Ainara LERTXUNDI
BARCELONA
Interview
ELAINE BROWN
EXPRESIDENTA DEL BLACK PANTHER PARTY

«En EEUU no existe una agenda para las mujeres negras pobres»

Elaine Brown, expresidenta del Black Panther Party y autora de reconocidas obras como “Taste of Power”, es una mujer enérgica en su discurso y en su denuncia de la situación de las comunidades negras en Estados Unidos y del racismo institucional.

Brown fue la primera mujer en presidir el Black Panther Party. Sigue manteniendo el discurso radical que caracterizó a las Panteras Negras y su activismo. Se muestra muy crítica con movimientos como «#MeToo», detrás del cual no observa «un verdadero esfuerzo organizativo en defensa de los derechos de las mujeres». En la entrevista concedida a GARA en la feria del libro Fira Literal de Barcelona, denuncia la discriminación que siguen sufriendo las comunidades negras en EEUU y el discurso actual contra la inmigración. Su conferencia fue seguida por más de 2.000 personas.

Usted es muy crítica con el movimiento «#MeToo». ¿Por qué?

Este tipo de movimientos no necesariamente son negativos, pero tampoco promueven cambios sustanciales. A nivel mundial, las más empobrecidas son las mujeres negras, pero no se está poniendo el foco en los problemas económicos que enfrentan estas mujeres que, en la mayor parte de los casos, deben criar solas a sus hijos, ni en sus derechos reproductivos ni en el maltrato que padecen en sus centros de trabajo ni en aquellas que viven en la calle en EEUU, ni en las que tienen que andar kilómetros para tener acceso a agua potable, ni en las que no tienen con qué alimentar a sus hijos... Esto es lo primero que se debería de abordar. La pregunta que nos debemos hacer es qué objetivos persigue esta emergente ola discursiva. Y qué estrategias piensa seguir para alcanzar esos objetivos. No creo que detrás del «#MeToo» haya un verdadero esfuerzo organizativo para luchar por los derechos de las mujeres. Las demandas no van más allá de exigir el derecho de las mujeres a ser altas ejecutivas u ocupar altos mandos en el Ejército. Dicen que eso es progreso; para mí no lo es.

¿Cómo describiría la situación de las mujeres negras bajo el Gobierno de Donald Trump?

No hay diferencias entre la Administración de Trump y la de Obama, quien no hizo nada por las mujeres negras. Tampoco lo hizo George W. Bush. No hay una agenda para las mujeres negras. Bill Clinton –cuando lo eligieron muchos lo consideraron el primer presidente «negro» de EEUU– reformó el programa de bienestar social, lanzando el siguiente mensaje a las mujeres pobres, especialmente a las mujeres negras y pobres: «Entendemos que no tienes dinero suficiente para alimentar a tus hijos y que necesitas una ayuda adicional del Estado, pero la era en la que el Gobierno te ayudaba ha llegado a su fin. La solución es que no tengas más hijos, y si los tienes, no te vamos a dar más dinero, leche o comida». La ley fue aprobada y ninguna organización feminista, ninguna, dijo una palabra. Obama tampoco movió un dedo para cambiar esa reforma, que empujó a la pobreza a miles de mujeres.

¿Cuál fue el rol de las mujeres en las Panteras Negras?

Todo aquel que se unía a las Panteras Negras, ya fuera hombre o mujer, recibía formación militar, porque éramos una estructura paramilitar. Y debías cumplir con el trabajo asignado, así fuera freír huevos dentro de nuestro programa de desayunos gratuitos. Si la Policía entraba en nuestras oficinas, hombres y mujeres teníamos la orden de coger nuestras armas y hacer uso de ellas. No había un rol específico para las mujeres; éramos revolucionarios y entre nosotros nos llamábamos por el término neutro de camaradas. ¿Eso quiere decir que éramos perfectos? No. Nuestro objetivo era crear las condiciones para construir un nuevo contrato social, que posibilitara redistribuir los recursos y que todo el mundo tuviese igualdad de oportunidades. Si nos deteníamos en cuestiones particulares, como la salud, la alimentación o las mujeres, perdíamos la perspectiva general y eso imposibilita ver esas realidades como un único todo consecuencia de una estructura social reaccionaria. En EEUU la gente tiene que pagar por la sanidad; sin dinero no puedes comer ni tener un lugar donde vivir. Rechazábamos la opresión y la explotación en toda su dimensión, algo que va más allá de si las mujeres ocupan o no más puestos de trabajo que los hombres. Por ello soy muy crítica con este discurso de las actrices que denuncian que cobran menos que los hombres, cuando están ganando millones de dólares por protagonizar películas estúpidas. Me parece una postura arrogante cuando sus películas ni siquiera abordan o reflejan la situación de millones de mujeres pobres, y cuando esas actrices tampoco apoyan ninguna causa por los derechos de esas mujeres; solo se dedican a hacer dinero con cintas estúpidas. ¿Qué ha hecho Oprah Winfrey por las mujeres más allá de sus discursos? Nada, es la mujer negra más rica de América. Las Panteras Negras éramos la única organización en la que la liberación de la mujer, de los homosexuales y de los negros era parte de nuestro ideario de lucha. No éramos perfectos, pero creo que en ese senitdo el Black Panther Party puede ser un ejemplo para las futuras generaciones.

