Raimundo Fitero
DE REOJO

El circo

Como payaso en ciernes, malabarista económico profesional, saltimbanqui de la ideología más próxima al placer universal, declaro la guerra de los botones a todos aquellos que digan o griten en periódico, radio, televisión o blog que lo que está sucediendo en Catalunya u otro lugar sea un circo. Un circo, cualquier circo, tiene bastante más dignidad que lo que estamos viendo en la Audiencia Nacional, y la jueza Carmen Lamela, que sin atender a lo que ha determinado con lógica el Tribunal Supremo, a la sazón su jerarquía superior, no ha aplazado la comparecencia por indefensión de los políticos, sino que declara la prisión incondicional para que crezca la distancia con la verdad, la ponderación, la justicia o el simple acto de lucidez intelectual. Recién condecorada por Zoido, cumple a la perfección sus cometidos de “independencia” judicial. Je, je, je.

El supuesto circo se amplía con políticos encerrados por hacer política. Todo vuelve, todo se repite. La única variante es que Puigdemont, desde Bélgica puede enroscarse en un proceso judicial, que ayude a desmontar la farsa del gobierno de Rajoy, Sánchez y Rivera. Empieza otra fase represiva. Una campaña electoral con gente en el talego. Por rebelión cuando el TS no lo reconoce a las claras. ¿Dos leyes según qué juez y que juzgado? ¿Eso es europeo, democrático, un ejemplo de Justicia o un cachondeo muy grave?

Un problema tuvo Ariel Torres, que en su programa futbolero “El Club”, estaba presentado una edición especial sobre la Champions, y cuando pasaban los goles que él relataba, se le escuchó un «me mareo mucho», un sonido raro y el silencio. Un desvanecimiento. No creemos que fuera solamente por la derrota del Real Madrid. Se suspendió el programa, se improvisó uno desde Londres, y no fue un circo, sino un accidente en directo corregido con profesionalidad.