Joseba VIVANCO
Athletic

Un mal chiste

La expulsión de Susaeta al filo del descanso, cuando los leones ganaban 0-2 ante un maniatado Betis, cambió por completo la dinámica del partido, con un conjunto andaluz que equilibró el marcador pero no le dio para más ante el generoso esfuerzo bilbaino.

BETIS 2

ATHLETIC 2

 

Trianero y del Betis. Es una máxima que escuchas en Sevilla, y eso que en la misma calle, y separadas por apenas unas decenas de metros, te puedes encontrar las peñas bética y sevillista más antiguas de la ciudad, aunque en la verdiblanca un cartelito invita a pasar mientras en la otra te avisan que el acceso al local está restringido solo para los socios. La Peña Bética de Triana, el barrio alfarero por excelencia, el de la primera iglesia edificada tras expulsar a los moros de Al Andalus, el de Los Morancos, el de la calle Betis, alberga un bar de los de toda la vida. Y entre sillones de skay, de esos que dejan el asiento macerando para la siguiente entrepierna que se siente, unas cañas de Cruzcampo y platito de olivas, las fotos de algunos béticos ejemplares, y entre las de un mito como Francisco Chaparro y Jorge Molina, la de un jovencito Joaquín, cuando no tenía WhatsApp pero sí ‘guasá’. El veterano futbolista gaditano en su ya 19º temporada en Primera, revolucionó las redes la semana pasada cuando en el viaje europeo a Atenas se echó su buena siestecilla y ya en la cama del hotel, ‘Hulio’, con la j aspirada, como no podía conciliar el sueño se dedicó a contar chistes en directo a sus fieles incondicionales vía Instagram. «¿Conocéis al hombre que le susurraba a la cama? Pues soy yo esta noche», noctámbulo, se confesaba a su público.

Markel Susaeta, el gran capitán rojiblanco, otro veterano en estas lides, seguro que tampoco pudo pegar ojo en el viaje de regreso a la capital bilbaina. Dos cartulinas amarillas en apenas siete minutos al final de la primera mitad echaron por la borda un marcador favorable de 0-2 con el que, de manera merecida, el Athletic se iba al descanso. La primera sobre el 38, propia de la presión milimétrica que los leones trataban de imprimir a sus escurridizos rivales; la segunda, impropia de sus galones, ya sobre la bocina, en el 45, pero presa de un partido en el que la tensión y el compromiso del equipo seguramente le llevó a no pensar en esa primera cartulina sino en frenar el avance por banda del lateral Junior. Fue el punto de inflexión de un duelo hasta entonces perfectamente llevado por los bilbainos, pero que esa expulsión cambió la dinámica del mismo hasta firmar unas tablas finales que si no satisfacen del todo a los de Eduardo Berizzo, sí que premian en parte el generoso esfuerzo de una segunda mitad jugada en inferioridad y con una temperatura superior a los 30 grados.

Susaeta no estaba ayer para chistes. Joaquín, a pesar de que en los minutos finales del encuentro fue una verdadera pesadilla para Yuri y la zaga rojiblanca, tampoco. Pues ¿saben aquel que dice que el Athletic llevaba los últimos 66 partidos de Liga sin recibir una expulsión y justo ayer se quedó con uno menos al ver la roja –por doble amarilla– un jugador, Susaeta, que sufríaen Heliópolis su tercera expulsión en 361 partidos en Primera, una en en Villarreal en 2009 y ante el Granada en 2013? Sí, el chiste malo el día.

