GARA
DONOSTIA

Iglesias respetará «la memoria de lo que Santa Clara ha sido»

La escultora Cristina Iglesias ya ha trabajado en la naturaleza. Por primera vez lo hará en un entorno urbano, en la isla de Santa Clara de Donostia, en cuyo faro intervendrá «con todo el respeto a la memoria de lo que siempre ha sido».

De este proyecto, el primero que desarrollará en la ciudad en la que nació en 1956, habló ayer en Donostia, dentro del programa de la I Bienal de Arquitectura Mugak. «La idea es crear una experiencia poética, física, sensorial, que también nos haga más conscientes de la necesidad de conservar la naturaleza y, sobre todo, el mar», explicó la artista.

Tendrá «connotaciones muy bonitas», que remitirán al faro como guía para los barcos que entraban en la bahía donostiarra, pero también ligará la obra a otras piezas que ha creado «en lo remoto», como el pabellón laberinto de Inhotin, en el estado brasileño de Minas Gerais, y las dos esculturas que yacen en el fondo del mar en Baja California como parte de un proyecto dedicado a la creación de refugios marinos, de zonas donde no se puede pescar. Iglesias espera que en la primavera de 2019 haya terminado ya esta nueva propuesta, de la que los detalles siguen siendo «muy conceptuales» y de la que ahora trabaja fundamentalmente las cuestiones técnicas.

Una de ellas es la forma en la que van a «consolidar» la casa del faro, ya que la escultura va a ser interior y por tanto no va a cambiar la visión exterior de la isla. Su obra se situará entre el “Peine del Viento” de Eduardo Chillida y la “Construcción Vacía” de Jorge Oteiza, que ocupan los dos extremos de la bahía donostiarra. «Voy a estar entre ellos, pero invisible», comentó Iglesias, quien ya trabaja en maquetas y planos que, de momento, prefiere no mostrar, y que ya ha contactado con Alfa Arte, de Eibar, que realizará, «probablemente en bronce, el vaso que será el elemento central de la escultura».

La casa del faro será reconstruida –su estructura está dañada– y vaciada en todo su interior, para obtener de lo que ahora es una vivienda de dos plantas un espacio único de unos 9 metros de largo y 7,60 de ancho.

En el interior se instalarán unas pasarelas que guiarán a la «visión» recreada del vaso, una fuente que emulará el fondo de la bahía, jugará con su profundidad, y reflejará los cambios que producen las mareas a través del movimiento del agua sobre el metal.

«Estamos viendo cuánto podemos horadar, cuánta profundidad puede tener ese vaso», dijo la artista, que ha dicho también que la pieza dispondrá de luz natural, a través de una serie de lucernarios, de luz artificial y de sonido. Esta fase previa de la construcción la está preparando en sus estudios de Madrid y Londres, aunque con desplazamientos a Donostia.

Iglesias señaló que uno de los propósitos de este proyecto es que su obra se pueda visitar también «bajo demanda» fuera de temporada. «La idea es potenciar las visitas a la isla, que nos demos cuenta de la maravilla que tenemos».

La charla que ofreció la creadora fue presentada por el alcalde de Donostia, Eneko Goia. «Es un proyecto que genera fundamentalmente ilusión, es uno de los principales hitos que la ciudad puede tener en los próximos años desde el punto de vista de creación artística. Va a ser complicado, pero es un esfuerzo que merece la pena. El Ayuntamiento se va a volcar en que esto sea realidad, cueste lo que cueste», dijo sobre la escultura que Iglesias regalará a Donostia.