Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Petra»

Saturno devorando a sus hijos

En primer lugar hay que agradecer a la distribuidora Wanda Vision que haya respetado la versión original de “Petra”, con sus diálogos integros en catalán. Para la película es un signo de identidad relevante, tanta en cuanto supone la vuelta de Jaime Rosales a Catalunya para rodar en paisajes de L’Empurdà, dando a los exteriores una importancia que hasta ahora nunca habían tenido en su cine, más obsesionado con los interiores de acuerdo con la profesión de vendedor inmobiliario ejercida por el genial cineasta de “Las horas del día” (2003). Y aunque no se repite nunca, creando para cada obra que realiza una técnica visual y y una narrativa totalmente diferentes a la de la anterior, por primera vez en este sexo largometraje asoman autoreferencias varias, sobre todo a la citada ópera prima, bien por la presencia del actor Alex Brendemühl, bien por el distanciamiento con que se observan las muertes violentas.

También recupera de “La soledad” (2007) a la gran actriz Petra Martínez, no así aquel invento experimental que llamó polivisión, sustuido en “Petra” por el nuevo concepto, mucho más subjetivo, de «mirada angelical». El recurso es un punto de vista omnisciente que sirve de medio para actualizar la tragedia griega clásica con unos resultados brutales, justo ahora que el destino de la humanidad se revela tan cruel e injusto. Dos adjetivos que definen a la perfección al villano de la función, un colérico patriarca de una familia de artistas de la burguesía catalana que recuerda al cuadro mitológico de Goya “Saturno devorando a su hijo”.

Todo confluye en la cultura helénica, siendo “Petra” la más mediterránea de las creaciones de Rosales, y por eso puede emparentarse con otras películas del griego Theo Angelopoulos o del turco Nuri Bilge Ceylan. Filmada en 35 mm. y cinemascope juega con el fuera de campo con una amplitud que ayuda a visualizar los giros del destino.