 

Larga segunda mitad

Punto con cierto regusto amargo por cómo estaba encarrilado el partido, pero punto sudado y trabajado bajo ‘er caló’ –menos de 40º– que no ‘la caló’ –más de 40 grados–, según el vocabulario meterológico andaluz. Cantaban los Mojinos Escozíos que «si viene una ola de caló, combátela con un tsunami de cerveza». El Athletic se presentó en el Villamarín con unos 35º grados a la hora del partido y algunas novedades en su once, como los primeros minutos de un solvente Balenziaga en el lateral y Yuri por delante, con el exbético Beñat acompañando de nuevo a Dani García en la medular. Frente al esquema habitual de Quique Setién de tres centrales, dos carrileros y un punta, los leones salieron como un tsunami, decididos a cortarle la respiración balompédica a su rival, asfixiando literalmente sus arriesgadas salidas de balón, sin dejar que sus jugones recibieran de cara e impidiendo progresar a los anfitriones a base de eso, de correr, presionar, morder y marcajes al hombre, como el de De Marcos a Joaquín o Balenziaga sobre Canales. Apuesta que tuvo premio tras una elaboradísima jugada, centro medido del ‘Expreso del Urola’ y si un cuarto de gol fue suyo, otro cuarto de Raúl García que la peleó y cedió a Williams para que fusilara de cerca.

Presión alta, duelos individuales, el Athletic lo ejecutó casi a la perfección, salvo cuando Canales o Lo Celso lograban girarse, salvar el férreo marcaje y verticalizar por dentro, dejando al Athletic con muchas piezas fuera de sitio. Pero con un Betis que se veía maniatado y un Athletic correoso y atrevido, Balenziaga presionó alto a su par, De Marcos ganó la pelota en su misma zona y Raúl, enorme su primera mitad, se sacó un zapatazo a la red. Todo sobre ruedas hasta la expulsión de Susaeta. Acoso y derribo andaluz a vuelta de vestuarios, cerco al área de un Simón que quizá pudo hacer más en el zapatazo lejano de Bartra que puso el 1-2. Agobio bilbaino ante un pelotero conjunto blaquiverde que, justo cuando la salida de Capa por Raúl había dado cierto oxígeno al Athletic, empataba con gol firma de un gran Canales. Agónico marcador para los de Berizzo, con veinte minutos por delante, mucho calor en el ambiente, enorme desgaste en las piernas, y un Betis que echaba la pólvora restante con Lotren, Tello e Inui. Dinamita que, en cualquier caso, a los de Setién solo les dio para un disparo de Loren que Simon sacó con una mano abajo y tener el 3-2 en el minuto 86 en un testarazo del paraguayo Sanabria, solo, que cruzó en exceso cuanto hasta Lopera cantaba ya gol quién sabe si desde la Iglesia de Jesús del Gran Poder que esta vez no le escuchó. Ni los cinco minutos de prolongación, merced a tantas cartulinas amarillas –seis en total para los leones– y al parón para hidratarse, le dio a los del Heliópolis para generar peligro real a pesar de ese cerco al Álamo bilbaino.

La expulsión de Susaeta fue el chiste malo de la calurosa noche sevillana. Pero el Athletic dejó claro, especialmente en la primera mitad, que no es un chiste y que quien quiera ganarle va a tener que sudar y mucho.

 

Berizzo: «La expulsión lo cambió todo»

Eduardo Berizzo dio por positivo el punto cosechado, porque «con un calor asfixiante hubo sacrificio y nos llevamos algo de aquí». Vio dos partidos, «uno hasta la expulsión, donde el equipo hizo mucho daño» y luego donde «el Betis obligó a defenderse». Explicó que «el esfuerzo fue enorme. Nos vamos con la sensación de haber jugado el partido que quisimos en la primera parte y como pudimos en la segunda. Me gustó muchísimo el once contra once, y con el once contra diez nos obligaron a replegarnos. Nuestro plan iba bien hasta la expulsión, y nos obliga a replegarnos, aun así encontramos solvencia hasta el final para ganar un punto. Si aguantamos el 0-2 más tiempo, la desesperación del rival los hubiera desarmado y habríamos contragolpeado». Quiso ver el lado positivo «con uno menos ante un rival especialista en asociarse y en buscar el hombre libre por los costados». Cuestionó, eso sí, esos 35º con los que jugó. Se deberían «revisar cosas antes de conquistar otros continentes», en clara alusión a la posibilidad de jugar partidos de la Liga en el extranjero. J.V.