Siempre que unos Juegos llegan a su fin, ya se suele pensar en la siguiente cita olímpica. En la ceremonia de clausura de PyeongChang 2018 celebrada el domingo –con la escenificación del ‘idilio olímpico’ entre las dos Coreas–, el alcalde de Beijing, Chen Jining, tomó el relevo de la organización de la competición invernal que acogerá la capital china en 2022. Ese momento estuvo acompañado de un show futurista protagonizado por dos osos pandas gigantes y decenas de patinadores, cargado de referencias a la cultura del gigante asiático. Sin embargo, el paso de China por estos recién finalizados Juegos siembra dudas de cara a “su” próxima cita olímpica.

La delegación china ha cerrado su participación con una discreta cosecha de nueve medallas (un oro, seis platas y dos bronces que le sitúan 16ª en el medallero liderado por Noruega), la peor desde Nagano 1998. La contratación de 20 entrenadores extranjeros para que China mejorase en disciplinas con poca tradición no parece haber dado demasiados frutos, y el cambio de reglas en el patinaje de velocidad, el habitual vivero de medallas para los chinos, ha perjudicado también a los próximos anfitriones, quienes incluso se han llegado a quejar de «favoritismo» hacia los surcoreanos, principales beneficiarios.

El de Wu, el único oro

El único oro en Corea del Sur se lo llevó el patinador Wu Dajing, cuádruple campeón mundial y principal baza para la delegación asiática, en la final de 500 metros en pista corta. Las otras dos medallas en patinaje de velocidad fueron para el equipo masculino en los relevos de 5.000 metros y para la patinadora Li Jinyu en 1.500 m. Tuvieron aroma de decepción.

Sobre la nieve, donde China tiene menor tradición que en el hielo, Liu Jiayu ha sido la mejor noticia al conseguir la primera medalla de la historia para el país sobre la tabla de snowboard y mostrar el único progreso del programa de entrenadores extranjeros de cara a Beijing 2022. Liu es entrenada por el finlandés Timo Pekka-Koskela, mientras que en otras disciplinas han llegado técnicos de Noruega (Bjorn Kristiansen en esquí de fondo), Canadá (Jeff Pain en skeleton) o Australia (Heath Spence en bobsleigh).

Otro país al que se le ha seguido muy de cerca en PyeongChang ha sido Rusia, sin bandera por el denominado dopaje de Estado que ha obtenido dos oros de 17 medallas y ha sufrido dos casos de dopaje: Alexandr Krushelnitskii (curling) y Nadezhda Serguéyeva (bobsleigh). El COI ya ha señalado que la suspensión sobre Rusia se mantendrá por ahora, y que solo se levantará «cuando no haya más casos de dopaje».

Ahora, la gran intriga es saber cuándo Rusia dejará de ser un paria deportivo para recuperar el lugar que le corresponde como una de las mayores potencias deportivas del planeta.

Jon Santacana lo afronta con «emoción»

PyeongChang acogerá ahora los Juegos Paralímpicos del 9 al 18 de marzo, en los que el donostiarra Jon Santacana, acompañado de su guía Miguel Galindo, tomará el relevo de Lucas Eguibar, Juan del Campo, Imanol Rojo y Felipe Montoya.

Santacana es el esquiador paralímpico más laureado a nivel estatal con ocho medallas –tres de oro, tres de plata y dos de bronce– en sus cinco Juegos desde Salt Lake City 2002. «Más que nervios hay emoción. Han sido cuatro años difíciles, pero nos mantenemos, somos más viejos y estamos enteros. Estos Juegos los afrontamos con ilusión y mucha emoción. Estamos con ganas de disfrutar, competir y dejar hasta la última gota de energía», confesó el esquiador, que sufre deficiencia visual. «Hay rivales muy difíciles, que se preparan mucho, tienen grandes corredores y ahora mismo no creo que estemos dentro de los favoritos, pero sí de los que podemos luchar por las medallas. Si no fuera así, no iríamos a Corea», concluyó.GARA