Joseba VIVANCO
Athletic

A Kuko se le rompió el amor

La afición le señala, la prensa le culpabiliza y no es para nada descabellado pensar que ha perdido la credibilidad de sus jugadores.

José Luis Mendilibar recibió la noche del lunes el premio ‘Antonín de Honor 2017’ de la revista ‘‘Panenka’’. Preguntado por las claves del éxito de su Eibar, el de Zaldibar apuntó como una de las significativas que los futbolistas creen en lo que hacen. Da igual que haya lesionados o que habituales titulares dejen sitio a teóricos suplentes, todos saben lo que tienen que hacer cuando saltan al césped y a qué juega el equipo armero. En San Mamés, no solo dio un repaso al Athletic en cuanto a saber qué quieres y qué hacer, sino una lección de cómo cambiando a más de medio once, el nivel no se resintió. Esa es la diferencia con el Athletic de un Kuko Ziganda que tras casi siete meses de competición no solo no ha conseguido definir a qué quiere jugar sino que visto lo visto no es nada descabellado pensar que incluso ha perdido su credibilidad dentro del propio vestuario. Un penique por el pensamiento de cada uno de los jugadores rojiblancos tras el «desastre» ante el Eibar y el naufragio en toda regla frente al Girona. Solo hay que ponerse en su lugar y pensar en el ridículo que firmaron en Montilivi por un arrebato de entrenador.

Al técnico navarro se le rompió el amor, porque parece claro que sus hombres no creen en él, ha perdido el plus que como histórico futbolista albergaba entre una afición que ya le señala como culpable y hasta la prensa que de forma mayoritaria le puso la alfrombra roja a su llegada, hoy le sentencia. Ante el Eibar, la sonora pitada final fue dirigida al navarro, blanco de las críticas y de lo que pueda pasar. Tras lo de Girona, solo había que hacer un repaso a los periódicos del lunes para certificar lo que está en boca de todos.

A día de hoy, Kuko ha depositado su futuro en manos de los jugadores, esos mismos que parecen desconcertados, además de en su presidente, un Josu Urrutia principal avalista de su llegada como recambio de Ernesto Valverde. Txingurri justificó su despedida en la necesidad de un revulsivo para un plantel que no se había acomodado pero sí acostumbrado a su técnico. Y en lugar de optar por un entrenador que llegara para sacudir el árbol, se apostó por la continuidad, por cambiar para que poco o nada cambie. Kuko trajo consigo, dijo desde bien pronto, más ilusión y ganas que nadie, anhelo personal que contagiar a un equipo falto de frescura, necesitado de novedades y retos. Ni rastro, oigan.

Asumido un inicio tempranero de temporada –por cierto, un espejismo aquellas eliminatorias sacadas adelante ante rumanos y griegos–, aceptadas las lesiones de jugadores titularísimos y en muchos casos de larga duración, no dejan de ser situaciones inherentes a cualquier competición y equipo. Ahí está cada entrenador para optimizar recursos. Sin excusas. Ha ido tocando todas las teclas posibles y la sinfonía sigue sin sonar. Es más, definitivamente, desafina.

Consejos vendo

Inexplicable que en Girona ‘señalara’ a un Saborit con sus defectos y virtudes para hacer debutar a un chaval que no hizo nada, e incluso falló en los dos goles, que no pudiera haber hecho el catalán. Como volver de vestuarios y mantener el mismo e inoperante esquema de juego hasta pasados quince minutos, amén de justificar esa defensa de tres sacada de la chistera por el «desastre» frente al Eibar. ¿Acaso falla el dibujo habitual, fallan los jugadores, o lo que falla es la propuesta futbolística en sí? Y la pregunta del millón, más allá de los debates de porqué no juegan Vesga, Aketxe o Córdoba, ¿qué pasa realmente con Beñat? Ziganda no ha contado con el de Igorre, así de claro y evidente. Quien quiera ver bajos estados de forma u otras razones, se equivoca. Quizá la explicación es tan simple como que no le gusta y punto. Ha probado de todo pero nunca ha apostado de manera decidida por el ‘7’, el hombre llamado a guiar con criterio un fútbol que no sea salir a jugar a ver qué sale; y si no sale, tirar de ADN, que siempre vende bien.

Este Athletic en la Liga de los ciegos y tuertos mantiene vivitas sus aspiraciones en Liga y Europa League. Capacidad no le falta. Compromiso le sobra. Pero no si sigue así. No si Ziganda y jugadores no hablan el mismo idioma. Porque si no, no se explica que el grupo no revierta la situación. Este equipo pide a gritos algo y Ziganda, a día de hoy, no puede o no sabe dárselo.

El técnico navarro se referió días atrás a las posibilidades de un cachorro casi abandonado a su suerte en Valladolid como Asier Villalibre, y le ponía como reto que si en esta segunda vuelta, ahora nuevamente cedido pero al Lorca, marca doce goles, tendría sitio la campaña que viene en el Athletic. «Hay que jugar, hacer goles y demostrar», le señaló el camino. A lo mejor es hora de que el propio Kuko se aplique el cuento, haga jugar a su equipo y demuestre que puede hacer crecer a esta plantilla y no está sentado en el banquillo porque «no hay otro», como advirtió al chaval de Gernika.

Kuko se juega el poco crédito que le queda ante Las Palmas; el Athletic, el suyo ante el Spartak moscovita. Dos fechas señaladas en rojo para salvar la bola de partido o seguir cavando. Ser cesado no entra en las quinielas, sabido cómo funciona Urrutia; que este equipo necesita un revulsivo la próxima campaña, a los hechos nos remitimos. Y de entre los futuribles, que empezarán a sonar desde ya, que nadie descarte los boletos que tiene José Luis Mendilibar.

Susaeta excusa al técnico y avala la defensa de tres

«Buscar una explicación a la segunda parte del Eibar es difícil, sobre todo jugando en casa. La sensación fue bastante mala, no esperábamos acabar en nuestro área y casi, casi pidiendo la hora tras un partido muy disputado. Esperemos que fuera un bache que no vuelva a suceder en casa. En Girona intentas dar un giro y no sale lo bien que esperas, sino más bien mal. No podemos pararnos a pensar en ello, hay mucho margen de mejora pero cogiendo desde ya otra racha positiva». Así de simple lo explicaba ayer el capitán Markel Susaeta, quien por veteranía y por ese brazalete que porta, es de los que da la cara a las duras y a las maduras.

Un Markel que se refirió al cambio de esquema en Girona, tratado de quitar culpas al técnico. «Nosotros tenemos una relación abierta con el mister, hablamos todos, intentamos llegar al mejor destino, él vio conveniente jugar con este sistema y yo veo que estamos capacitados. En un futuro nos saldrán bien las cosas con este sistema», aventuró. Entiende, además, que «veníamos de un partido bastante malo ante el Eibar, el equipo necesitaba un cambio, el que toma las decisiones es el mister, vio conveniente que con ese sistema podíamos hacer un gran partido, pero no salió. Pero esto no para». Eso sí, asume que «los puntos empiezan a ser valiosísimos, porque, además –avisó–, los de abajo siempre puntúan».

El eibartarra admite que «el equipo está dolido, pero con muchísimas ganas de darle la vuelta», respetando también al soberano público. «Sabe lo que podemos llegar a dar y si no está contento, se respeta», zanjó.J.V.