El equipo que firmara un 22 de 36 en tiros libres ante todo un CSKA de Moscú, podría decirse que tendría que estar condenado. Pero no, el Real Madrid sobrevivió a su calamitosa serie desde la «distancia de la caridad» y se metió en la finalísima de la Euroliga por todo lo alto, desarbolando a un CSKA de Moscú que solo estuvo cómodo en el primer cuarto.

Con el 30-20 que acabó el primer parcial, con un Higgins desatado y Nando de Colo y Rodríguez a plena producción, parecía que los de Itoudis encarrilaban su semifinal, más aún cuando el Real Madrid fallaba tiros libres por un tubo.

Pero un parcial de 2-17 metió a los merengues en la faena, un parcial logrado a golpe de triple y con la intimidación de Tavares. Desde ese momento, el conjunto ruso no se encontró. Rodríguez gripó y Higgins desapareció, y Vorotsevich se lesionó, de modo que Clyburn y Hines sostenían a los moscovitas.

Pero, entre los de Laso, Llull y Doncic dominaron el tempo, y con la ayuda de Ayón y Thompkins, se colaron en la final.