su esposa Jennifer antes de retirarse hace un par de meses. Y según reconoce a AFP, su preocupación siempre ha sido cómo manejar y canalizar la energía de un niño incapaz de quedarse quieto. Desde luego, no era fácil conseguir que prestara atención a sus órdenes, y no dudaron en consultar incluso a un médico cuando Usain apenas tenía 9 años. «Tenía mercurio en la cabeza», exagera. «No podía controlarlo. El médico diagnosticó hiperactividad», desvela al respecto Wellesley Bolt.

Correr y jugar al cricket, deporte practicado habitualmente en las escuelas, logró con el tiempo calmar las turbulencias de Usain Bolt, desarrollando un gran potencial atlético en una edad muy temprana. A los 15 años, el futuro campeón ya había completado su crecimiento y llegaba a los 1,98 metros de altura en la placa de medición, destacando sobremanera entre sus compañeros de escuela. Pasaría después a ser el orgullo de la William Knibb High School, donde su retrato cuelga encima de la oficina del Director Adjunto. «Los signos se detectaron rápidamente y no nos decepcionaron», se jacta Lorna Jackson ante las preguntas de AFP.

«Un comodín»

Pero además de las indudables cualidades atléticas del descomunal velocista, Bolt también daba pistas sobre una propensión natural a divertirse y a escaquearse de los entrenamientos, y los que le conocieron en aquella época hablan de un jovenzuelo que prefería martirizar a sus amigos jugando con la consola que sudando en la pista de atletismo. «Era un bromista, el típico chaval que te toca el hombro por detrás y luego te pregunta ‘¿Quién ha sido?’ No le gustaba entrenar y tuvimos que buscar un entrenador cuyo principal trabajo era vigilar sus posibles deficiencias y llevarlo agarrado por la oreja cuando fuera necesario», reconoce la señora Jackson.

Sin embargo, ahora es difícil estar enojado con el atleta que se convertiría a los 15 años en el campeón del mundo junior más joven de la historia, revelando unas habilidades fuera de cualquier estándar. ¿Pero de ahí a imaginar que marcaría la historia de este deporte? «Después de los Mundiales Juniors le dije ‘parece que tienes talento, vas a llegar muy lejos si entrenas duro’. Pero la verdad es que yo nunca habría pensado que iba a convertirse en el hombre más rápido del mundo...», reconoce con total sinceridad Wellesley Bolt, el padre de la criatura.