Asier AIESTARAN
BALONCESTO

Los Warriors quieren su cuarto anillo para despedirse de Oakland

Golden State acapara los pronósticos tras fichar también a Cousins. Un mercado que aumenta la gran brecha entre Este y Oeste.

En la NBA ya lo único que falta es que hasta el sol salga por el Oeste. En la madrugada del martes al miércoles arrancará una nueva edición de la mejor liga de baloncesto del mundo, aunque la emoción y la igualdad entre los equipos de la que solían presumir parece cosa del pasado. Los Golden State Warriors encabezan todos los pronósticos, en su Conferencia podría haber algo de batalla y mirar al Este es simplemente desolador.

Y es que si el “big three” formado por Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green ya se bastaba para ganar el anillo en 2015, con la suma de Kevin Durant la victoria fue más clara en 2017 y 2018. Y ahora se les une DeMarcus Cousins, un pívot que ha sido cuatro veces All-Star y que pese a sus problemas extradeportivos sería el jugador-franquicia casi en cualquier proyecto de la NBA.

Alguien podría pensar que les puede faltar motivación, hambre, pero incluso en ese aspecto parecen encendidos por el hecho de que la franquicia vive esta temporada su último curso en la sede de Oakland, que abandonará tras 47 años para mudarse a la zona de San Francisco. «Queremos conseguirlo (el anillo) para los seguidores de Oakland. Nos han sido leales durante más de 40 años y sin importar los resultados. Dentro de la plantilla creemos que tenemos un compromiso especial de agrandar aun más el legado conseguido», señala Thompson.

LeBron se une a la fiesta

Los Warriors han jugado las cuatro últimas Finales de la NBA, todas ellas contra los Cleveland Cavaliers de LeBron James. El «rey» pudo dar la sorpresa en 2016, haciéndose con un título que muy pocos esperaban en el equipo de Ohio, pero los dos últimos cara a cara en la pelea por el anillo acabaron en sendos 4-1 y 4-0 para los californianos.

Quizás por ello, el pasado verano LeBron decidía despedirse de su estado natal y embarcarse en una nueva aventura: la de reflotar a unos Los Angeles Lakers que llevan demasiado tiempo en su travesía por el desierto. Por dinero no va a ser: 154 millones de dólares en cuatro años para el alero y la promesa de rodearle de buenos jugadores para formar un proyecto ganador.

Habrá que esperar para ver si lo logran a medio plazo, pero de momento –aunque incorporan algunos veteranos como Rajon Rondo o JaVale McGee– no parece que este curso tengan opciones reales de discutir el dominio de Golden State. Ese honor le corresponde casi en exclusiva a los Houston Rockets de James Harden, que en las Finales de Conferencia de la pasada campaña pusieron contra las cuerdas a los Warriors –se adelantaron 3-2 pero perdieron los dos últimos partidos cayendo 3-4–.

Los de Texas mantienen el bloque del pasado curso, con Chris Paul, Nené, Eric Gordon y compañía dispuestos a repetir otra gran actuación, y fichan a todo un Carmelo Anthony, aunque viendo su rendimiento los últimos años el declive del tirador parece más que evidente.

En cuanto a los aspirantes a dar la sorpresa, cabe destacar el impacto que puedan tener algunos fichajes en franquicias concretas. Es el caso de Luka Doncic, que llega a Dallas tras ganarlo todo en Europa a sus ¡19 años!, y donde recala también un pívot dominador como DeAndre Jordan. Mientras que la incertidumbre reside en comprobar si los proyectos de Utah, New Orleans o Minnesota, que el año pasado apuntaron maneras, tienen la continuidad necesaria.

El problema de las distancias

También ha habido un par de fichajes de relumbrón en el Este, como el de Kawhi Leonard por los Toronto Raptors –pero a cambio de perder a Demar Derozan camino a San Antonio– o el de Tony Parker por los Charlotte Hornets –el base francés abandonaba los San Antonio Spurs tras 17 temporadas y cuatro anillos en la mochila–, pero Boston y Philadelphia parecen los proyectos más fiables.

Nombre arriba, nombre abajo, el desequilibrio entre las dos Conferencias ha creado un debate considerable durante el verano, hasta el punto de que el propio Adam Silver, Comisionado de la NBA, se ha visto obligado a posicionarse. «Es un tema al que se le presta atención desde hace varias temporadas, pero el mayor obstáculo son los viajes y las distancias. Pero sería bueno tener un formato donde los mejores equipos se enfrentaran entre sí», reconocía.

La menor cantidad de impuestos a pagar, el clima más cálido, franquicias con mayor estabilidad económica y deportiva... Las razones del desequilibrio en favor del Oeste son varias y variadas, pero no parece fácil ponerle solución. De momento, la única verdad es que desde que terminara la tiranía de Michael Jordan y sus Bulls en 1998, la balanza de títulos se decanta por un claro 14-6 a favor de los equipos del Oeste.