Más aburrimiento y protesta final
La escuadra navarra volvió a mostrarse inoperante ante su público, que expresó en forma de viento el hastío generalizado de El Sadar.

OSASUNA 0
REUS 0
Quien optó por quedarse en casa echando la siesta acertó de pleno. De nuevo, Osasuna dejó una imagen muy pobre en un Sadar que comienza a perder su paciencia y así lo manifestó al término del encuentro, con una sonora pitada y gritos de ‘fuera, fuera’. Los de Diego Martínez firmaron su séptimo empate casero –la mitad de los encuentros que ha disputado en su estadio–, un lastre demasiado insoportable para una escuadra que aspira a subir a Primera.
Lo peor, de todos modos, no fue el resultado, sino cómo se dio. Porque el conjunto rojillo ha perdido partidos en su propio feudo dejando buenas sensaciones, lo que la parroquia perdona, pero ayer ni siquiera se pudo agarrar al infortunio o la falta de acierto. Sencillamente, porque los anfitriones protagonizaron un choque malo de solemnidad, poco acorde a los buenos propósitos de entre semana, con vistas a reconciliarse con su afición. Nada más lejos de la realidad. El equipo navarro apenas sí construyó, dejó evidencias de que no sabe a qué juega y volvió a ser presa de un adversario que bien pudo llevarse los tres puntos en un tramo final en el que fue bastante superior a los locales.
Lo más cerca que estuvo de perforar la meta defendida por Edgar Badia fue un balón al poste de Quique en el minuto 58, después de que el delantero vallisoletano se manejase muy bien en el área rival, dándose la media vuelta y chutando con criterio, jugada a la que le faltó un pelo de precisión y que pudo haber variado el curso del envite y seguramente su aburrido contenido. Poco más se puede contar del bagaje ofensivo rojillo, muy pobre, como admitió a la conclusión el propio entrenador, y que acabó exasperando a su hinchada, que no acaba de ver carburar a un grupo forjado a base de talonario en la mayor parte de sus piezas.
Apenas un cuarto de hora
Lo cierto es que, quitando una fase de apenas un cuarto de hora en el segundo periodo –coincidió con la ocasión al palo–, el resto quedó para el vertedero. Diego Martínez sigue insistiendo en la misma idea y esquema táctico, pero ha llegado el momento de probar otras variantes para ver si dan resultado, porque frente al Reus sus pupilos volvieron a dejar patente que no saben ni dominar ni llevar el tiempo del encuentro.
Marcado el compromiso por el cabreo generalizado de los seguidores a cuenta del voto favorable de la junta directiva al blindaje y subida de sueldo astronómico del presidente de la LFP, Javier Tebas, el resto quedó en nada, en fuegos de artificio, que demuestran, y van unas cuantas jornadas, que este equipo anda bastante perdido. Su comandante lo achacó a la ansiedad de los reclutas, pero ni siquiera ello parece argumento suficiente, teniendo en cuenta la sobrada carga de experiencia que se reunía sobre el verde.
Y las jornadas van transcurriendo, y dejándose pasar las oportunidades de recortar distancia con la cabeza, mientras que el remedio a semejante sangría casera parece lejos de surtir efecto, con visos de dejar a Osasuna en tierra de nadie y a su entorno deprimido por no cumplir unas expectativas acordes al esfuerzo económico realizado. Es verdad que este equipo recupera fuera lo que no sabe ganar ante su público y habrá que volver a confiar en que se repita esa dinámica, pero no es menos cierto que El Molinón va a ser una auténtica prueba de fuego para corroborarla.
Diego: «Precipitación y fastidio»
El técnico rojillo, Diego Martínez, expresó su fastidio por no haber logrado la victoria, ni «transmitir lo que queríamos», en un duelo «cerrado» y en el que «nos ha vuelto a penalizar la precipitación, nos pesan las ganas de agradar y ello nos lleva a cometer imprecisiones».
El preparador gallego asumió la reacción final del público –pitos y gritos de fuera, fuera–, como algo lógico, ya que «no hemos sido capaces de darle lo que podemos, hay que entender su enfado y lo aceptamos como profesionales. Se trata de buscar soluciones desde el trabajo diario, la unión y siempre confiando en este equipo», aseguró.
Asimismo, analizó que los suyos no supieron «jugar por fuera» y que muchos de sus malos despejes trajeron como consecuencia las mejores acciones del rival. El entrenador del Reus, Aritz López Garai, explicó cómo su idea era la de buscar huecos entre carrileros y centrales, algo que logró en varias ocasiones. N.M.
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