Jon ORMAZABAL
Pelota

El alquimista discreto

David Domínguez, preparador físico de, entre otros, Jokin Altuna, desvela a GARA su visión particular de la evolución del pelotari amezketarra en las jornadas previas a la final del Cuatro y Medio en el Navarra Arena.

El de David Domínguez es un rostro completamente desconocido para la gran mayoría de los pelotazales. Este burlatarra dice padecer el síndrome «de la madre del torero», por lo que rara vez acude a presenciar en directo el partido de alguno de sus pupilos –Jokin Altuna, Erik Jaka, Unai Laso y Julen Martija entre los actuales profesionales–. «Sufro mucho y voy muy muy poco a verles. Me pongo muy nervioso y cuando juegan entre ellos igual lo veo por la tele, pero lo paso fatal. Me entero de lo que hacen porque siempre llega algún mensaje por WhatsApp, pero lo paso fatal. Jokin está emperrado en que vaya a la final e intentaré ir».

Tampoco le gusta en absoluto aparecer en los medios, argumenta que no tiene «nada que vender», pero detrás de esto esconde razones de mucho más peso y filosóficas. Argumenta que los pelotaris son «los verdaderos protagonistas, los entrenadores ni lo somos ni lo debemos ser» y además, «procuro que mis deportistas sean lo más autónomos posibles como personas. Es una confección un poco mística del entrenamiento, de separar la mente del cuerpo. La autonomía es fundamental, que vayan solos. Tener una persona encima te puede llevar a desquiciarte... Quiero que mis deportistas sean capaces de reaccionar por sí mismos ante cualquier circunstancia que se les presente», explaya con plena convicción.

Por suerte, ha hecho una excepción con GARA, lo que nos sirve para conocer una de las visiones más cualificadas sobre este fenómeno de la pelota que es Jokin Altuna. Y para el preparador navarro, cualquier análisis sobre el amezketarra debe comenzar por unas condiciones innatas fuera de lo común. «Jokin es un pelotari con muchísimo talento. Trabajar aspectos técnicos es más sencillo que con otros pelotaris, porque, evidentemente, el talento ayuda mucho a la mejora del juego. Físicamente, lo mismo. Llevamos una planificación a largo plazo, que la seguimos casi escrupulosamente, sin quemar etapas de entrenamiento», analiza.

Y es que, tampoco se puede obviar que estamos ante un pelotari jovencísimo, por mucho que su palmarés y su saber estar puedan sugerir lo contrario. «Sería muy fácil meterle entrenamientos de una etapa posterior, que explotase, pero hay que tener en cuenta que solo tiene 22 años. Hay que ir modulando el entrenamiento a la cantidad de entrenamiento recibido, a la estimulación recibida y a la edad. Vamos modulando el entrenamiento poco a poco, para prolongar su carrera lo máximo posible. Ten en cuenta que hacia los 28 o 30 años empieza un declive físico, que luego hay que mantener. Disminuye el consumo de oxígeno, empiezas a no ganar tanta fuerza, se pierden antes las adaptaciones… estamos trabajando en ese tema», profundiza Domínguez.

Entrenamiento «a la carta»

Por lo general, Aspe y Asegarce confían la preparación de sus pelotaris en Justo Lillo y Etor Mendia, con grupos de trabajo en Tolosa, Beasain y Bilbo, pero hay pelotaris que tienen a sus propios entrenadores de confianza. En cuanto a David Domínguez, Jokin Altuna y Erik Jaka entrenan solos en Amezketa, mientras que Laso y Martija lo hacen en Uharte. «En el caso de los navarros, a Laso lo tengo desde que era juvenil y a Martija un poco más tarde, pero los conozco como si fueran mis hijos. Pero son entrenamientos diferentes, por ejemplo, en Uharte tengo dos días y horarios de instalación fijos fijos. Sin embargo, con Erik y Jokin vamos a la carta. Es muy diferente, porque aparte Laso y Martija están estudiando por las mañanas y es una desventaja muy grande. Sin embargo, Jokin y Erik también estudian, pero lo hacen a distancia, eso les da mucha flexibilidad de horarios y nos permite jugar con los horarios para que entrenen en las mejores condiciones posibles».

«Nuestra pauta de entrenamiento con el grupo es siempre de hablar. Nos escuchamos, hablamos, hago la programación y los entrenamientos los vamos adaptando en función del estado de forma en ese momento, siempre somos muy adaptativos y, quieras que no, eso le viene bien. Con Jokin hablamos mucho de cómo está, hablamos todas las mañanas, cómo se ha despertado, si ha dormido bien, la calidad del sueño, del descanso... Cuando vamos a entrenar hablamos un poco más y comenzamos la sesión», aclara el preparador de Burlata.

