Soledad GALIANA
EL BREXIT Y EL FUTURO POLÍTICO DE IRLANDA (I)

El DUP ata en corto a May y elude el Acuerdo de Viernes Santo

Llave de la mayoría conservadora en Westminster, los unionistas del DUP tienen atada en corto a la premier británica, Theresa May, en las negociaciones sobre el Brexit. E insisten en preferir un no acuerdo al sancionar la actual Irlanda sin fronteras, tal y como se negoció y firmó en el Acuerdo de Viernes Santo.

La líder unionista Arlene Foster llegó de visita a Dublín mientras los 10 diputados de su partido en el parlamento de Westminster vigilaban la intervención de la primera ministra conservadora, Theresa May, en Londres. Foster (DUP) señaló que espera una «solución inteligente» a la contradicción que supone el Brexit en el contexto del proceso de paz irlandés, mientras que May aseguraba que no permitirá una frontera en el mar de Irlanda, la única solución para que no se reestablezca la frontera que divide el norte y sur de la isla irlandesa y cuya desaparición no solo fue una de las exigencias del proceso de paz, sino una de sus principales garantías.

Desde Irlanda, la presidenta de Sinn Féin, Mary Lou McDonald, advertía a May que el partido republicano reclamará el derecho de autodeterminación reconocido por la declaración de Downing Street de 1993 y exigirá un referéndum sobre el futuro del norte de Irlanda si no hay un acuerdo sobre el Brexit, para evitar la reaparición de la frontera en el momento en que Gran Bretaña salga de la UE, ya que la «frontera sería tan perjudicial para la paz y la prosperidad en la isla de Irlanda que los irlandeses no lo permitirán», advirtió. «Espero que no sea así, pero si por accidente o por diseño, se produce un Brexit sin acuerdo, May, o quien quiera que esté en el número 10 (de Downing Street) debe entender que, en esas circunstancias, la cuestión constitucional tendría que plantearse al pueblo de Irlanda», concluyó.

El Gobierno británico ha insistido desde un principio en que no establecerá controles fronterizos en caso de no llegar a un acuerdo con la Unión Europea, pero además de la falta de claridad en su plan y en su futura relación con la UE, bajo las reglas de la Organización Mundial de Comercio, Gran Bretaña no puede operar un conjunto de reglas para el comercio con la República de Irlanda y otro para otros socios comerciales.

Para los británicos, la salida de la UE sin un acuerdo parece cada vez más posible. Y, a tenor de las declaraciones de Foster, está claro que esta es la opción preferida por el DUP y a la que está abocando a May.

Sin ir más lejos, el pasado domingo, el dominical británico “The Observer” publicaba haber visto una filtración de correos electrónicos en el que se afirmaba que Foster le había dicho a Ashley Fox, el líder de los eurodiputados conservadores británicos en el Parlamento Europeo, que las negociaciones sobre el Brexit concluirán sin acuerdo y en los que también describía al jefe del equipo negociador de la UE, Michel Barnier, como «difícil y hostil».

Estas filtradas «confesiones» de Foster tuvieron lugar en la víspera de las fracasadas negociaciones para allanar el Consejo Europeo del jueves. Y, considerando la decisiva influencia de los unionistas sobre el gobierno británico, quizás el resultado de estas negociaciones ya esté predestinado.

La incertidumbre sobre el futuro de la frontera que divide la isla de Irlanda, el impacto que el Brexit tendrá sobre el proceso político norirlandés, el conflicto entre la voluntad de los norirlandeses y las políticas unionistas impuestas desde Londres… Ese es el presente en Irlanda en estos momentos, una situación de inseguridad en el que se teme la reaparición de los controles fronterizos y el impacto que ello tendría a nivel social y político. Y la actitud del DUP no está facilitando no ya una resolución sino siquiera la tranquilidad de los irlandeses.

La injerencia en la política del Gobierno británico de los dictados del DUP ya se vislumbró el pasado diciembre, cuando May viajó a Bruselas con una oferta que tuvo que retirar debido a la dependencia de su Gobierno de la decena de diputados del DUP, que la mantienen en el poder. Está dependencia ha impedido el avance del proceso negociador entre Gran Bretaña y la Unión Europea, ya que desde un principio las instituciones europeas habían situado la garantía de una frontera invisible, tal y como estableció el Acuerdo de Viernes Santo, como esencial e irrenunciable para la obtención de un acuerdo.

Lo que sí es cierto es que la actitud del DUP ante el presente y futuro del norte de Irlanda ante el Brexit ha agudizado las diferencias entre los partidos norirlandeses y los gobiernos de Londres y Dublín. La insistencia del unionista DUP en forzar la recreación de la frontera y la salida del norte de Irlanda de la UE en contra de la voluntad de los electores, que votaron en un 56% por la permanencia dentro de las instituciones europeas, sigue siendo una de las principales causas de conflicto en la política norirlandesa.

Pero el DUP parece decidido a forzar a la sociedad norirlandesa a una salida de la UE sin importarle el coste para la sociedad y la economía norirlandesa, e incluso dispuesta a cargarse el texto del documento central del proceso de paz irlandés, el Acuerdo de Viernes Santo.

Como muestra, valga mencionar que hace tan solo unos días, el 2 de octubre, Arlene Foster declaró en el diario norirlandés “Belfast Telegraph” que el Acuerdo de Viernes Santo no es sacrosanto y se puede cambiar. Ello provocó una reacción generalizada entre los políticos irlandeses, preocupados por el impacto que la declaración de Foster podría tener en la sociedad norirlandesa y, aunque esta última intentó quitar hierro al asunto afirmando que lo que proponía eran modificaciones como las incluidas en acuerdos posteriores, como el de San Andrés o el Hillsborough, hay que recordar que estos acuerdos nunca modificaron el contenido del Acuerdo firmado en 1998, sino que expandieron y detallaron la implementación de los principios del documento inicial. A ello hay que sumar que el Acuerdo de Viernes Santo es un acuerdo internacional, que involucra a dos estados, y que fue aprobado de forma mayoritaria en referéndum por la sociedad irlandesa, norte y sur, y por tanto, no puede ser modificado unilateralmente.

«Su posición es irresponsable. Es perjudicial, es imprudente, no es sostenible y, francamente, no se saldrán con la suya», denunció McDonald. «La idea de que la señora May o cualquier elemento de la política británica se unan a esta agenda para mí es profundamente impactante», concluyó preocupada.

Sin embargo, esta fase de las negociaciones llega en un momento difícil para el gobierno británico, en plena crisis entre el DUP y el partido conservador, después de que una vez más Arlene Foster hiciera unas declaraciones ante la prensa. En este caso, la líder unionista apoyó implícitamente la posible candidatura del que fuera ministro de Exteriores británico y alcalde de Londres,, Boris Johnson, al liderazgo del partido conservador, a pesar de que May no ha mostrado ninguna inclinación a abandonar su puesto. Evidentemente, esta ha sido una nueva llamada de atención de los unionistas ante rumores de que May podría aceptar que algunos controles aduaneros se llevaran a cabo en los puertos de Gran Bretaña para así evitar la frontera en Irlanda.