Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Winchester: La casa que construyeron los espíritus»

Hecha con el dinero sangriento de los rifles de repetición

En 1884 Sarah Lockwood Winchester, viuda de William Wirt Winchester, mandó construir en San José (California) una enorme mansión de estilo victoriano que permaneció en obras durante casi cuatro décadas, hasta el día mismo de su muerte. En la actualidad la edificación forma parte de un circuito turístico de visita a casas con pasado macabro, destacando su laberíntico diseño interior con puertas selladas por muros e interminables pasillos que no llevan a ninguna parte.

Los hermanos Spierig han tenido la ocurrencia ficcional de atribuir semejante obra arquitectónica del horror a los remordimientos de esta mujer enlutada salida de un cuento gótico, como si las almas de todos los que fueron abatidos con el famoso rifle de repetición que lucía el apellido familiar se colaran en su hogar para torturarla, y de ahí que tratara de encerrarlas o contenerlas levantando paredes y siniestras galerías.

Desconcierta un tanto que la hermandad germanoaustraliana Spierig haya sabido introducir en su relato una denuncia actualizada contra la fabricación y el uso indiscriminado de las armas, mientras que Peter y Michael fallan precisamente en lo que se supone que es su fuerte, pero lo cierto es que no aciertan con la narración terrorífica, que se vuelve de lo más convencional en su articulación de sustos a golpe de insertos musicales a todo volúmen. Y lo más grave de todo es que no consiguen exprimir a las localizaciones el potencial escénico que atesoran, cuando la mansión Winchester debería de ser la máxima protagonista de la película.

Tampoco captan el tipo de locura que se deriva de sentirse atrapado en una morada que parece dotada de vida propia, a pesar del juego demencial que podía haber aportado la figura del Dr. Price, tal vez llamado así en homenaje a Vincente Price. En su caracterización Jason Clarke es un adicto al láudano, incapaz de evaluar sicológicamente a su desquiciada anfitriona.