La preparación física dirigida a la pelota es relativamente nueva y apenas presenta bibliografía en la que apoyarse, por lo que cada técnico se basa en su experiencia. «Es un mundo un poco virgen y la pelota, como es ‘gure kirola’, al final de ahí no salimos. Hay que dar un paso más, salir un poco del endocentrismo y expandir un poco. El deporte es universal para mí. Yo he estado en muchas partes, hay que coger de todos los lados, pero la pelota, sin embargo, peca de eso, de ser un deporte tortuga. Es muy hermético para fuera y para dentro, que ni entre ni salga nada. Poco poco, a mí me gusta aportar mis cosas, mi experiencia de otros deportes y mi formación, que es continua y diaria», apunta Domínguez.

Aunque el frontón sea un enfrentamiento en diferido, el frontis es lo que le da ese cariz, el de Burlata ve ciertas similitudes a deportes de raqueta como el tenis o el pádel. «Pero parecido no es lo mismo ¡eh! El hecho de golpear la pelota con la mano repercute mucho a nivel fisiológico, hay una destrucción muscular muy grande, repercute mucho al resto de movimientos y es complejo, pero a nivel de movimientos sí que tiene similitudes con los deportes de raqueta en general».

Desmontando tópicos

La realidad también se ha encargado de desmontar ciertos tópicos ligados históricamente a la pelota. «Si no eres un tío que mide 1,90, que pesa 120 kilos y que tiene un brazo como un culturista, ya no eres pelotari. Nosotros explotamos otras virtudes y otras cualidades y características del deporte. Hay que darse cuenta cuánto pesa una pelota, 106 gramos. ¿Hace falta levantar 200 kilos en test de banca para mover una pelota de 106 gramos?», se pregunta.

En este sentido, a Jokin Altuna se le vio algo dolido en el Manomanista cuando se hablaba de su falta de golpe para poder aspirar a la txapela. «Efectivamente, un pelotari con menos recursos técnicos utiliza más la fuerza y uno con más recursos técnicos utiliza más la técnica, la cuestión es ganar. No hay que centrarse solamente en cuánto pesa un pelotari o en cuánta fuerza tiene. Yo no entiendo cuando dicen lo del golpe, la pelota no es un deporte de sacar al contrario llevándolo al rebote 48 veces. La pelota es un juego dinámico, las pelotas cada vez son más rápidas, los pelotaris cada vez son más rápidos... la fuerza-resistencia y la velocidad tienen más importancia que la fuerza máxima», argumenta.

De ahí que regresemos al punto de partida, al talento. «La velocidad de pensamiento cognitivo se nace con ella. La puedes mejorar y entrenar pero por ahí no llegarás a ser talentoso. El talento de Jokin también reside ahí, en la respuesta cognitiva a estímulos y circunstancias del juego que le dan una ventaja. La anticipación es fundamental en la táctica y la estrategia».

Y todo ello va aderezado con una «capacidad de pelea brutal, nunca abandona», con este Cuatro y Medio como mejor exponente. Otro ingrediente indispensable, porque «entrenar a Jokin es muy difícil, porque al frontón que va, se le exige ganar» y lleva un año cargado de competiciones en el que han aparecido las primeras lesiones.

«A veces la competición no tiene un sentido lógico respecto a lo que es el deporte en sí. Es muy complicado realizar los entrenamientos para deportistas que están compitiendo todo el año. Es un calendario que tiene connotaciones empresariales por encima de las deportivas». De momento, la fórmula del alquimista discreto funciona.

Un «heterodoxo» llegado de la natación

Como en la mayor parte de los preparadores físicos que se han hecho cargo de pelotaris profesionales, David Domínguez recaló en nuestro deporte tras pasar por otras especialidades. «Yo vengo del mundo de la natación, llevo 26 años en la natación como técnico –al más alto nivel, incluso olímpico–, y luego también estoy en un centro de tecnificación de golf en Nafarroa. Luego he preparado deportistas de todo tipo; lo típico, triatletas y fondistas, que es lo más sencillo. Cuanto más larga es la distancia, más sencillo es entrenar –ríe–, luego algo de herri-kirolak con un equipo de soka-tira», apunta el burlatarra.

«Mi formación es bastante ecléctica, soy licenciado en educación física con un máster de alto rendimiento, pero luego, al final, hay que adaptarse a todo. La experiencia que ganas en unos campos te viene muy bien para otros, todo se retroalimenta. Me gusta poner mi sello en los entrenamientos, más o menos soy heterodoxo en los entrenamientos». De esta manera se define David Domínguez, un preparador con una dilatada carrera profesional.

Para él, estas fechas previas a la final «son momentos de frases hechas, todo el mundo las dice, que quedan muy bonitas, pero que es lo de siempre, hay que vivir con ello». Por ello defiende que «cada pelotari tiene su forma de concentración. Jokin tiene la suya y los demás tendrán las suyas. Una final es un partido más visto desde el lado frío, llegar a 22. La carga emocional que le das es la que la hace diferente. Puedes ser un oso siberiano de fuerte que, como salgas con las piernas temblando...».J.O.