Fiel a su imagen pétrea, constantemente relacionada con los bajos fondos y la perversión, Robert Mitchum abanderó un discurso cínico que no dudó en aplicarse a sí mismo. El propio actor resumió de esta manera la profesión que tanta celebridad le otorgó: «Lo que tiene este trabajo de bueno es que empiezas a las nueve de la mañana, acabas a las seis de la tarde, te pagan todos los viernes, te dicen qué tienes que hacer y qué tienes que decir. Y ya está, eso es todo. No hay más trucos. Por eso es fácil comprender que una de las más grandes estrellas de todos los tiempos haya sido Rin Tin Tin». 

La gran pantalla le ha visto de pistolero, soldado, policía o gángster, casi siempre personajes ambiguos que él revestía de ironía, sarcasmo o de verdadera maldad, como en “El cabo del terror”. Sobrio, casi inexpresivo, tenía un rostro duro y anguloso, rematado por un hoyuelo en el mentón. Un físico ideal para interpretar a tipos como los que encarnó en dos de sus mayores éxitos, “Retorno al pasado” y “Cara de ángel”. Su filmografía incluye grandes clásicos como “Con él llegó el escándalo”, “Río sin retorno”, “El día más largo”, “Yakuza” o “Adiós muñeca”.

En 1946 consiguió su única nominación al Óscar por “También somos seres humanos” y en 1993 Zinemaldia le concedió el premio Donostia.

Cien años después de su nacimiento, la imagen de los nudillos de sus manos, con las palabras amor y odio tatuadas en ellos, que veíamos en la magistral película de Charles Laughton –“La noche del cazador”–, forman parte de lo mejor y más aterrador que ha dado el cine. Se trata de un título que incluirá la parrilla de TCM en el homenaje que se prolongará durante el mes de agosto y que incluirá “La hija de Ryan” y la obra maestra que ha sido elegida como prólogo y que se emitirá esta noche a partir de las 22.05 horas, “El Dorado” de Howark Hawks, en la que compartió protagonismo con John Wayne.