Raimundo Fitero
DE REOJO

California

Generaciones enteras convencidas de que el paraíso de una vida auténticamente rutilante estaba cerca de California y llevamos muchos días comprobando que hoy están en un auténtico infierno. El fuego arrasando bosques, urbanizaciones, casas de ricos. No sé si se trata de un mega incendio o de varios incendios que se retroalimentan, pero la verdad es que abre una brecha en el mundo capitalista que deja todo a los dioses, a las empresas privadas y no cuentan con prevención estatal suficiente. Se ha sabido de famosos que han contratado a bomberos particulares para defender del fuego su mansión. El que puede pagarlas, tiene más mangueras.

Estamos hablando de una de las zonas de mayor nivel económico, con una población de millonarios o multimillonarios. No se puede hablar de falta de recursos, sino de poner los recursos en la fragmentación de empresas privadas, en una idea liberal demoledora, sin un plan ejecutivo general. De momento van medio centenar de muertos. Las posesiones de los ricos también arden en las hogueras de estos incendios catastróficos que se repiten y repiten desde hace años. 

Se me ocurren trescientos mil motivos para seguir pensando que California es tierra de promisión pese a esta circunstancia, lo mismo que se puede asegurar que nunca un príncipe llegó a la edad de setenta años pensando que algún día podía reinar como el famoso Príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, que sigue preparándole gin-tonics a su mamá, la Reina, esperando que no llegue antes al trono su hijo, que salió de un cuerpo de una plebeya, que él mismo. Estos incendios palaciegos nunca acaban en teas humeantes. Al final siempre hay un alabardero preparado para echar un cubo de agua tónica o de té helado a cualquier hora. Además, en las islas británicas la humedad ayuda a conservar el cutis.