David GOTXIKOA
BILBO
Interview
RUPER ORDORIKA
MÚSICO

«Escribir canciones ordena mi vida»

Aunque su trayectoria le avala como uno de los artistas esenciales para entender la cultura euskaldun de las últimas décadas, el oñatiarra sigue defiendiendo el oficio de crear canciones con la modestia de quien no ha dejado de aprender a cada paso.

«Bakarka» funciona perfectamente como un separador, o una pausa panorámica dentro de una extensa carrera. La música se sostiene exclusivamente con su voz y una guitarra. ¿Este formato tan desnudo ha supuesto un desafío especial?

Tocar con otros músicos lleva mis canciones a lugares desconocidos e imprevistos en los que yo me siento a gusto, y me consta que al público también le interesa esa manera de explorar las posibilidades de mi música. Pero hace aproximadamente tres años comencé a hacer conciertos en solitario diseñando el repertorio de una manera más o menos premeditada, y eso es lo que trata de recoger el disco.

La verdad es que estar solo en un estudio es algo completamente diferente, incluso complicado. En realidad siempre he escuchado música de este tipo, pero he tenido que recorrer un larguísimo camino para descubrir cómo hacerlo a mi manera. Por otro lado, el formato de este disco es un clásico que han frecuentado muchos artistas.

Neil Young, Bill Callahan, Nick Drake…

Todos ellos. Cuando era un chaval muchos de mis discos preferidos eran así, por eso yo afronto este formato con mucho respeto. De todos modos la idea es seguir compaginando las presentaciones en solitario con los conciertos acompañado por mi grupo.

¿Qué le parece la fórmula funcionarial que ha adoptado Nick Cave para componer? Cada mañana se viste de traje y acude a una oficina que tiene alquilada para aislarse de la vida familiar, y allí escribe su música o sus novelas.

Eso se ha hecho mucho a lo largo de la historia. En Nueva York había un edificio entero de gente trabajando así, como Cole Porter, los Gershwin... En mi caso escribir ordena mi vida y, de todos modos, tampoco me importa demasiado si soy el autor de mis canciones o no. Cantar cosas de otros también me enseña y divierte mucho, aunque nunca me he sentido un verdadero “intérprete” en ese sentido.

¿De qué manera ha podido influir en esa inspiración la paternidad y el reciente cambio de residencia de Gasteiz a Ipar Euskal Herria?

No hay cambio mayor en la vida de una persona que la paternidad, pero he hecho varios discos desde entonces y no sabría precisar bien cómo ha podido influirme. La música es una búsqueda constante, también de lugares agradables donde vivir y trabajar, cerca de gente a la que quieres. Todo nutre lo que haces, sin duda alguna.

Reconoce la importancia de la lectura como una parte esencial de esas condiciones que favorecen la atmósfera apropiada para el oficio creativo. ¿Qué libros alimentan al Ruper lector?

Trato de leer poesía a menudo. Acabo de terminar “Ia Hemen” de Juanjo Olasagarre (Arbizu, 1963) y me ha parecido una obra con mucho recorrido, contiene versos realmente inspirados. También me gustan los libros escritos por músicos, pocas veces dicen la más mínima verdad pero aún así me encantan. Como dicen los americanos, “lo compro igual”, dame más de eso (risas). Y es que ocasionalmente se les escapa alguna verdad acerca del oficio que destila mucha sabiduría. Sobre todo me interesa conocer el contexto en el que se compuso tal o cual canción y, ya como “freakie” del tema, detalles sobre los amplis, las guitarras o las cuerdas que usaron en cierta grabación. También he seguido siempre con gran interés la obra del crítico y ensayista musical Greil Marcus.

Precisamente Jeff Tweedy –cantante de Wilco– acaba de publicar estos días un libro de memorias, donde pone en contexto sus referentes personales y musicales. ¿Alguna vez le han tentado con editar algo parecido?

Sí, efectivamente ha ocurrido… Pero ni me lo planteo. ¡Si no me acuerdo de lo que hice ayer! (risas).

A veces es una ventaja…

¡Exactamente! (Risas) Aunque en ocasiones te asaltan anécdotas y recuerdos sin venir a cuento: Sin ir más lejos me acabas de traer a la mente que, de hecho, conocí a Jeff Tweedy gracias a Kenny Wollesen, que me había hablado de él mientras estábamos grabando “Dabilen Harria”. Ya ves que soy una mente desordenada, carezco de método.

Plataformas gratuitas como Spotify parecen haber terminado de destruir el interés de los aficionados por el disco como objeto físico y como concepto, los ordenadores y los coches ya ni siquiera incluyen lector de cd, y las nuevas generaciones se contentan con oír música en un smartphone. ¿Cree que el futuro del formato fonográfico pasa por su desaparición?

Estoy completamente de acuerdo con lo que dices, pero hay que tener en cuenta que estamos en el primer paso de un cambio tecnológico de tal calibre que no sabemos qué vendrá después. Es indescifrable. La industria de la música siempre ha sido el conejillo de indias del mundo editorial. Vale, yo acabo de grabar un disco en cinta analógica con el máximo cuidado por obtener un sonido determinado, porque es como a mí me gusta. Pero al final todo se reduce a que la música pueda conmoverte o, al menos, te informe y te transmita algo.

Vamos hacia territorios estéticos nunca intuidos anteriormente, pero el ser humano siempre ha dominado las tecnologías para sí. Es inconcebible un “crooner” americano sin la invención del micrófono, que permitía otro tipo de fraseo e interpretación, permitía insinuar… O la revolución que supuso la guitarra eléctrica amplificada.

La tecnología también crea el estilo. Basta pensar que hace cien años para ser cantante debías poder actuar en el Teatro Arriaga con la banda en el foso y que aún así el público del gallinero pudiera escucharte.

Los “standards” de calidad también han cambiado. Ahora tú te puedes grabar en tu casa y eso es fantástico, pero hay mucha más música de la que uno puede escuchar. La verdad es que es un tema de conversación fascinante.

¿Sigue a las nuevas generaciones de músicos de Euskal Herria?

Sí, por supuesto. Conozco a muchos de ellos… Lamentablemente ya conoces el hándicap de la conciliación familiar. He sido muy aficionado a ver conciertos en directo y ahora difícilmente puedo hacerlo. Cuando vivía en Gasteiz era como si estuviera en Oñati (risas). Pero al menos pude engancharme a algunas sesiones de tarde en el Pabellón Universitario, y disfrutar de Ainara LeGardon o Izaki Gardenak, por nombrar algunos.

No sé si resulta muy recurrente preguntarle a modo de despedida por su conexión personal con David Bowie y Lou Reed…

Sería una respuesta muy larga (risas).

Jon Basaguren

«¿Te preocupa quedarte sin ideas para escribir canciones y entrar en un bloqueo creativo? ¿Vives la inspiración como una cuestión de rachas?»

Entiendo tu pregunta, Jon. Hay multitud de ejemplos sobre autores que han hablado con frustración del abandono de las musas. Con el tiempo incluso he podido descubrir que paradójicamente hay muchos músicos a los que no les gusta la música, pero ese no es mi caso. Yo llegué a esto por afición y me sigue gustando mucho el oficio. Me encantaría poder componer mientras camino por la calle, o en la habitación de un hotel durante una gira, pero no sé hacerlo. Necesito una rutina determinada a mi alrededor: Silencio, tiempo para leer… Aunque afortunadamente no hay ningún método. Como dijo Leonard Cohen, “si supiera dónde nacen las buenas canciones, iría allí más a menudo.” (Risas)