En marzo, una caravana de migrantes centroamericanos partió desde el sur de México hasta la valla fronteriza con EEUU. ¿Cómo describiría la situación de los migrantes y el discurso de Trump de «American first»?

Estados Unidos fue fundado sobre la sangre de los nativos que fueron masacrados. Ninguno de los colonizadores tenían permisos de trabajo. Desde Massachussetts a Virginia mataron a miles de nativos a punta de pistola. Cuando oigo hablar de la llegada de inmigrantes, me parece increíble. Se les olvida que, tras matar a los pobladores nativos, cientos de miles de africanos fueron traídos como esclavos y que durante 250 años Estados Unidos fue construido con el trabajo esclavo de esos mismos africanos. Tras la guerra civil y la industrialización, llegaron miles de inmigrantes europeos pobres –italianos, griegos, alemanes…– a trabajar en la nueva industria emergente, que necesitaba mano de obra barata blanca. Todos aquellos que apoyan los planes antiinmigración de Trump provienen de esas familias de inmigrantes. El padre de Trump era alemán. Vinieron siendo europeos pobres en busca de trabajo y de un medio de subsistencia, sin permisos de trabajo, igual que ahora lo hacen los mexicanos. Durante la I Guerra Mundial se produjo la primera oleada de migración negra desde el sur al norte porque los blancos se habían ido a combatir. Muchos negros emigraron a Detroit a trabajar en la compañía de coches de Henry Ford. La segunda oleada de migración negra fue hacia la costa oeste, a San Francisco, a la construcción de barcos. En la década de los 70, 80 y 90, se necesitaba otro grupo de mano de obra barata y se recurrió a mexicanos o centroamericanos. Ahora resulta que ya no se les necesita más como mano de obra barata y, por eso, se les quiere echar. Ya no es una población rentable económicamente.

Estamos en la era de las redes sociales. ¿Cree que son beneficiosas o han contribuido a banalizar las reivindicaciones?

Las redes sociales en sí tienen el potencial de convertirse en herramientas positivas, aunque hayan sido creadas por el capitalismo y respondan a fines publicitarios y a un intento por desviar la atención de la gente. Pero también es cierto que gracias a las nuevas tecnologías el mundo es más pequeño y te enteras en tiempo real de lo que ocurre en la otra parte del planeta. Eso permite, por ejemplo, que yo esté aquí en Barcelona y tú me estés preguntando por el muro entre México y EEUU. Me he informado mucho más estos dos días en Barcelona de lo que ocurre en Kenia viendo Al-Jazeera o BBC que con CNN o ACB, cadenas para las cuales África no existe. Si sabemos utilizarlas, las nuevas tecnologías pueden ser una herramienta muy potente en la defensa de cuestiones identitarias y provocar cambios revolucionarios en el mundo. Tal vez yo no lo vea en vida, pero tengo esa esperanza.

En 2002 denunció el caso de Michael Lewis, condenado a sus 13 años a cadena perpetua acusado de homicidio, en el libro «The Condemnation of Little B. New Age Racism in America». ¿Se mantiene el racismo policial?

En 1994, Bill Clinton dio luz verde a un proyecto de ley para supuestamente reducir la criminalidad que incluía la disposición de los «tres strikes» y exigía cadena perpetua para quienes fueran declarados culpables de un delito después de dos condenas previas o más, entre ellas delitos relacionados con las drogas. Siendo primera dama, Hillary Clinton defendió este proyecto de ley porque mantendría encerrados a los «agresores violentos para que nunca más puedan salir». Esta política generó arrestos masivos, la mayoría entre la población negra y latina. Ningún joven blanco rico fue encarcelado. Por ponerte un ejemplo, los negros pobres venden crack; los ricos, cocaína. La venta de cocaína pura se castiga con un año de cárcel; la de crack, en Georgia, con cinco años por cada gramo. Cuando detienen a un joven negro, le asignan un abogado de oficio, que están sobrecargados de trabajo y mal pagados por el Estado. No tienen tiempo ni recursos para investigar cada caso. Recomiendan al detenido aceptar su culpabilidad para que le reduzcan la sentencia. Y cuando sale no le dan trabajo porque ha estado en prisión y entonces vuelve a delinquir y a prisión, esta vez, por un periodo mayor. El racismo policial e institucional es enorme. Quisiera que la gente fuera consciente de las desigualdades económicas tan grandes que tenemos en EEUU: muchas personas duermen en las calles o mueren por enfermedades curables porque no tienen dinero para pagarse un médico; tenemos una de las tasas mayores de mortalidad infantil y una de las más bajas de escolaridad. Esto me produce tristeza.