Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS
Periodista

Sant Jordi

La figura de Sant Jordi es fundamental en la vida catalana. No solo ocupa toda la jornada del 23 del mes presente sino que ostenta el patronazgo de Catalunya y protagoniza una hermosa historia en que un dragón que devoraba a los humanos es alanceado por el caballero Jordi, que salva a la princesa a la que se iba a merendar el infame bicho. Y no solo eso, sino que el capadocio toma sangre de la bestia en su mano y crea una rosa para su amada. La historia tiene la ternura del alma catalana. O tenía, para ser más exactos; porque este año quizá sea el dragón el que monte el caballo y alancee al caballero derribado en el suelo. ¿Quiere esto decir que las resoluciones de Madrid han traído consecuencias perversas para la historia del Santo? No podría asegurarlo. Creo que la vaticana Congregación de la Fe debiera sacarnos de dudas antes que los pétalos de la rosa sean entregados al Sr. Rajoy.

A mí no me parece una fantasía lo que escribo. San Jordi es un símbolo sagrado, como lo son todos los símbolos de la libertad y la fraternidad. O lo que es lo mismo: si aplican a San Jordi el art. 155 abren la puerta de par en par para que la rosa símbolo del amor acabe en las manos de la Sra. Arrimadas, que es la madrastra de la princesa. En cuanto al caballo pudiera ser enviado a hacer compañía al Sr. Junqueras. Eso ya depende del Tribunal Supremo de Madrid.