Soledad GALIANA
EL BREXIT Y EL FUTURO POLÍTICO DE IRLANDA (Y II)

El ejecutivo de Stormont sigue bloqueado mientras el DUP juega con el Brexit

Han pasado casi dos años desde el colapso del ejecutivo norirlandés, y la crisis política, que estalló en enero de 2017, se mantiene presente, en un contexto marcado por las negociaciones del Brexit.

La parálisis de las negociaciones –mayormente por el desinterés del partido unionista DUP en revivir las instituciones norirlandesas– ha sacado de su retiro de facto a la que fuera secretaria de Estado y candidata demócrata a la presidencia de EEUU, Hillary Clinton.

En el transcurso de una reciente visita a la Universidad de Queen’s, en Belfast, para recibir un título honorífico. Clinton, involucrada tangencialmente en el proceso de paz irlandés por la implicación de su esposo, el entonces presidente Bill Clinton, recordó que el norte de Irlanda merece «paz, no parálisis», y llamó a los partidos a que «dejen de lado sus enfrentamientos» y formen un ejecutivo antes de que el Brexit sea una realidad.

«Los desacuerdos políticos que dividen a los partidos políticos pueden sentirse como insalvables, pero lo que está en juego en el Brexit va más allá», advirtió, ante una audiencia en la que se encontraban la líder de Sinn Féin en el norte de Irlanda, Michelle O’Neill, y el que fuera líder del DUP, Peter Robinson.

La crisis venía larvándose para cuando se derrumbó el Ejecutivo norirlandés con la dimisión del co-primer ministro republicano, Martin McGuinness. El veto unionista al matrimonio homosexual y a la ley del gaélico ya había aumentado el precipicio entre Sinn Féin y el DUP, y el descubrimiento de la mala gestión del presupuesto de energía renovable por Arlene Foster, la primera ministra irlandesa, fue la guinda. La decisión de Foster de no abandonar su posición en el Ejecutivo mientras se llevaba a cabo la investigación forzó la salida del Gobierno de Sinn Féin.

En la investigación sobre la actuación de Foster y su Ministerio en la administración del presupuesto del llamado Incentivo al Calor Renovable, el DUP está saliendo mal parado con la acusación de un funcionario, Andrew McCormick, contra dos miembros del partido unionista, Andrew Crawford y Timothy Cairns, por ocultamiento de información ante la investigación.

El defecto del plan era que los reclamantes podían ganar más dinero al quemar más combustible instalando múltiples calderas de biomasa pequeñas en lugar de una caldera más grande, más eficiente en el uso de la energía pero no tan atractiva financieramente. En un correo electrónico a finales de julio de 2015, Crawford informaba a Cairns el abuso del plan, con el que criadores de aves de corral estaban «calentando cobertizos vacíos» porque los subsidios eran muy lucrativos. Sin embargo, ni Crawford ni Cairns comunicaron estos hechos al funcionariado norirlandés, lo que prolongó el abuso del subsidio.

Desde entonces, las circunstancias políticas en el norte de Irlanda y en Londres han cambiado. Las elecciones en el norte de Irlanda despojaron al DUP de su mayoría en la Asamblea de Stormont, y con ello se despidieron también de su veto parlamentario. Por otra parte, las elecciones generales convocadas por la primera ministra británica, la conservadora Theresa May, en las que su partido perdió la mayoría en el parlamento de Westminster, dotaron a los diputados del DUP del poder de decidir el futuro del gobierno británico e, indirectamente, del norte de Irlanda.

Hasta en dos ocasiones se estuvo a punto de alcanzar un acuerdo. La última ocasión en febrero de este año, cuando el DUP colapsó las negociaciones al dar marcha atrás cuando ya se había alcanzado un acuerdo ante la advertencia de la organización protestante Orange Order de que no apoyarían una ley que oficialice el uso del gaélico irlandés en el norte de Irlanda.

Desde entonces, es el funcionariado el que dirige los destinos del norte de Irlanda.

La presidenta de Sinn Féin, Mary Lou McDonald, urgió a la reapertura de una negociación creíble para restaurar el ejecutivo multipartidista de Belfast. El DUP, más preocupado con controlar la negociación de Londres con la UE (Brexit) en el asunto de la frontera en Irlanda que en reestablecer el Gobierno autonómico, calla.

La agenda sigue siendo la misma para el equipo republicano, porque «los derechos y el respeto no son cuestiones orangistas o nacionalistas», ya que «los derechos otorgados a los ciudadanos en el resto de Irlanda y en Gran Bretaña deben ser reconocidos en el norte», reclamó la presidenta republicana, quien apuntó a que la solución pasa por una «verdadera asociación para compartir el poder».

«El Gobierno británico ha apoyado con su inacción socavar sus propios acuerdos y los derechos de los ciudadanos», denunció McDonald, que reiteró &dcThree;su disposición a sentarse a negociar si se cumple el anuncio de los gobiernos de Londres y Dublín de reabrir el diálogo entre los partidos este otoño.

«Si el DUP no puede o no quiere cumplir con los compromisos, los dos gobiernos deben dejar clara su intención de seguir adelante con la implementación total de los acuerdos y la extensión de los derechos disponibles en el resto de Irlanda al norte de la isla», exigió McDonald, que criticó a Arlene Foster por afirmar que el acuerdo de paz no es «sacrosanto».

«Esos comentarios son inaceptables y revelan un desprecio imprudente por el proceso de paz, la prosperidad y el progreso», acusó McDonald. Y es que, en su ansia por evitar una frontera en el mar de Irlanda, Foster amenaza la inversión política de los últimos veinte años.

En su discurso de Belfast, Hillary Clinton apuntaba al norte de Irlanda como «un símbolo para la gente en todas partes, el poder de la democracia para superar las divisiones y entregar prosperidad, paz y progreso». La falta de voluntad unionista amenaza a ese símbolo.